jueves, 17 de diciembre de 2009

EPÍSTOLA DE IGNACIO A EFESIOS

De las EPÍSTOLAS de IGNACIO.

[Las Epístolas de Ignacio fueron traducidas por el arzobispo Wake del texto de Vossius- Wake señala que hay diferencias considerables entre las ediciones; la mejor existente durante mucho tiempo contiene invenciones, y la genuina ha sido alterada y viciada- El arzobispo Usher imprimió algunas traducciones latinas de ellas en Oxford, en 1644. Vossius imprimió dos años más tarde en Amsterdam seis de ellas en el griego antiguo y puro original; y una séptima muy retocada a partir de la versión en latín fue impresa en París por Ruinart, en 1689, en los "Actos y Martirio de Ignacio", de una copia en griego sin interpolaciones. Éstas conforman, suponemos, la colección de Epístolas de Ignacio de Policarpo mencionada por Ireneo, Orígenes, Eusebio, Jerónimo, Atanasio, Teodoret y otros antiguos; aunque muchos eruditos las han considerado apócrifas. Esta suposición, la piedad del arzobispo Wake y su convicción de su utilidad para la fe de la iglesia, no pudo mantenerla; y se tomó muchas molestias para conseguir que la siguiente traducción fuera aceptable, añadiendo numerosas lecturas y referencias a los Libros Canónicos.]

CAP. I.

1 Los elogia por haberle enviado a Onésimo y a otros miembros de la iglesia. 8 Los exhorta a la unidad, 13 mediante una debida subordinación a su obispado.

IGNACIO, también llamado Teóforo, en la iglesia de Éfeso, en Asia; merecidamente próspera; bendita1 por la grandeza y plenitud2 de Dios el Padre, y predestinada desde antes del principio del mundo, a disfrutar de una gloria inmutable y duradera; unida y escogida3 por su verdadera pasión, de acuerdo con la voluntad del Padre, y Jesucristo nuestro Dios; toda4 felicidad, por Jesucristo, y su5 inmaculada gracia.

2 He sabido que vuestro nombre es muy querido por Dios; lo cual6 habéis logrado merecidamente, por vuestra7 conducta justa, siguiendo la fe y el amor de Jesucristo nuestro Salvador.

3 Y8 siguiendo a Dios, e incitándoos a vosotros mismos por la sangre de Cristo habéis cumplido perfectamente la obra que os era innata.

4 Pues al saber que venia preso desde Siria, por el nombre y la9 esperanza, confiando luchar, gracias a vuestras plegarias, contra las fieras en Roma; para convertirme mediante ei10 sufrimiento en verdadero discípulo de aquel11 que se entregó a Dios como ofrenda y sacrificio por nosotros12 (os apresurasteis en venir a verme) Os recibí, por tanto, en nombre de Dios, a lodos vosotros a través de Onésimo.

5 Que por un amor inefable es nuestro, pero según la carne es vuestro obispo: a quien os ruego, por Jesucristo, que queráis; y que os esforcéis para pareceres a él, Y bendito sea Dios. Que os ha concedido la oportunidad, a vosotros que sois tan dignos de él, del3 disfrutar de tan excelso obispo.

6 Y en lo que respecta a mi sirviente Burrhus, y vuestro14 siempre bendito diácono en lo que concierne a Dios; os suplico que se quede más tiempo, por vuestro honor, y por el de vuestro obispo.

7 Y Crocus digno también de vosotros y de nuestro Dios, a quien he recibido como ejemplo de vuestro amor, me ha renovado en todo, como el Padre de nuestro Señor Jesucristo le renovará a él; junto con Onésimo, y Burrhus, y Euclus, y Fronto15, en los que os he visto, en cuanto a caridad, a todos vosotros. Y que siempre16, reciba alegría de vosotros, si fuera digno de ello.

8 Es necesario, por tanto, que glorifiquéis17 por todos los medios a Jesucristo, que os ha glorificado: que mediante una obediencia18 uniforme19 os mantengáis unidos, enjuicio y pensamiento: y que opinéis lo mismo respecto a todo.

9 Y dependiendo20 de vuestro obispo, y del presbiterio, seréis completamente santificados.

10 Todo esto os21 prescribo, no como alguien extraordinario: pues aunque sometido22 por su nombre, aún no soy perfecto en Cristo13. Sino que ahora comienzo mi aprendizaje, y os hablo como compañeros discípulos,

11 Pues vosotros deberíais haberme animado, en fe, en admonición, en paciencia, en resignación; pero en tanto que la caridad no me permite quedarme callado24 ante vosotros, he asumido la responsabilidad de exhortaros a que caminéis juntos según la voluntad de Dios.

12 Porque incluso Jesucristo, nuestra vida inseparable, fue enviado por25 voluntad del Padre; igual que los obispos, asignados a 1os confines de la tierra, lo son por voluntad de Jesucristo.

13 26 De ahí que seáis vosotros los que caminaréis juntos según la voluntad de vuestro obispo, como hacéis,

14 Y vuestro27 famoso presbiterio, digno de Dios, está fijado fuertemente al obispo, como las cuerdas lo están al arpa.

15 Así, en vuestra concordia y armónica caridad, se canta a Jesucristo; y cada una de las personas que hay entre vosotros conforma el coro:

16 Y todos en consonancia en28 el amor, y elevando la canción de Dios, cantaréis en perfecta unidad, con una sola voz, al Padre por Jesucristo; con el fin de que os oiga y vea mediante vuestras acciones, que sois de hecho los miembros de su hijo.

17 Por lo cual os es de provecho vivir en una unidad intachable29, teniendo así siempre comunión con Dios.

CAP. II.

1 Los beneficios de la sumisión. 4 No se debe mostrar menos respeto al obispo porque sea un enviado: 8 les advierte sobre los herejes: y les pide que sean fieles a Jesús, cuya naturaleza humana y divina es declarada; les manda guardarse de falsos maestros; y les muestra el camino de Dios.

PUES si en tan poco tiempo he alcanzado tal familiaridad con vuestro obispo, no me refiero a un conocimiento carnal, sino espiritual; qué felices deben ser, vosotros que están unidos a él, como la iglesia lo está a Jesucristo, y Jesucristo al Padre; y así todas las cosas concuerdan en la misma unidad.

2 Que nadie se engañe; si un hombre no está en el altar, carece del pan de Dios. Pues si las oraciones de30 uno o dos tienen tanto poder como se os dice; ¿cómo serian de poderosas las del obispo toda la iglesia?

3 Por tanto, aquel que no se reúna con él en el mismo lugar es31 soberbio y ya se han32 condenado. Porque así está escrito33. Dios resiste a los soberbios. Cuidémonos, por tanto, de no ponemos en contra del obispo, para sometemos a Dios.

4 34 Cuanto más callado vea uno a su obispo, más lo ha de reverenciar. Pues a quienquiera que el amo de la casa envíe para dirigir su casa debemos recibirlo del mismo modo que haríamos con el que lo envió. Así, es evidente que debemos respetar al obispo, como respetaríamos al Señor mismo.

5 Y de hecho, el propio Onésimo elogia magníficamente la buena disposición hacia Dios: que vivís de acuerdo con la verdad, y que ninguna herejía vive entre vosotros. Ni escucháis a nadie más que a Jesucristo que os habla con la verdad,

6 Pues hay algunos que35 llevan el nombre de Cristo36 con hipocresía, pero hacen cosas indignas de Dios; de los que debéis37 huir, como haríais si fueran animales salvajes. Porque son perros voraces que muerden en secreto; de cuyas mordeduras debéis guardaros, pues difícilmente se pueden curar.

7 Hay un médico, tanto camal como espiritual, hecho y no hecho; Dios encarnado; vida verdadera en la muerte; de María y de Dios; primero pasible, luego impasible; Jesucristo nuestro Señor.

8 Por tanto, que nadie os engañe; pues tampoco vivís engañados siendo los siervos de Dios. Pues en tanto que no hay ni luchas ni conflictos entre vosotros38 que os molesten39, debéis de vivir según la voluntad de Dios40. Sea mi alma por la vuestra; y yo la ofrenda expiatoria de vuestra iglesia de Efeso, tan conocida en41 todo el mundo.

9 Los que son de carne no pueden llevar a cabo las obras del espíritu; ni 1os que son de espíritu, las obras de la carne42. Igual que aquél que tiene fe no puede ser infiel; ni el que es infiel tener fe. Pero incluso aquello que hacéis según la carne es espiritual; en tanto que todo lo hacéis en Jesucristo.

10 Sin embargo, he43 oído que han44 pasado algunos junto a vosotros con doctrinas perversas; a quienes no permitisteis sembrar45 entre vosotros; sino que cerrasteis los oídos para que no recibieran todo lo que ellos sembraban46; Convirtiéndoos en las piedras47 del templo del Padre, preparadas para su construcción; erigido en las alturas por la Cruz de Cristo48 como por una polea.

11 Utilizando el Espíritu Santo como cuerda: vuestra fe es el soporte; y vuestra caridad el camino que conduce a Dios.

12 Estáis por tanto, con todos vuestros compañeros en el mismo49 viaje, plenos de Dios; sus templos espirituales50, plenos de Cristo, plenos de santidad: adornados en todas las cosas con los preceptos de Cristo.

13 Por quien me alegro de que me haya considerado digno por51 esta epístola de convertirme, y alegrarme con vosotros; para que en relación con la otra vida, no améis nada excepto a Dios.

CAP. III.

1 Los exhorta a la plegaria; a ser intachables. 5 A preocuparse por la salvación; 11 a ser constantes en la devoción pública: 13 y a vivir en caridad.

ORAD también sin cesar por otros hombres; pues hay esperanza de arrepentimiento en ellos, para que lleguen a Dios. Instruidlos al menos con vuestras acciones, si no hay otro modo.

2 Sed templados ante su ira; humildes ante su altivez; a sus blasfemias responded con plegarias: a sus faltas52, con vuestra firmeza en la fe: si son crueles, sed amables; no intentéis imitar sus modos.

(3 Seamos sus hermanos en amabilidad y moderación, pero siendo fieles al Señor; pues53, ¿quién fue tratado más injustamente? ¿Más desposeído? ¿Más despreciado?)

4 Que no arraigue ninguna semilla del diablo en vosotros: mantened toda la santidad y sobriedad54 del cuerpo y del espíritu, en Jesucristo.

5 Los últimos días55 han llegado: seamos, por tanto, muy reverentes y temamos la resignación de Dios, que no signifique nuestra condenación.

6 Temamos la ira que ha de venir, o amemos la gracia56 que disfrutamos en estos momentos: y que por57 una, o la otra seamos hallados en Cristo, en la vida verdadera.

7 58 Más allá de él, que nada59 sea digno de vosotros60; por quien llevo yo estas cadenas, estas joyas espirituales, en las que le pido a Dios que me eleve con vuestras plegarias.

8 De las que os ruego que me hagáis siempre participe, para que me encuentren entre los cristianos de Efeso, que siempre han61 estado de acuerdo con los apóstoles62, mediante el poder de Jesucristo.

9 Sé quién soy, y a quién escribo; yo, una persona condenada: vosotros, los que han obtenido la misericordia: Yo, expuesto al peligro; vosotros, protegidos contra el peligro.

10 Sois el paso de los que son asesinados por Dios; los compañeros de Pablo en los misterios del Evangelio; el Santo, el63 mártir, el tan merecidamente feliz Pablo: a cuyos pies me encontrarán cuando haya llegado a Dios; quien64 a lo largo de toda esta epístola, os menciona en Cristo.

11 Procurad, por tanto, afianzar vuestra unión, para alabanza y gloria de Dios. Pues cuando os reunís en el mismo lugar, los poderes del demonio se destruyen, y su65 maldad se disuelve con la66 unidad de vuestra fe.

12 Y de hecho, nada es mejor que la paz, por la cual toda guerra, ya sea67 espiritual o terrenal, se termina.

13 De todo lo cual, nada permanece oculto a vosotros, si tenéis una total fe y caridad en Cristo, pues son el principio y el fin de la vida.

14 El principio es la fe; el final la caridad. Y las dos68 unidas son de Dios: y el resto de cosas relacionadas con una vida santa son consecuencia de ellas.

15 Ningún hombre que profese una fe verdadera peca; ni aquel que tiene caridad odia.

16 69 El árbol se conoce por sus frutos; así, los que declaran ser cristianos70 se conocen por lo que hacen,

17 Pues la cristiandad no es obra de una profesión externa; si no que se muestra en el poder de la fe, cuando un hombre es fiel hasta el fin.

18 Es preferible que un hombre no diga nada y lo sea; a71 que afirme ser cristiano y no lo sea.

19 Es bueno comprobar72 si lo que dice, también lo hace.

20 Existe, así, un maestro que dijo, y se hizo; e incluso aquellas cosas que hizo sin decir, son dignas del Padre,

21 El que posee la palabra de Jesús puede oír realmente su silencio, y ser perfecto73; y llevar a cabo lo que dice, y ser conocido por las cosas que se calla,

22 No hay nada oculto para Dios, pues incluso nuestros secretos le son inminentes,

23 Hagámoslo todo, por tanto, como corresponde a aquellos en los que74 Dios habita: y seamos sus templos, y que él sea nuestro Dios: como es, y se manifieste ante nosotros, mediante aquellas cosas75 por las que justamente le amamos.

CAP, IV.

1 Tener preocupación por el Evangelio. 9 La virginidad de María, la encarnación y la muerte de Cristo, ocultos al Demonio. 11 Cómo fue revelado el nacimiento de Cristo. 16 Exhorta a la unidad.

NO os engañéis, hermanos: los que76 corrompen familias mediante adulterio, no heredarán el reino de Dios.

2 Así, si los que han hecho eso por culpa de la carne77 han padecido la muerte; ¿cuánto más morirá quien, por esta infame doctrina corrompe la fe de Dios, por la que Cristo fue crucificado?

3 78 El que es así profanado partirá al fuego incandescente, y también aquél que le79 atienda.

4 Por esta razón80 dejó que el perfume fuera vertido sobre su frente; para expirar el aliento de la inmortalidad en su iglesia.

5 Que no os unjan con el infame perfume de la doctrina del príncipe de este mundo: que no os tome cautivos de la vida que hay ante vosotros.

6 ¿Y por qué no somos todos sabios, considerando que hemos recibido el conocimiento de Dios, que es Jesucristo? ¿Por qué81 nos dejamos morir tontamente.82 Sin tener en cuenta el verdadero regalo que el Señor nos ha enviado?

7 83 Sea mi vida sacrificada por la doctrina de la cruz; que es de echo locura para los infieles, pero para nosotros es salvación y vida eterna.

8 84 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el cuestionador? ¿Dónde está el alarde de aquellos considerados sabios?

9 Pues nuestro Dios Jesucristo fue, por la bendición de Dios85 concebido en las entrañas de María, de la estirpe de David86, gracias al Espíritu Santo87; nació y fue bautizado, y con su pasión purificó el agua, para quitar el pecado.

10 Si bien, la Virginidad de María, y aquél que nació de ella, fueron mantenidos en secreto al príncipe de este mundo; Como también lo fue la muerte de nuestro Señor: tres de los87 misterios de los que más se ha hablado en el mundo, aunque fueron mantenidos en89 secreto por Dios,

11 ¿Cómo fue dado a conocer entonces nuestro Salvador al mundo? Una estrella brilló en el cielo por encima de las demás estrellas, y su luz era indescriptible, y su novedad infundió terror en las mentes de los hombres. El resto de estrellas, junto con el sol y la luna eran el coro de esta estrella, cuya luz brillaba muy por encima de todas ellas.

12 Y los hombres90 comenzaron a preocuparse y a pensar de dónde provendría aquella91 nueva estrella, tan diferente de92 todas las demás.

13 Por tanto, todo el poder de la magia se disolvió; y la cadena de la maldad se93 rompió: la ignorancia de los hombres fue eliminada; y el viejo reino abolido; Dios mismo94 apareció en forma de hombre para la renovación de la vida eterna.

14 Entonces comenzó lo que Dios había preparado: de ahí en adelante hubo inquietud; en tanto que abolió la muerte.

15 Pero si Jesucristo se apiadara de mí gracias a vuestras plegarias, y fuera esa su voluntad, prometo en una segunda epístola que os escribiré inmediatamente para explicaros más exhaustivamente la bendición de la que he comenzado a hablar, del nuevo hombre, que es Jesucristo; de su fe, y caridad; de su sufrimiento y de su resurrección.

16 Especialmente si el Señor me95 diera a conocer si todos estáis unidos por un nombre y una fe comunes, y en un Jesucristo; que era de la estirpe de David por la carne; el Hijo del hombre y el Hijo de Dios96; obedeciendo a vuestro obispo y al presbiterio con una completa97 dedicación; partiendo uno y el mismo pan, que es la medicina de la inmortalidad; nuestro antídoto para que no muramos, sino para que vivamos para siempre en Jesucristo.

17 Que mi alma sea por la vuestra, y la de aquellos a quienes habéis enviado a la gloria de Dios, incluso por Esmirna, desde donde también os escribo; y doy gracias al Señor y aprecio a Policarpo tanto como a vosotros. Recordadme, como Jesucristo os recuerda a vosotros,

18 Rogad por la iglesia de Siria, desde donde me llevan encadenado a Roma; siendo el menos importante de todos los fieles que allí hay, pues he sido considerado digno de pertenecer a la gloria de Dios.

19 Id con Dios el Padre, y con Jesucristo, nuestra esperanza común. Amén.

A los Efesios.

Notas a la EPÍSTOLA de IGNACIO a los EFESIOS


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