miércoles, 16 de diciembre de 2009

NO CANONICOS BARUC

INDICE DEL LIBRO DE BARUC

Cap, 1 Baruc y la asamblea de los judíos en Babilonia.

la Oración de los desterrados. Y confesión de los pecados.

Cáp.2

Súplica.

Cáp.3

IL La sabiduría, privilegio de Israel

Cáp.4

III. Quejas y, esperanzas de Jerusalén

Cap. 5

IV Carta de Jeremías

Cáp.6

Cáp.1 Baruc y la asamblea de los judíos en Babilonia.

1Éste es el texto del libro que Baruc, hijo de Nerías, hijo de Maasías, hijo de Sedecías, hijo de Asadías, hijo de Jelcías, escribió en Babilonia, 2 el año quinto, el día siete del mes en que los caldeos conquistaron e incendiaron Jerusalén.3 Baruc leyó el texto de este libro ante Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y 5 ante todo el pueblo congregado para escuchar el libro; 4 ante los dignatarios y los hijos del rey, ante los ancianos y ante todo el pueblo, desde el menor al mayor, todos los que vivían en Babilonia, a orillas del río Sud. 5 Todos lloraron, ayunaron y suplicaron al Señor. 6 Luego hicieron una colecta, según las posibilidades de cada uno. 7y la enviaron a Jerusalén, al sacerdote Joaquín, hijo de Jelcías. Hijo de Salún, a los demás sacerdotes y a toda la gente que vivía con él en Jerusalén. 8 Ya Baruc, el día diez del mes de Siván, había recuperado los utensilios robados del templo del Señor, con el fin de restituirlos a Judá. Se trataba de los objetos de plata que había mandado hacer Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, 9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportara de Jerusalén a Babilonia a Jeconías, a los gobernantes, a los cerrajeros, a los dignatarios y a la gente del pueblo.10 Se les decía: Ahí os enviamos dinero; comprad con él holocaustos, víctimas expiatorias e incienso y haced ofrendas y sacrificios sobre el altar del Señor, nuestro Dios. 11Rezad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la de su hijo Baltasar, para que duren tanto como el cielo sobre la tierra. 12 El Señor nos dé fuerzas y nos ilumine para que vivamos protegidos por Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por su hijo Baltasar; para que les sirvamos por mucho tiempo y gocemos de su favor. 13 Y rezad también por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra Él, y todavía hoy no se han apartado de nosotros el furor y la cólera del Señor. 14 Leed este libro que os enviamos para su proclamación en el templo del Señor, en el día de la fiesta y en los días oportunos. 15 Diréis:

1ª Oración de los desterrados. Y confesión de los pecados.

El Señor, nuestro Dios, es justo; nosotros, en cambio, nos sentimos hoy abochornados, igual que los habitantes de Judá y de Jerusalén16 y nuestros reyes, príncipes, sacerdotes, profetas y antepasados. 17 Porque hemos pecado contra el Señor, le hemos desobedecido, no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, ni hemos cumplido los mandamientos que el Señor nos había dado. 19 Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy hemos sido rebeldes al Señor, nuestro Dios, y ligeros para no escuchar su voz. 20 Por esto se nos acumulan ahora las desgracias y maldiciones que el Señor anunció a su siervo Moisés cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel.

21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos habló por medio de sus enviados, los profetas.

22 Cada uno de nosotros ha seguido los planes de su corazón obstinado, sirviendo a dioses ajenos y haciendo el mal ante el Señor, nuestro Dios.

Cáp.2

Por eso el Señor, nuestro Dios, cumplió las amenazas que había pronunciado contra nosotros, contra nuestros jueces que gobernaron a Israel, contra nuestros reyes y gobernantes y contra los habitantes de Israel y de Judá. 2 Jamás sucedió bajo el cielo nada semejante a lo que él hizo en Jerusalén, como está escrito en la Ley de Moisés: 3 que llegaríamos a comernos cada uno la carne de sus propios hijos e hijas. 4 El Señor los sometió a todos los reinos de nuestro alrededor, haciéndolos motivo de burla y: deshonra entre todos los pueblos circundantes donde el Señor los dispersó. 5 Y pasaron de dominadores a dominados, por haber pecado contra el Señor, nuestro Dios, desoyendo su voz.

6El Señor, nuestro Dios, es justo; en cambio, nosotros y nuestros padres nos sentimos hoy abochornados. 7 Nos han sobrevenido todas las desgracias con las que el Señor nos había amenazado. Sin embargo, nosotros no hemos pedido al Señor que nos cambiase los perversos planes de nuestra mente. 9 Por eso el Señor ha estado pendiente de esas desgracias y nos las ha enviado. Porque el Señor tenía razón en todo lo que nos ordenó; pero nosotros no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que nos dio.

Súplica.

11 Y ahora Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de Egipto con mano fuerte, entre signos y prodigios, con gran poder y brazo alzado, ganándote una fama que dura hasta hoy, 12 nosotros hemos pecado y hemos cometido crímenes e injusticias, Señor Dios nuestro, contra lodos tus mandamientos. 13 Aparta de nosotros tu cólera, porque hemos quedado muy pocos en las naciones a donde tú nos dispersaste. 14 Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra súplica; líbranos por tu honor y haz que ganemos el favor de los que nos deportaron, 15 para que conozca todo el mundo que tú eres el Señor, nuestro Dios, y que has dado tu nombre a Israel y a su descendencia.

16 Mira, Señor, desde tu santa morada y atiéndenos; inclina. Señor, tu oído y escucha; 17 abre, Señor, tus ojos y mira que no son los muertos en la tumba, cuyos cuerpos quedaron sin vida, los que dan gloria y hacen justicia al Señor, 18Sino los de ánimo colmado de aflicción, los que caminan encorvados y extenuados, los de ojos apagados y los de estómago hambriento, ésos son los que te dan gloria y hacen justicia. Señor.

19 No nos apoyamos en los méritos de nuestros antepasados y de nuestros reyes para presentarte nuestra súplica, Señor Dios nuestro. 20 Porque has descargado tu furor y tu cólera sobre nosotros, como habías anunciado por medio de tus siervos, los profetas, diciendo: 21 «Así dice el Señor: Doblegaos y sentid al rey de Babilonia, para seguir habitando la tierra que di a vuestros antepasados. 22 Pero si no escucháis la invitación del Señor a servir al rey de Babilonia, yo haré callaren las ciudades de Judá y en Jerusalén las canciones alegres y bulliciosas, las canciones de novios y de novias, y todo el país quedará convertido en un desierto deshabitado. » 24 Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia, y por eso has cumplido tus amenazas anunciadas por medio de tus siervos, los profetas: que los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros antepasados serían sacados de sus sepulcros. 25 Y, en efecto, ahí están expuestos al calor del día y al frío de la noche, pues murieron entre, espantosos sufrimientos por hambre, espada y epidemia. 26 Y el templo consagrado a tu nombre ha quedado reducido al estado en que hoy se encuentra, por culpa de la maldad de Israel y de Judá.

27 Sin embargo tú. Señor Dios nuestro, nos has tratado con toda tu equidad y misericordia, 2S tal como dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los israelitas, diciendo: 29 «sino escucháis mi voz, esta inmensa multitud quedará reducida al mínimo en medio de las naciones a donde yo los dispersaré.

30 Sé que no me escucharán, porque son un pueblo testarudo; pero en su destierro se convertirán de corazón 31 y reconocerán que yo soy el Señor, su Dios. Entonces yo les daré un corazón y unos oídos atentos, 32 y ellos me alabarán en su destierro, invocarán mi nombre y abandonarán su testarudez y su conducta perversa, recordando lo que les sucedió a sus padres cuando pecaron contra el Señor. 34 Los haré volver a la tierra que juré dar a sus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob, y tomarán posesión de ella. Los multiplicaré y ya no menguarán. 35 Y sellaré con ellos una alianza eterna: yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no volveré a expulsar a mi pueblo Israel de la tierra que le di.

Cáp.3

1Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada y un espíritu abatido claman a ti. Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti. 3 Pues tú reinas eternamente, mas nosotros perecemos para siempre.4 Señor todopoderoso. Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel y de los hijos de aquellos que pecaron contra ti. Ellos desobedecieron al Señor, su Dios, y por eso se nos acumulan las desgracias. No te acuerdes de los delitos de nuestros antepasados; acuérdate hoy de tu poder y de tu fama. 6 Puesto que eres el Señor, nuestro Dios, nosotros te alabaremos, Señor. 7 Tú nos infundiste tu temor para que invocáramos tu nombre. Queremos alabarte en nuestro destierro, porque hemos apartado de nuestro corazón toda la maldad con que nuestros antepasados pecaron contra ti. 8 Y aquí estamos hoy en nuestro destierro, donde tú nos dispersaste, convirtiéndonos en objeto de burla, maldición y condenación por todos los delitos de nuestros antepasados, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.

II. La sabiduría, privilegio de Israel

9 Escucha, Israel, los mandamientos de vida, presta atención para aprender sensatez.

10 ¿Por qué, Israel, vives en país enemigo, has envejecido en país extraño,11 te has contaminado con los muertos y te cuentan entre los habitantes del abismo?

12 ¡Porque abandonaste la fuente de la sabiduría!

13 Si hubieras seguido por el camino de Dios, vivirías en paz para siempre.

14 Aprende dónde está la sensatez, dónde la fuerza, dónde la inteligencia para aprender aún más dónde la larga vida, dónde la luz de los ojos y la paz.

15 ¿Quién ha encontrado su lugar, quién ha tenido acceso a sus tesoros?

16 ¿Dónde están los jefes de las naciones, y los que dominan sobre las bestias de la tierra, 17 los que juegan con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro en que confían los hombres que acumulan fortunas sin cesar; 18los que labran la plata con esmero y no dejan rastro de sus obras?

19 Desaparecieron, bajaron al abismo y otros los sustituyeron.

20 Otros más jóvenes vieron la luz y vivieron en la tierra; pero no conocieron el camino del conocimiento,

21 ni descubrieron sus senderos, ni lo alcanzaron; y sus hijos extraviaron su camino.

22 No se la oyó en Canaán, ni se la vio en Teman.

23 Los hijos de Agar, que buscan el saber en la tierra, los mercaderes de Madián y de Teman, los narradores de historias y los buscadores del saber. No conocieron el camino de la sabiduría ni recordaron sus senderos.

24 ¡Oh Israel, qué grande es la morada de Dios, qué vastos sus dominios! 25 Es grande e ilimitada, es sublime e inmensa.

26 Allí nacieron los famosos gigantes de antaño, de gran estatura y diestros en la guerra.

27 Pero no los eligió Dios ni les enseñó el camino de la ciencia;

28 y perecieron por no tener prudencia, por su locura perecieron.

29¿Quién subió al cielo para cogerla y hacerla bajar desde las nubes?

30¿Quién atravesó el mar para encontrarla y comprarla a precio de oro puro?

31 Nadie conoce su camino, ni puede rastrear su sendero.

32 El que todo lo sabe la conoce y la descubre con su inteligencia, el que fundó la tierra para siempre y la pobló de animales cuadrúpedos,

33 el que envía la luz y va, la llama y temblorosa le obedece.

34 Los astros brillan encantados en sus puestos de guardia,

35 él los llama y le responden: ¡Aquí estamos!, Y brillan alegres para su creador.

36 Este es nuestro Dios y ningún otro es comparable a él.

37 Él descubrió el camino del conocimiento y se lo enseñó a su siervo Jacob y a su amado Israel.

38 Después apareció en la tierra y convivió entre los hombres.

Cáp.4

1Ella es el libro de los mandatos de Dios, la Ley que perdura por los siglos: todos los que la guarden vivirán, pero los que la abandonen morirán.

2 Vuélvete, Jacob, y tómala, camina al esplendor de su luz.

3 No entregues tu gloria a otro, ni tus privilegios a pueblo extranjero.

4 Felices nosotros, Israel, pues se nos ha revelado lo que agrada al Señor.

III. Quejas y, esperanzas de Jerusalén

5¡Ánimo, pueblo mío, memoria de Israel!

6 Habéis sido vendidos a las naciones, mas no para la destrucción. Por haber desatado la cólera de Dios, habéis sido entregados a los enemigos.

7 Pues habéis irritado a vuestro Creador, ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios.

8 Olvidasteis al Dios eterno que os alimentó y afligisteis a Jerusalén que os crió.

9 Cuando ella vio caer sobre vosotros el castigo de Dios, dijo: Escuchad, vecinas de Sión, Dios me ha enviado una gran pena.

10 He visto el destierro que el Eterno atrajo sobre mis hijos y mis hijas.

11 Yo los había criado con gozo y los he despedido con lágrimas de duelo.

12 Que nadie se regodee conmigo, una viuda abandonada de tantos. He quedado desierta por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley de Dios,

13 desconocieron sus decretos, no siguieron el camino de sus mandamientos, ni tomaron la senda de su enseñanza recta.

14 ¡Que vengan las vecinas de Sión! Acordaos del destierro que el Eterno atrajo sobre mis hijos y mis hijas.

15 Él hizo venir sobre ellos a un pueblo remoto, un pueblo despiadado y de lengua extraña, que no respetaba a los ancianos, ni se apiadaba de los niños,

16 que arrebató a la viuda sus hijos queridos y la dejó sola y privada de sus hijas.

17 Y yo ¿cómo podría ayudaros?

18 El que atrajo sobre vosotros las desgracias os librará del poder de vuestros enemigos.

19Marchad, hijos, marchad, que a mí me han dejado sola.

20 Me he quitado el vestido de paz, y me he puesto el sayal de plañidera para gritar al Eterno mientras viva.

21 Ánimo, hijos, clamad a Dios, que él os librará de la tiranía y del poder de vuestros enemigos.

22 Yo esperé del Eterno vuestra salvación y el Santo me ha llenado la alegría, pues muy pronto el Eterno, vuestro Salvador, tendrá misericordia de vosotros.

23 Os despedí con lágrimas de duelo, pero Dios os devolverá a mí para siempre con felicidad y alegría.

24 Como las vecinas de Sión han contemplado hasta hoy vuestro destierro, así contemplarán muy pronto la salvación que Dios os concederá con gran gloria y el esplendor del Eterno.

25 Hijos, soportad con paciencia el castigo que Dios os ha enviado. Tu enemigo te ha perseguido, pero pronto verás su ruina y podrás poner el pie sobre su cuello.

26 Mis hijos tiernos han recorrido duros caminos. Arrebatados como rebaño robado por el enemigo.

27 ¡Ánimo, hijos, clamad a Dios!, Pues el que os mandó esto se acordará de vosotros.

2S Ya que entonces decidisteis alejaros de Dios, convertios y buscadlo con mucho mayor empeño.

29 Pues el que os envió estas desgracias os enviará la alegría eterna de vuestra salvación.

30 ¡Ánimo, Jerusalén! Aquel que te dio nombre te consolará,

31 ¡Malditos los que te hicieron daño y se alegraron de tu caída!

32 ¡Malditas las ciudades que esclavizaron a tus hijos! ¡Maldita la ciudad que los recibió!

33 Pues como se alegró de tu caída y se regodeó en tu ruina, así lamentará su propia destrucción.

34 Yo le arrancaré el júbilo de su población numerosa y su arrogancia se cambiará en duelo.

35 El Eterno le enviará un incendio inextinguible y quedará habitada por demonios durante mucho tiempo.

36 Mira hacia oriente, Jerusalén, y contempla la alegría que te envía Dios.

37 Mira, ya llegan tus hijos, a los que despediste: Vuelven convocados desde oriente a occidente por la palabra del Santo y disfrutando de la doria de Dios.

Cáp.5

1Jerusalén, quítate el vestido de luto y aflicción y vístete ya siempre con las galas de la gloria de Dios.

2 Envuélvete en el manto de la justicia divina y adorna tu cabeza con la gloria del Eterno.

3 Porque Dios mostrará tu esplendor a toda la tierra

4 y te dará para siempre este nombre: «Paz en la justicia y gloria en la piedad. »

5 Levántate, Jerusalén, súbete en alto. ; mira hacia oriente y contempla a tus hijos convocados desde oriente a occidente por la palabra del Santo y disfrutando del recuerdo de Dios.

6 Se te marcharon a pie, conducidos por el enemigo, pero Dios te los devuelve encumbrados en gloria y en litera real.

7Porque Dios ha ordenado rebajarse a todo monte elevado y a las dunas permanentes, y rellenarse a los barrancos, hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.

8Y hasta los bosques y los árboles aromáticos darán sombra a Israel por orden de Dios. 9 Porque Dios conducirá a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su misericordia y su justicia.

IV Carta de Jeremías

Copia de la carta que envió Jeremías a los prisioneros que iban a ser deportados a Babilonia por el rey de los babilonios, para comunicarles lo que Dios le había encargado.

Cáp.6

1 Por los pecados que habéis cometido contra Dios vais a ser deportados a Babilonia por su rey, Nabucodonosor. 2 Llegados a Babilonia, permaneceréis allí muchos años, un largo periodo de siete generaciones; pero después yo os sacaré de allí en paz. 3 En ese tiempo veréis en Babilonia dioses de plata, oro y madera, que son transportados a hombros y que infunden temor a los paganos. 4 Tened cuidado, no vayáis a imitar también vosotros a esos extranjeros y os domine el temor hacia ellos. 5 Cuando veáis a la multitud delante y detrás de ellos adorándolos, decid entonces en vuestro interior: «A ti solo hay que adorar, Señor, » 6 pues mi ángel os acompaña y protege vuestras vidas.

7 La lengua de esos dioses ha sido modelada por un artesano y, aunque están recubiertos de oro y plata, son falsos y no pueden hablar. Como se hace con una joven presumida, ellos toman oro y tejen coronas para las cabezas de sus dioses. 9 A veces los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo gastan en su propio beneficio e incluso se lo dan a las prostitutas sagradas. A esos dioses de plata, oro y madera también los adornan con vestidos, como si fuesen hombres; pero no se libran ni de la roña ni de la polilla. 11 Y aunque los visten con mantos de púrpura, tienen que limpiarles la cara del polvo de los templos que se les acumula encima.

12 Algunos empuñan cetros como jueces de distrito, pero no pueden castigar a quien los ofende. 13 Otros llevan en sus manos espadas y hachas, pero no pueden defenderse de la guerra ni de los ladrones.

14 Con ello se demuestra que no son dioses. Por tanto, no los temáis.15 Como cacharros domésticos que, cuando se rompen, ya no sirven, así son los dioses que entronizan en sus templos.

16 Tienen los ojos llenos del polvo que levantan los pies de los que entran. 17 Igual que se encierra a cal y canto a los condenados a muerte por delitos contra el rey. Los sacerdotes refuerzan sus templos con portones, cerrojos y barrotes, para que no sean saqueados por los ladrones. Les encienden más luces que las que ellos mismos usan, aunque los dioses no pueden ver ni una sola.

19 Son como las vigas de las casas cuyo interior, según se dice, está carcomido. Tampoco se dan cuenta de los bichos de la tierra que los devoran a ellos y a sus vestidos. 20 Tienen la cara ennegrecida por los humos del templo.21 Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean murciélagos, golondrinas y otros pájaros, igual que los gatos. 22 De donde se deduce que no son dioses. Por tanto, no los temáis.

23 El oro que los recubre y adorna no podría brillar si no le limpiasen el óxido; y ni siquiera sentían cuando eran fundidos. 24 Fueron comprados a precios carísimos, aunque no tienen vida.

25 Como no tienen pies, son llevados a hombros, mostrando a los hombres su propia deshonra. También quedan abochornados sus servidores, porque si se caen al suelo, hay que levantarlos; 26 si los ponen de pie, no pueden moverse por sí mismos; si los reclinan, no pueden enderezarse; y cuando les hacen ofrendas son como muertos.

27 Los sacerdotes venden sus víctimas para provecho propio; lo mismo que sus mujeres las ponen en conserva, sin repartir nada a pobres y enfermos. Incluso tocan sus víctimas las que están con la regla y las recién paridas. 28 Deduciendo de todo esto que no son dioses, no los temáis.

29 ¿Cómo se les puede llamar dioses, cuando son las mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera? 30 En sus templos los sacerdotes los transportan con las túnicas rotas, con el pelo y la barba rapados y con la cabeza descubierta. 31 Y gritan chillando ante sus dioses, como se hace en los banquetes fúnebres. 32 Los sacerdotes los despojan de sus vestidos para vestir á sus mujeres y a sus hijos.

33 Si alguien les hace mal o bien, no pueden devolverle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey,34 como tampoco dar riquezas ni dinero. Y si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas. 35Jamás libran a nadie de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso. 36 No pueden devolver la vista al ciego, ni librar a nadie de su apuro.37 No se compadecen de la viuda ni favorecen al huérfano.

38 Estos objetos de madera recubiertos de oro y plata se parecen a las piedras del monte, y sus servidores quedarán abochornados.39 ¿Cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses?

40 Más aún, los mismos caldeos los deshonran cuando, al ver a un mudo que no puede hablar, lo presentan a Bel, pidiéndole que le conceda el habla, como si él pudiera enterarse. 41 Y ni siquiera ellos, que lo saben, son capaces de abandonar a sus dioses que no pueden sentir.

42 Las mujeres, ceñidas con cuerdas, se sientan junto a los caminos quemando salvado como incienso 43 y cuando alguna de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, se burla de la vecina que no ha sido escogida como ella, porque no han roto su cuerda.

44 Todo lo que hacen es mentira. ¿Cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses?

45 Han sido fabricados por artesanos y orfebres y sólo son lo que quieren sus creadores. 46 Sus mismos fabricantes no viven mucho tiempo. ¿Cómo van a ser dioses los objetos que han fabricado? 47 Sólo han legado a la posteridad mentira y deshonra.

48 Cuando sobreviene alguna guerra o catástrofe, los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con ellos. 49 ¿Cómo no darse cuenta de que no son dioses los que no pueden salvarse a sí mismos de guerras y catástrofes?

50 Si sólo son objetos de madera recubiertos de oro y plata, habrá que reconocer que no son más que fraude. A todos los pueblos y reyes quedará patente que no son dioses, sino manufactura humana, incapaces de realizar acción divina alguna. 51 ¿A quién, pues, no resulta evidente que no son dioses?

52 No pueden poner reyes en los países. ni enviar la lluvia a los hombres; 53no pueden emitir sentencias, ni discernir, ni defender al agraviado, porque son impotentes. Son como grajos entre el cielo y la tierra.

54 Si se declara un incendio en el templo de estos dioses de madera recubiertos de oro y plata, sus sacerdotes huirán para ponerse a salvo, pero ellos se abrasarán como las vigas maestras. 55 No pueden hacer frente a rey ni a enemigos. 56¿Cómo, pues, admitir o creer que son dioses?

57 Estos dioses de madera recubiertos de oro y plata no se libran de ladrones y bandidos. Como son más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y los vestidos que los cubren, y desaparecen con el botín, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos.

58 De modo que vale más un rey que demuestra su propio valor, o un cacharro útil en casa, que sirve a su dueño, que estos dioses falsos. Vale más una puerta que protege cuanto hay en una casa, que estos dioses falsos. Vale más una columna de madera en un palacio, que estos dioses falsos. 59 Porque el sol, la luna y las estrellas brillan y cumplen la tarea encomendada. 60 Igualmente, cuando el relámpago aparece, es bien visible. Asimismo el viento sopla en todos sitios.

61 Cuando las nubes reciben de Dios la orden de recorrer toda la tierra, cumplen lo ordenado; y el fuego, enviado desde arriba a consumir montes y bosques, hace lo que se le manda.62 Pero esos dioses no son comparables a estas cosas ni en apariencia ni en pode. 63 Por tanto, no se puede creer ni afirmar que sean dioses, puesto que son incapaces de hacer justicia y de favorecer a los hombres. 64 Sabiendo, pues, que no son dioses, no los temáis.

65 No pueden maldecir ni bendecir a los reyes. 66 No pueden mostrar a las naciones señales celestes, ni brillar como el sol, ni alumbrar como la luna. 67 Las bestias valen más que ellos, porque pueden protegerse a sí mismas, poniéndose a cubierto. 6S De ningún modo se nos demuestra que sean dioses; así que no los temáis.

69 Como espantajo en melonar, que no guarda nada, así son sus dioses de madera recubiertos de oro y plata. 70 Estos dioses se parecen al espino de un huerto, en el que se posa cualquier pájaro, o a un cadáver tirado en la oscuridad, 71 Por la púrpura y el lino que se les pudre encima, deduciréis que no son dioses. Ellos mismos terminarán carcomidos y serán la deshonra del país. 72 En conclusión, vale más un hombre justo, que no tiene ídolos; pues nunca sufrirá tal deshonra.

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