miércoles, 16 de diciembre de 2009

EPÍSTOLA DE POLICARPO A FILIPENSES.

[La autenticidad de esta epístola es un tema controvertido, aunque está implícitamente apoyada por el Arzobispo Wake, cuya traducción mostramos más abajo. Existe también una traducción hecha por el Dr. Cave, adjunta a su Vida de Policarpo].

CAP. I.

Elogia a los filipenses por su respeto a los que sufrieron por el Evangelio; y por su propia fe.

POLICARPO y sus presbíteros a la iglesia de Dios que se encuentra1 en Filipos: Paz y misericordia a vosotros, de Dios Todopoderoso: y que el Señor Jesucristo, nuestro Salvador, sea multiplicado.

2 Me produce una gran alegría que vosotros con nuestro Señor Jesucristo hayáis recibido las imágenes de un amor verdadero, y hayáis acompañado, como corresponde, a los que estaban encadenados, convirtiéndoos así en santos; que son las coronas de los que Dios y nuestro Señor escogen:

3 Y también porque la2 raíz de la fe predicada desde la antigüedad, permanece firme en vosotros hasta el día de hoy; y da frutos para nuestro Señor Jesucristo, que sufrió en su propio cuerpo el ser llevado hasta la misma muerte por nuestros pecados.

4 3A quien Dios ha elevado, librándole de los sufrimientos de la muerte, y4 a quien, sin haberlo visto, amáis; en quien, pese a no haberlo visto, creyendo en él, os regocijáis con una alegría inefable y gloriosa.

5 En el cual muchos quieren entrar5; sabiendo que por la gracia sois salvados; no por vuestras obras, sino por la voluntad de Dios, a través de Jesucristo.

6 6Por lo cual, ceñidos al lomo de vuestros espíritus7; servid al Señor con temor y con la verdad: dejando de lado todo discurso vacío y vano, y el error de muchos8; creed en él que resucitó a nuestro Señor Jesucristo de la muerte, y le ha dado la gloria y un trono a su derecha.

7 A quien todas las cosas están sometidas9, tanto las que están en el cielo, como en la tierra; a quien todas las criaturas10 vivientes deben adorar; que vendrá para juzgar a los vivos y a los muertos; cuya sangre Dios exigirá a los que creen en él.

8 Y el que resucitó a11 Cristo de la muerte, también nos resucitará a nosotros, si cumplimos su voluntad y caminamosl2 de acuerdo con sus preceptos; y amamos todo aquello que él amó:

9 Absteniéndonos de toda13 impiedad14; El afecto desordenado, la pasión por el dinero; de las injurias; los falsos testimonios; no devolviendo mal por mal, ni reproche por reproche, ni golpe por golpe, o maldición por maldición.

10 Sino recordando lo que el Señor nos15 ha enseñado, diciendo. No juzguéis, y no seréis juzgados; perdonad y seréis perdonados; sed piadosos y recibiréis piedad; pues con la misma medida con que medís a los demás seréis medidos.

11 Y también16. Bienaventurados los pobres, y los que son perseguidos por ser justos; pues de ellos es el reino de Dios.

CAP. II.

3 Los exhorta a la fe, la esperanza y la caridad. 5 Contra la codicia, y sobre los deberes de maridos, mujeres, viudas, 6 diáconos, hombres jóvenes, vírgenes y presbíteros.

EN cuanto a todo esto, hermanos míos, no me he tomado yo la libertad de escribiros sobre la justicia, sino que vosotros me habéis animado a ello.

2 Pues ni yo ni cualquier otro puede llegar a la sabiduría del bendito y conocido Pablo; que, estando personalmente con los que entonces vivían, enseñó con total exactitud y solidez la palabra17 de la verdad; y cuando se hubo marchado de vuestra ciudad, os escribió unal8 epístola.

3 Que si observáis, podréis edificaros en la fe que os han entregado: que es la madre de todos nosotros: seguida por la esperanza, y conducida por un amor general, tanto a Dios, como a Cristo, como a nuestro prójimo.

4 Pues aquél que19 tenga estas cosas ha cumplido la ley de la justicia: porque el que tiene caridad está lejos de todo pecado,

5 Pero la pasión por el dinero es20 la raíz de todo mal. Teniendo en cuenta que nada hemos traído a este mundo, tampoco nos llevaremos nada de él21; Armémonos con la armadura de la justicia.

6 Y aprendamos primero a caminar siguiendo los preceptos del Señor; y luego enseñemos a nuestras mujeres a caminar asimismo22 según la fe que les es concedida; en23 caridad, y en pureza; queriendo a sus maridos con toda24 sinceridad, y también a todos los demás con templanza; y a educar a sus hijos en la instrucción25 y el temor del Señor.

7 También a las viudas, enseñadles que se mantengan serenas en lo que a la fe del Señor concierne: y que recen siempre por todos los hombres; y se alejen de toda difamación, injuria y falso testimonio; de la codicia, y de toda maldad.

8 Considerando que son los altares de Dios26, que ve todas las faltas y de quien nada queda oculto; que escudriña los razonamientos y pensamientos y secretos de nuestros corazones,

9 Considerando, por tanto, que no se puede burlar a Dios, debemos caminar siguiendo dignamente sus preceptos y su gloria.

10 Igual que los diáconos deben estar libres de toda falta frente a27 él, pues son los ministros de Dios en Cristo, y no del hombre. No ser injuriadores; Ni hipócritas; ni codiciosos; sino28 moderados en todo; compasivos, cuidadosos: caminando de acuerdo con la verdad del Señor, que fue el siervo de todos,

11 Y si le complacemos en este mundo, nos hará partícipes del que ha de venir, según nos ha prometido, que nos resucitará de entre los muertos; Y que si somos dignos de él, también remaremos junto a él, si creemos.

12 Asimismo, los más jóvenes deben ser intachables en todo; sobre todo, deben cuidar su pureza, y dominarse en todo mal. Pues es bueno aislarse de todos los apetitos carnales que hay en el mundo; porque cada uno de esos" apetitos carnales combaten contra el espíritu30: y ni los fornicarios, ni los afeminados, ni los que abusan de sí mismos con la humanidad heredarán el reino de Dios; ni los que hacen esas cosas, pues son necios y poco razonables.

13 Por tanto, debéis por fuerza, absteneros de todas estas cosas, y someteros a los31 sacerdotes y diáconos, como a Dios y a Cristo.

14 Las vírgenes deben caminar con la conciencia pura e inmaculada,

15 Y que los32 ancianos sean compasivos y piadosos con todos33; corrigiendo sus errores; buscando a los débiles; sin olvidar a las viudas, los huérfanos de padre y a los pobres34; procurando lo que es bueno a los ojos de Dios y del hombre.

16 Absteniéndose de toda ira, sin importar la persona, y juicios injustos; y especialmente manteniéndose libre de toda codicia.

17 No35 penséis fácilmente en contra de nadie; ni seáis severos en vuestros juicios; considerad que todos somos deudores en la cuestión del pecado.

18 Si, por tanto, rogamos al Señor que nos perdone, también debemos perdonar a los demás; pues todos estamos a la vista de nuestro Señor y Dios; y36 debemos presentamos ante la silla de juicio de Cristo; donde cada uno rendirá cuentas de37 él mismo.

19 Sirvámosle, por tanto, en el temor, y con la reverencia que él nos ha ordenado; y como los apóstoles que nos han predicado el Evangelio, y los profetas que han previsto la llegada de nuestro Señor nos han enseñado.

20 Cuidando de lo que es bueno; absteniéndonos de toda ofensa, y de los falsos hermanos; y de aquellos que pronuncian el nombre de Cristo con hipocresía: que engañan a hombres vanos.

cap. III.

1 Respecto a la fe en Cristo nuestro Salvador: su naturaleza y sufrimiento, la resurrección y el juicio. 3 Exhorta a la plegaria 5 y firmeza en la fe. a partir del ejemplo de Cristo. 7 y de los apóstoles y santos, y los exhorta a ser cuidadosos en el bien.

PUES38 todo aquél que no confiese que Jesucristo ha venido en la carne, es Anticristo: y todo el que no confiese39 su sufrimiento en la cruz, es del demonio,

2 Y todo el que pervierta los oráculos del Señor para sus propios deseos; y afirma que no habrá ni resurrección, ni juicio, es el primogénito de Satanás.

3 Así, dejando la vanidad de muchos, y sus falsas doctrinas: volvamos a la palabra que nos fue entregada al principio40; Velando por la oración; y perseverando en el ayuno.

4 Suplicando al Dios que todo lo ve que41 no nos deje caer en la tentación; pues el Señor ha dicho42. El espíritu

está realmente dispuesto, pero la carne es débil.

5 Aferrémonos, por tanto, firmemente a él que es nuestra esperanza, y la seriedad de nuestra justicia, a Jesucristo43; el que expió en su propio cuerpo nuestros pecados en el árbol: que no pecó, ni le fue encontrado en la boca engaño alguno. Pero sufrió por todos nosotros, para que pudiéramos vivir44 a través de él,

6 Imitemos, así, su paciencia; y si sufrimos en su nombre, glorifiquémosle: pues él mismo nos ha dado ejemplo, y por eso hemos creído.

7 Por tanto, os exhorto a todos vosotros a que obedezcáis la palabra de la justicia, y despleguéis toda la paciencia; que ha sido desplegada ante vuestros ojos, no sólo en el bendito Ignacio, y Zósimo, y Rufo, sino también en otros entre vosotros; y en el propio Pablo, y el resto de los apóstoles:

8 Estando45 seguros de esto, que todos ellos no han vivido en vano, sino en la fe y la justicia, y han ido al lugar que les correspondía junto al Señor: con quien también sufrieron.

9 Pues no querían este mundo; si no a aquél que murió y fue resucitado por Dios para nosotros.

10 Cumplid, por tanto, todo esto, y seguid el ejemplo del Señor; sed firmes e inamovibles en la fe. amantes de la fraternidad, amantes unos de otros46: compañeros en la verdad47, amables y complacientes los unos con los otros, sin despreciar a nadie,

11 Cuando os sea posible hacer el bien, no lo aplacéis, pues la caridad libra de la muerte,

12 Someteos los unos a los otros, y48 mantened una conducta49 honesta entre los Gentiles; y por vuestras buenas acciones, vosotros seréis elogiados, y el Señor no50 recibirá blasfemias a través de vosotros, Pero pobre del que a través del cual el nombre del Señor es blasfemado.

13 Por tanto, enseñad a todos los hombres sobriedad; que también vosotros practicáis.

CAP, IV.

Valente, un presbítero, ha caído en el pecado de la codicia, los exhorta contra ella.

ME siento realmente afligido por Valente, que me presbítero entre vosotros; porque apenas comprendió el lugar que se le había otorgado en la iglesia. Por tanto, os advierto que os abstengáis de la51 codicia; y que seáis castos y sinceros en vuestro discurso.

2 52 Guardaos de todo mal. Por que el que en este asunto no pueda dominarse, ¿cómo puede mandárselo a otro?

3 Si un hombre no se guarda de la53 codicia, estará contaminado con la idolatría y será juzgado como si fuera un gentil.

4 ¿Pero quién de vosotros ignora el juicio de Dios?54 ¿Acaso no sabemos que los santos juzgarán el mundo, como Pablo enseña?

5 Sin embargo no he visto ni escuchado nada de esto de vosotros, entre los que el bendito55 Pablo trabajó; y que os nombra al principio de su Epístola,

6 Pues sé gloria de vosotros en todas las iglesias que en aquellos tiempos eran las únicas que conocían a Dios; porque nosotros no lo conocíamos entonces. Por tanto, hermanos míos, lo lamento muchísimo por él y por su esposa; a quien Dios conceda un arrepentimiento verdadero.

7 Y sed moderados a este respecto; y no los consideréis enemigos, sino llamadlos de vuelta como miembros equivocados y sufridores, para salvar vuestro cuerpo: pues haciéndolo así, os edificaréis a vosotros mismos.

8 Confío en que estéis bien instruidos en las Sagradas Escrituras, y que nada permanezca oculto de vosotros: sin embargo, aún no se me ha concedido lo que56 está escrito, Enojaos, mas no pequéis; y también, Que el sol no se ponga sobre vuestra ira.

9 Benditos los que creen y recuerdan estos preceptos; como pienso que hacéis vosotros,

10 Que Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo; y él, que es nuestro eterno sumo sacerdote, el Hijo de Dios, a saber Jesucristo, os haga crecer en fe y en verdad y en humildad y benevolencia; en paciencia y resignación, en tolerancia y castidad.

11 Y os conceda una parte y heredad entre sus santos; y a nosotros con vosotros, y a todos los que están bajo los cielos que crean en nuestro Señor Jesucristo, y en su Padre57 que lo resucitó de entre los muertos.

12 Rezad por todos los santos: y también por los reyes, y58 todos los que tienen autoridad; y por aquellos que os persiguen y os odian, y por los enemigos de la cruz: que vuestro fruto se haga manifiesto en ellos; y vosotros seréis perfectos en59 Cristo,

13 60 Me escribisteis, como también lo hizo Ignacio, que si alguien mera a Siria, llevara vuestras cartas con él; me ocuparé de ello en cuanto tenga oportunidad; ya sea personalmente, o mediante un enviado.

14 Os mando las epístolas que Ignacio61 nos envió, junto con otras que han llegado a mis manos, tal como me pedisteis, adjuntas a esta carta.

15 Las cuales nos serán de gran provecho; pues tratan de fe y paciencia, y de todo aquello que pertenece a la edificación en62 el Señor Jesús.

16 Comunicádnoslo que sepáis de Ignacio, y de todos los que están con él,

17 Todo esto os lo escribo por medio de Crescente, a quien os he recomendado y nuevamente os recomiendo.

18 Pues ha tenido una conducta intachable entre nosotros, y supongo que también con vosotros.

19 Tened consideración de su hermana cuando se presente ante vosotros,

20 Permaneced salvos en el Señor Jesucristo63; y en la gracia con todos los vuestros. Amén.

notas a la EPÍSTOLA de POLICARPO a los FILIPENSES.


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