sábado, 19 de diciembre de 2009

EVANGELIO DE NICODEMO

ANTERIORMENTE LLAMADO LOS ACTOS DE PONCIO PILATO.

El Evangelio de NICODEMO el discípulo, en relación con los Sufrimientos y la Resurrección de nuestro Señor y Salvador JESUCRISTO.

[Aunque se supone que este Evangelio fue, según algunos entre los cultos, escrito realmente por Nicodemo, que se convirtió en discípulo de Jesucristo, y conversó con él; otros conjeturan que es una falsificación de hacia el siglo III hecha por un creyente celoso, quien al observar que los Cristianos de la época anterior habían hecho algunas menciones a los Actos de Poncio Pilato, pero que dichos Actos no podían presentarse, creyó que haría un buen servicio a la cristiandad creando y publicando este Evangelio; cosa que confirmaría los cristianos bajo persecución, y convencería a los paganos de la verdad sobre la religión cristiana. El reverendo Jeremías Jones dice, que fraudes tan piadosos como este era muy común entre los cristianos en los tres primeros siglos, y que una falsificación de esta naturaleza, con la visión mencionada anteriormente, parece natural y probable- El mismo autor, al darse cuenta que Eusebio, en su historia eclesiástica, culpa a los paganos de haber falsificado y publicado un libro, llamado "Los Hechos de Pilato", ve la ocasión de observar que la evidencia interna de este Evangelio, prueba que no fue la obra de ningún pagano; Y que si en los últimos años del siglo III lo encontramos en uso entre los cristianos (tal como ciertamente era en algunas iglesias) y sobre la misma época encontramos una falsificación de los paganos bajo el mismo título, parece muy probable que algunos cristianos, en aquel tiempo, publicaran una pieza como esta, para enfrentarse en parte a la falsificación de los Paganos, y en parte para dar soporte a aquellas menciones que habían hecho los antiguos cristianos sobre los Actos de Pilato; Y el Sr. Jones dice, que lo cree así más particularmente porque tenemos innumerables ejemplos de falsificaciones de los creyentes en la edad primitiva, basadas en razones menos plausibles. Sea canónico o no, tiene una gran antigüedad, y es mencionado por varios antiguos cristianos. La traducción actual se ha hecho del Evangelio publicado por Grineo en el Othodoxographa, vol. I. tom. I I. p. 643.]

CAP. I.

1 Cristo acusado por los judíos ante Pilato de haber curado en el día del sabbath, 9 requerido ante Pilato por un mensajero que le hace honores. 20 adorado por los estandartes que ondean ante él.

ANAS y Caifas, y Sumas, y Datam, y Gamaliel, Judas, Leví, Neftalí, Alejandro, Ciro, y otros judíos, se presentan ante Pilato contando cosas sobre Jesús, acusándole de muchos crímenes,

2 Y dijeron, Estamos seguros de que Jesús es hijo de José el carpintero1, y nacido de María, y que se declara él mismo hijo de Dios, y dice ser un rey2; y no sólo eso, sino que intenta la disolución del sabbath3, y de las leyes de nuestros padres.

3 Pilato respondió; ¿Qué es lo que declara? ¿Y qué es lo que intenta disolver?

4 Los judíos le contaron, Tenemos una ley que prohíbe curar en el sabbath4, pero él cura tanto a los cojos como a los sordos, a los afectados por la parálisis, a los ciegos, los leprosos y los poseídos en ese día con métodos infames,

5 Pilato preguntó, ¿Cómo puede hacer eso con métodos infames? Respondieron, Es un mago, y expulsa a los demonios gracias al príncipe de los demonios5, y así" todas las cosas quedan sujetas a él.

6 Entonces dijo Pilato, Expulsar a los demonios no parece la obra de un espíritu impuro, sino procedente del poder de Dios.

7 Los judíos replicaron a Pilato, Rogamos a su alteza que le mande presentarse ante su tribunal y lo oigáis por vos mismo,

8 Y Pílalo llamó a un mensajero y le dijo, ¿Por qué medios será Cristo traído hasta aquí?

9 Marchó el mensajero y, conociendo a Cristo, le honró; y extendiendo en el suelo el manto que llevaba en la mano, dijo. Señor, camina sobre esto y entra, pues el gobernador te reclama.

10 Cuándo los judíos vieron lo que el mensajero había hecho declararon (en su contra) ante Pilatos, y le dijeron, ¿Por qué no lo mandaste llamar por un criado en vez de por un mensajero?—Puesto que el mensajero, al verlo, le honró y extendió en el suelo el manto que llevaba en la mano, y le dijo. Señor, el gobernador te reclama.

11 Entonces Pilato llamó al mensajero y le preguntó, ¿Por qué has hecho eso?

12 El mensajero respondió. Cuando me enviaste de Jerusalén a Alejandría, vi a Jesús montando humildemente una hembra de asno, y los hijos de los hebreos gritaban, Hosanna, con ramas de árboles en la mano.

13 Otros desplegaban sus vestiduras en el camino, y decían, Sálvanos, tú que estás en el cielo; bendito el que viene en nombre del Señor6,

14 Los judíos se volvieron contra el mensajero y dijeron. Los hijos de los hebreos pronunciaban las aclamaciones en la lengua hebrea, ¿cómo pudiste, tú que eres griego, entender el hebreo?

15 El mensajero les respondió diciéndoles, te pregunté a uno de los judíos lo siguiente, ¿Qué es eso que los niños gritan en la lengua hebrea?

16 Y me lo explicó con estas palabras, Gritan Hosanna, que traducido significa, Oh, Señor, sálvame; o, Oh, Señor, sálvanos.

17 Pilatos entonces les dijo, ¿Por qué vosotros mismos atestiguáis las palabras de los niños, a saber, con vuestro silencio? ¿Qué ha hecho el mensajero que no debería? Y no dijeron nada.

18 El gobernador dijo entonces al mensajero, ve e intenta, por todos los medios, hacerle entrar.

19 Y el mensajero fue, y al igual que antes, dijo. Señor, entra, pues el gobernador te reclama.

20 Y cuando Jesús pasó junto a los abanderados que portaban los estandartes, los superiores se inclinaron y adoraron a Jesús.

21 Con lo cual los judíos exclamaron con vehemencia contra los abanderados.

22 Y Pilato dijo a los judíos, Sé que no os complace que la parte superior de los estandartes se incline y que adoren a Jesús por ellos mismos; pero, ¿por qué clamáis contra los abandera dos, como si se hubieran inclinado y lo hubieran adorado?

23 Ellos le respondieron a Pilato. Hemos visto como los abanderados se inclinaban y adoraban a Jesús.

24 Entonces el gobernador llamó a los abanderados y les preguntó, ¿Por qué habéis hecho eso?

25 Los abanderados respondieron a Pilato, Nosotros somos todos paganos y adoramos a los dioses en los templos, ¿cómo íbamos a adorarle? Únicamente sujetábamos los estandartes y ellos solos se inclinaron y le adoraron.

26 He aquí que Pilato dijo a los dirigentes de la sinagoga, Escoged vosotros mismos a unos cuantos hombres fuertes y que sujeten los estandartes, veremos si así se inclinan.

27 Y así los miembros del consejo de los judíos buscaron doce de los hombres más fuertes y capaces y les hicieron sujetar los estandartes y fueron llevados en presencia del gobernador,

28 Entonces Pilato le dijo a mensajero, Haz salir a Jesús y por algún medio, hazle entrar de nuevo. Y Jesús y el mensajero salieron de la sala.

29 Y Pilato hizo llamar a los abanderados que sujetaban antes los estandartes, y les juró que si no habían sujetado los estandartes de aquella manera cuando Jesús había entrado la vez anterior, les cortaría la cabeza.

30 Y el gobernador ordenó que Jesús entrara de nuevo.

31 Y el mensajero hizo lo mismo que la vez anterior, y rogó a Jesús que pisara su manto y caminara sobre él, y él caminó sobre el manto y entró,

32 Y cuando Jesús entró, los estandartes se inclinaron igual que lo hicieran antes y lo adoraron.

CAP. II.

2 La mujer de Pílato se compadece de él, 7 acusado de haber sido concebido mediante fornicación. 12 Testimonio del compromiso matrimonial de sus padres. Odio de los judíos hacia él. PILATO, al ver eso, tuvo miedo, y estuvo a punto de levantarse de su asiento.

2 Pero mientras pensaba en levantarse, su propia esposa, de pie a cierta distancia, le dijo lo siguiente. No le hagas nada a ese hombre justo; pues he sufrido mucho por él en una visión esta noche7.

3 Cuándo los Judíos oyeron esto, le dijeron a Pilatos, ¿No te hemos dicho que es un mago? Mira, ha hecho que tu mujer sueñe.

4 Pilatos llamó entonces a Jesús y le dijo, ¿Has oído de lo que te acusan y no contestas?

5 Jesús replicó. Si no tuvieran el don de la palabra, no podrían haber hablado, pero puesto que cada uno es responsable de su lengua, que él lo considere,

6 Pero los ancianos de los judíos respondieron, diciendo a Jesús, ¿Qué debemos considerar?

7 En primer lugar, sabemos todo esto respecto a ti, que fuiste concebido mediante fornicación; segundo, que al conocer de tu nacimiento, los niños fueron asesinados en Belén; tercero, que tu padre y tu madre María huyeron a Egipto, ya que no podían confiar en su propia gente.

8 Algunos de los judíos que allí estaban hablaron más favorablemente, No podemos decir que fuera concebido mediante fornicación; Pero sabemos que su madre María fue prometida a José, y por tanto no fue concebido mediante fornicación.

9 Y dijo Pilato a los judíos que afirmaban que había sido concebido mediante fornicación. Vuestra versión no es verídica, ya que existe una promesa de matrimonio, como atestiguan los que son de vuestro pueblo,

10 Anas y Caifas le dijeron a Pilatos, Toda esta multitud que clama que fue concebido mediante fornicación y que es un mago debe ser tenida en cuenta; pero aquellos que niegan que fue concebido mediante fornicación son sus prosélitos y discípulos.

11 Pilatos respondió a Anas y Caifas, ¿Quiénes son los prosélitos? Respondieron, Son aquellos que son hijos de paganos y no se han convertido en judíos, sino en seguidores suyos.

12 Entonces replicaron Eleazer y Asterio, y Antonio y Jaime, Caras y Samuel, Isaac y Fineas, Crispo y Agrippa, Anas y Judas, No somos prosélitos, sino hijos de judíos, y decimos la verdad, y estuvimos presentes cuando María fue desposada.

13 Y Pilatos, dirigiéndose a los doce hombres que habían afirmado esto, les dijo. Os conmino por la vida de Cesar, que declaréis honestamente si fue concebido mediante fornicación, y si todo eso que habéis contado es cierto.

14 Respondieron a Pilato, Tenemos una ley, por la cual tenemos prohibido jurar, pues es pecado: Que juren ellos por la vida de César que no es como hemos dicho, y aceptaremos la muerte.

15 Anas y Caifas dijeron a Pilato. Esos doce hombres no creerán que sabemos que fue concebido vilmente, y que es un mago, aunque afirme que es hijo de Dios, y rey8: lo cual no lo creemos de ningún modo, y temblamos al oírlo.

16 Entonces Pilato ordenó a todos ellos, excepto a los doce hombres que decían que no había sido concebido mediante fornicación, que salieran, y a Jesús que se retirara a cierta distancia, y les dijo, ¿Por qué quieren los judíos matar a Jesús?

17 Y le respondieron. Están furiosos porque ha curado en sabbath, Pilato replicó, ¿Lo matarán por hacer una buena obra?9. Y le respondieron. Sí, señor.

CAP. III.

1 Es exonerado por Pílalo. 11 Discute con Pilato sobre la verdad.

ENTONCES Pilato, enfurecido, salió de la sala y dijo a los judíos. Que el mundo entero sea testigo de que no encuentro nada en contra de este hombre10.

2 Los judíos respondieron a Pilato. SÍ no fuera una mala persona, no le habríamos traído ante ti.

3 Pilatos les dijo. Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley.

4 Pero los judíos replicaron. Nuestra ley no permite condenar a nadie a muerte.

5 Pilato dijo a los judíos. El mandamiento de no matarás11 os pertenece a vosotros, no a mí.

6 Y volvió a entrar en la sala. Y llamó a Jesús en su presencia y le preguntó, ¿Tú eres el rey de los judíos?

7 Y Jesús como respuesta le dijo, ¿Lo dices por ti mismo, o te lo han contado los judíos respecto a mí?

8 Pilato contestó diciéndole a Jesús, ¿Acaso soy yo judío? La nación entera y los dirigentes de los judíos te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

9 Jesús respondió diciendo. Mi reino no es de este mundo: si mi reino fuera de este mundo, mi ejército hubiera luchado por mí y no habría sido entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.

10 Y Pilato dijo, ¿Entonces eres un rey? Jesús respondió. Tú dices que soy rey: para esto nací, y para esto vine al mundo; con el propósito de atestiguar la verdad: y todo aquel que pertenece a la verdad, oye mi voz.

11 Pilato le preguntó, ¿Qué es la verdad?

12 Y Jesús respondió, La verdad es del cielo.

13 Por tanto la verdad no está en la tierra, dijo Pilatos.

14 Jesús le dijo a Pilato, Créeme que la verdad está en la tierra, entre esos que cuando tienen el poder de juzgar, son gobernados por la verdad y por el buen juicio.

CAP. IV.

7 Pilatos no encuentra culpable de nada a Jesús. 16 Los judíos exigen la crucifixión.

HE aquí que Pilatos dejó a Jesús en la sala, salió y dijo a los judíos. No encuentro culpable de nada a Jesús.

2 Los judíos replicaron. Sin embargo él afirmó, puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días.

3 Pilatos les preguntó, ¿Qué templo es ése al que se refiere?

4 Y los judíos le respondieron. El que Salomón tardó cuarenta y seis años en levantar12, dijo que lo destruiría y lo reconstruiría en tres días.

5 Pilatos replicó, Yo soy inocente de la sangre derramada de este hombre; vosotros mismos13.

6 Los judíos le dijeron. De esa sangre nos hacemos responsables nosotros y nuestros hijos. Entonces Pilatos convocó a tos ancianos y los escribas, los sacerdotes y los levitas y les dijo en privado. No hagáis eso; no he encontrado nada en vuestras acusaciones (contra él), respecto a la curación de personas enfermas y la profanación del sabbath, que le haga merecedor de morir.

7 Los sacerdotes y levitas respondieron a Pilatos, Por la vida de César, si alguien es un blasfemo, merece la muerte14; y este hombre ha blasfemado contra el Señor.

8 Y el gobernador ordenó de nuevo a los judíos que salieran de la sala; llamó a Jesús y le dijo, ¿Qué voy a hacer contigo?

9 Haz según está escrito, respondió Jesús.

10 ¿Qué está escrito?, Le preguntó Pilatos.

11 Y Jesús le respondió. Moisés y los profetas presagiaron mi sufrimiento y resurrección.

12 Los judíos, al oír esto, se indignaron, y le dijeron a Pilatos, ¿Por qué sigues escuchando las blasfemias de ese hombre?

13 Y Pilatos les contestó. Si esas palabras os parecen una blasfemia, tomadlo, llevadlo ante vuestro tribunal y juzgadlo según vuestra ley,

14 Los judíos replicaron a Pilatos, Nuestra ley dice que debe recibir treinta y nueve latigazos, y si después de eso blasfema contra el Señor, debe ser apedreado.

15 Si sus palabras son una blasfemia, juzgadlo según vuestra ley, les dijo Pilatos.

16 Los judíos le dijeron a Pilatos, Nuestra ley nos prohíbe ejecutar a nadie15: deseamos que sea crucificado, pues merece la muerte en la cruz,

17 Pilatos les dijo. No hay motivo por el que deba ser crucificado: que lo azoten solamente y lo dejen marchar16.

18 He aquí que cuando el gobernador miró a la gente que había presente y a los judíos, vio que muchos de los judíos lloraban, y le dijo al sumo sacerdote de los judíos. No todo el mundo desea su muerte.

19 Los ancianos de los judíos respondieron a Pilatos, Nosotros y todos los demás hemos venido hasta aquí con ese propósito, que muera.

20 Pilatos les preguntó, ¿Por qué debe morir?

21 Y le respondieron, Porque afirma que es hijo de Dios y Rey,

CAP.V.

1 Nicodemo habla en defensa de Cristo y cuenta sus milagros. 12 Otro judío, 26 Verónica, 34 Centurión y otros, atestiguan otros milagros.

PERO cierto judío llamado Nicodemo se presentó ante el gobernador y dijo. Te ruego, oh juez justo, que me concedas la libertad de pronunciar unas palabras.

2 Pilato respondió, Habla.

3 Nicodemo dijo, Pregunté a los ancianos de los Judíos, y a los escribas, y a los sacerdotes y levitas, y a toda la multitud de los judíos en su asamblea, ¿Qué vais a hacerle a este hombre?

4 Este hombre ha obrado muchos milagros útiles y gloriosos, como ningún otro hombre había hecho antes en la tierra, ni hará17. Dejadlo ir y no le hagáis daño; si proviene de Dios, sus milagros (sus curas milagrosas) continuarán; pero si del hombre, se quedarán en nada18.

5 Así, Moisés, cuando fue enviado por Dios a Egipto, obró los milagros que Dios le ordenó ante Faraón, rey de Egipto; y aunque los magos de aquel país, Jannes y Jambres19 realizaron con su magia los mismos milagros que Moisés había llevado a cabo, no pudieron obrar todo lo que él había hecho;

6 Y los milagros que los magos obraron no eran de Dios, como ya sabéis, oh, escribas y fariseos; y los que los llevaron a cabo perecieron, igual que todos los que los creyeron20.

7 Ahora dejad marchar a este hombre; pues los milagros por los que se le acusa son de Dios, y no merece la muerte.

8 Los judíos le dijeron entonces a Nicodemo, ¿Te has hecho discípulo suyo y por eso pronuncias discursos en su favor?

9 Nicodemo les respondió, ¿Se ha hecho el gobernador discípulo suyo también y por eso habla en su favor? ¿No le adjudicó el César tan alto puesto?

10 Cuándo los judíos oyeron esto, comenzaron a temblar y a rechinar los dientes de rabia hacia Nicodemo, y le dijeron, ¡Si aceptas su doctrina como verdadera, compartirás la suerte de Cristo!

11 Nicodemo replicó, Amén; aceptaré su doctrina, y compartiré su suerte, como habéis dicho.

12 Entonces se levantó otro judío y solicitó el permiso del gobernador para pronunciar unas palabras.

13 Y el gobernador te dijo. Di lo que pienses.

14 Y él comenzó. Llevaba treinta y ocho anos junto a las lagunas de Jerusalén, afectado de una grave enfermedad, esperando una cura que llegaba con la venida de un ángel que, en cierto momento, agitaba las aguas, y aquel que entraba primero después de que las aguas fueran agitadas, sanaba de cualquier enfermedad que padeciera.

15 Y cuando Jesús me vio allí, languideciendo, me dijo, ¿Quieres sanarle? Y yo respondí. Señor, no hay nadie que, cuando las aguas están agitadas, me meta en la laguna.

16 Y me dijo. Levántate, coge tu litera y camina. E inmediatamente fui sanado, y cogí mi litera y caminé21.

17 Los judíos entonces le pidieron a Pilato, Nuestro Señor Gobernador, te suplicamos que le preguntes qué día era cuando fue curado de su enfermedad.

18 La persona enferma respondió, era sabbath.

19 Los judíos le dijeron a Pilato, ¿No te habíamos dicho que operaba sus curaciones el sabbath y que expulsaba a los demonios gracias al príncipe de los demonios?

20 Entonces otro judío23 se levantó y dijo. Yo estaba ciego, podía oír los ruidos, pero no veía a nadie; y cuando Jesús pasaba, oí a la multitud y pregunté qué ocurría.

21 Me dijeron que estaba pasando Jesús: entonces lo llamé, diciendo, Jesús, hijo de David, ten piedad de mí. Y él se detuvo y ordenó que me llevaran hasta él, y me dijo. ¿Qué quieres?

22 Yo le contesté. Señor, recuperar la vista,

23 Y él me dijo. Recupera la vista: e inmediatamente vi, y le seguí lleno de alegría dándole las gracias,

24 Otro judío se levantó y dijo. Yo era leproso23, y me curó tan sólo con su palabra, diciendo. Lo haré, queda limpio; e inmediatamente quedé limpio de la lepra.

25 Y otro judío se levantó y dijo, yo estaba encorvado y me irguió con su palabra24.

26 Y cierta mujer llamada Verónica dijo25. Yo sufría de hemorragias desde hacía doce años, toqué el dobladillo de sus vestiduras e inmediatamente pararon las hemorragias.

27 Los Judíos dijeron entonces. Tenemos una ley que prohíbe que una mujer sea aceptada como prueba.

28 Y, después de otras cosas, otro Judío dijo26, Vi a Jesús que estaba invitado a una boda con sus discípulos y había escasez de vino en Canan de Galilea;

29 Y cuando se hubieron bebido todo el vino, ordenó a los sirvientes que llenaran seis tinajas que allí había de agua, y las llenaron hasta el borde, y las bendijo, y convirtió el agua en vino, y todo el mundo bebió, sorprendidos ante este milagro.

30 Y otro judío se levantó y dijo27, yo vi a Jesús enseñando en la sinagoga en Cafarnaúm; y había en la sinagoga un hombre poseído por un demonio; y gritaba, diciendo, Déjame en paz; ¿Qué vamos a hacer contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Ya sé que eres el Santo de Dios.

31 Y Jesús le reprendió, diciendo. Calla de una vez, espíritu impuro, y sal de ese hombre; e inmediatamente salió de él sin hacerle daño alguno.

32 Lo siguiente fue expuesto por un fariseo: Vi que una gran multitud venía a Jesús desde Galilea y Judea, y del litoral y de muchos países alrededor de Jordania, y muchas personas enfermas venían a él, y él las curaba a todas28,

33 Y escuché cómo los espíritus impuros gritaban y decían29, Tu eres el Hijo de Dios. Pero Jesús les ordenaba severamente que no le descubrieran.

34 Después de esto, otro hombre, llamado Centurión, dijo30, Yo vi a Jesús en Cafarnaúm, y le supliqué, diciendo, Señor, mi sirviente yace en casa afectado de parálisis.

35 Y Jesús me respondió. Iré contigo y le curaré.

36 Pero repliqué, Señor, no soy digno de que entres en mi casa; pero una palabra tuya bastará para sanarle.

37 Y Jesús me dijo, Ve y que se haga según tu fe. Y mi sirviente quedó sanado desde aquel mismo momento.

38 Entonces cierto hombre ilustre dijo, yo tengo un hijo en Cafarnaúm, que yacía en su lecho de muerte; y cuando oí que Jesús había llegado a Galilea, fui y le rogué que viniera a mi casa y curara a mi hijo, pues estaba a punto de morir.

39 Él me dijo. Ve, tu hijo vivirá.

40 Y mi hijo se curó en ese mismo momento.

41 Además de estos, muchos otros Judíos, tanto hombrea como mujeres, gritaban y decían. El es realmente el Hijo de Dios, que cura todas las enfermedades sólo con su palabra, y a quien todos los demonios obedecen.

42 Algunos de ellos decían además, Ese poder no puede provenir sino de Dios,

43 Pilato dijo a los judíos, ¿Por qué no obedecen los demonios a vuestros doctores?

44 Algunos de ellos respondieron, El poder de mandar sobre los demonios no puede provenir sino de Dios.

45 Pero otros le contaron a Pilato que había resucitado a Lázaro31 de la muerte cuando ya llevaba cuatro días en su sepulcro.

46 El gobernador al oír esto, dijo temblando a la multitud de judíos, ¿Qué ganáis derramando sangre inocente?

CAP. VI.

1 Pilato consternado por el revuelo de los judíos, 5 que exigen que Barrabás sea liberado y Cristo crucificado, 9 Pilato discute acaloradamente con ellos. 20 se lava las manos por la sangre de Cristo, 23 y lo sentencia a ser azotado y crucificado.

HE aquí que Pilato convocó a Nicodemo y a los quince hombres que decían que Jesús no había sido concebido mediante fornicación y les dijo, ¿Qué voy a hacer?, parece que se va a producir una revuelta entre la gente32,

2 Ellos le respondieron. No lo sabemos; que decidan los que iniciaron la revuelta.

3 Pilato entonces se dirigió a la multitud de nuevo, diciéndoles. Sabéis que según la tradición, debo liberar a un prisionero en la fiesta de Pascua;

4 Tengo un conocido prisionero, un asesino, llamado Barrabás, y a Jesús, llamado Cristo, contra el cual no encuentro nada por lo que merezca la muerte; así ¿cuál de los dos queréis que libere?33.

5 Y todos gritaron. Libera a Barrabás.

6 Pilato les dijo. ¿Qué hago entonces con Jesús al que llaman Cristo?

7 Y todos respondieron. Que lo crucifiquen.

8 De nuevo gritaron diciéndole a Pilato. Si liberas a este hombre, no eres amigo de César", puesto que ha declarado que es el Hijo de Dios y rey. Pero, ¿estás seguro que será rey y no César?

9 Entonces Pilato, furioso, les dijo. Vuestra nación ha sido siempre sediciosa, y os ponéis en contra de aquellos que os ayudan.

10 Los judíos replicaron, ¿Quiénes son ésos que nos han ayudado?

11 Pilato respondió, Vuestro Dios, que os libró de la esclavitud de los egipcios y os hizo cruzar el Mar Rojo como si fuera tierra seca, y os alimentó en el desierto con maná y carne de codorniz, e hizo brollar agua de la piedra, y os dio una ley del cielo:

12 Le provocasteis continuamente, y construisteis la imagen de un becerro y lo adorasteis, y le ofrecisteis sacrificios, y dijisteis, ¡Estos son Tus Dioses, oh Israel, que te liberaron de la tierra de Egipto!

13 Viendo lo cual vuestro Dios tuvo intención de destruiros; pero Moisés intercedió por vosotros, y vuestro Dios le escuchó y perdonó vuestra iniquidad.

14 Después os encolerizasteis contra vuestros profetas. Moisés y Aarón, y quisisteis matarlos, cuando huyeron al tabernáculo, y rezongabais continuamente contra Dios y sus profetas.

15 Y levantándose de su silla de juez hizo ademán de marcharse; pero los judíos comenzaron a gritar. Nosotros reconocemos a César como rey, no a Jesús.

16 En cuanto a esta persona, nada más nacer, los sabios fueron a ofrecerle sus regalos; y Herodes, al oír esto, se inquietó sumamente y quiso matarlo.

17 Cuando su padre se enteró, huyó con él y su madre, María, a Egipto. Herodes, al saber que había nacido, quiso darle muerte; y así envió y mató a todos los niños de menos de dos años35 de Belén y sus alrededores,

18 Pilato, al oír este relato, tuvo miedo, y ordenando silencio a la gente, que formaban un escándalo, le preguntó a Jesús, ¿Entonces eres rey?

19 Todos los judíos le respondieron a Pilato, es la misma persona que Herodes buscaba para matarlo.

20 Y Pilato, tomando agua, se lavó las manos ante la gente y dijo, Soy inocente de la sangre derramada de este hombre justo, vosotros mismos36.

21 De esa sangre nos hacemos responsables nosotros y nuestros hijos, contestaron los judíos.

22 Entonces Pilato ordenó que llevaran a Jesús ante él, y te dijo lo siguiente:

23 Tu propio pueblo te ha acusado de hacerte pasar por rey; por lo cual, yo, Pilato, te sentencio a ser azotado según las leyes de los antiguos gobernadores; y a que seas primero atado y luego colgado de una cruz en el mismo lugar en que eres ahora prisionero; junto con dos delincuentes llamados Dimas y Gestas.

CAP. VII.

1 Crucifixión de Cristo con los dos ladrones.

JESÚS salió entonces de la sala, y los dos ladrones con él.

2 Y cuando llegaron al lugar llamado Gólgota37, le despojaron de sus vestiduras y le cubrieron con una prenda de lino, y le pusieron una corona de espinas en la cabeza v una caña en la mano.

3 Y del mismo modo hicieron con los dos ladrones que fueron crucificados con él, Dimas a su derecha y Gestas a su izquierda.

4 Pero Jesús dijo, Padre Mío, perdónales, porque no saben lo que hacen.

5 Y dividieron sus ropas y se las repartieron a suertes.

6 La gente mientras tanto permanecía a su alrededor, y los grandes sacerdotes y los ancianos de los judíos se burlaban de él, diciendo, ha salvado a otros, que se salve ahora a él mismo, si puede; si es el hijo de Dios, que baje de la cruz.

7 Los soldados también se burlaban de él, y tomando vinagre y hiel se lo dieron a beber y le dijeron, Si eres el rey de los Judíos, libérate a ti mismo.

8 En aquel momento un soldado llamado Longino, tomando una lanza38, le traspasó el costado e inmediatamente brolló sangre y agua.

9 Y Pilato escribió un rótulo sobre la cruz en hebreo, latín y caracteres griegos, a saber. Este es el rey de los judíos39.

10 Entonces uno de los dos ladrones que habían sido crucificados con Jesús, cuyo nombre era Gestas, le dijo a Jesús, Si tú eres Cristo, libérate a ti mismo y a nosotros.

11 Pero el ladrón que había crucificado a su derecha, cuyo nombre era Dunas, le reprendió diciendo, ¿No tienes temor de Dios, que ha sido condenado a esta pena? Nosotros recibimos el justo y merecido castigo a nuestras acciones; pero este Jesús, ¿qué mal ha hecho?

12 Después de esta queja le dijo a Jesús, Señor, acuérdate de mí cuando venga tu reino.

13 Y Jesús le respondió diciendo. En verdad te digo que ese día tú estarás conmigo en el Paraíso,

cap. VIII.

1 Aparición milagrosa en su muerte. 10 Los judíos afirman que el eclipse fue natural. 12 José de Arímatea embalsama el cuerpo de Cristo y lo entierro.

Y hacia la sexta hora40 la oscuridad cubrió la faz de la tierra hasta la hora novena.

2 Y mientras el sol estaba eclipsado, he aquí que la cortina del templo se rasgó de arriba abajo; y las piedras también se agrietaron, y los sepulcros se abrieron, y muchos cuerpos de santos, que dormían, se levantaron.

3 Y en la hora novena Jesús con voz en grito dijo, Elí, Elí, ¿lama zabacthani?, Que traducido, significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

4 Y después de esto. Jesús dijo. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu; y dicho esto, expiró.

5 Pero cuando el centurión vio que con un grito expiraba, glorificó a Dios, y dijo, En verdad este era un hombre justo,

6 Y toda la gente que allí había quedó sumamente desasosegada por la visión, y meditando sobre lo que había pasado, se golpearon el pecho y volvieron a la ciudad de Jerusalén.

7 El centurión se dirigió al gobernador y le contó todo lo que había ocurrido.

8 Y cuando hubo escuchado todas aquellas cosas, quedó sumamente afligido;

9 Convocó a los judíos y les dijo, ¿Habéis visto el milagro del eclipse solar, y todas las demás cosas que han ocurrido mientras Jesús moría?

10 Cuando los judíos oyeron esto, respondieron al gobernador. El eclipse del sol se ha producido según lo habitual.

11 Pero todos aquellos que conocían a Cristo se quedaron a cierta distancia, como hicieron las mujeres que habían seguido a Jesús de Galilea, observando todo lo que sucedía.

12 He aquí que un hombre de Arimatea llamado José41, discípulo también de Jesús, aunque no abiertamente por miedo a los judíos, se fue al gobernador y le rogó que le diera permiso para bajar el cuerpo de Jesús de la cruz.

13 Y el gobernador le dio permiso.

14 Y fue también Nicodemo, llevando con él una mezcla de mirra y aloe de aproximadamente una libra de peso; y bajaron a Jesús de la cruz entre lágrimas, y lo envolvieron en un lienzo de lino con los perfumes, según es costumbre de enterrar entre los judíos,

15 Y lo colocaron en un sepulcro nuevo, que José había construido, excavando en roca, en el que ningún hombre había sido enterrado; e hicieron rodar una gran roca para tapar la entrada al sepulcro.

CAP. IX.

1 Los judíos enojados con Nicodemo; 3 y con José de Arimatea, 7 a quien encarcelan.

CUANDO los injustos judíos supieron que José había pedido y enterrado el cuerpo de Jesús, buscaron a Nicodemo y a tos quince hombres que habían testificado ante el Gobernador que Jesús no había sido concebido mediante fornicación, y a otras buenas personas que habían mostrado alguna buena acción respecto a él.

2 Y cuando todos ellos se ocultaron por miedo a los judíos, sólo Nicodemo se presentó ante ellos, diciendo, ¿Cómo pueden entrar en la sinagoga personas como esas?

3 Los judíos le respondieron, ¿Cómo te atreves a entrar a la sinagoga, tú que fuiste cómplice de Cristo? Que tu suerte sea la suya en el otro mundo.

4 Nicodemo respondió. Amén; que así sea, que tenga la misma suerte que él en su reino.

5 Asimismo, José, cuando habló con los judíos, les dijo, ¿Por qué os enfadáis conmigo por pedirle el cuerpo de Jesús a Pilato? Mirad, lo he puesto en mi tumba y lo en envuelto en lino limpio y he tapado con una piedra la puerta del sepulcro:

6 He actuado de forma correcta con él; pero vosotros habéis actuado injustamente contra esa persona justa, le habéis crucificado, dado a beber vinagre, coronado con espinas, maltratado su cuerpo con azotes, y os habéis hecho responsables de su sangre derramada.

7 Los judíos, al oír esto. Se inquietaron y agitaron; lo apresaron y ordenaron que quedara bajo custodia antes del sabbath y hasta que el sabbath terminara.

8 Y le dijeron. Confiésate; porque en este tiempo la ley prohíbe hacerte daño alguno hasta que llegue el primer día de la semana, Y sabemos que no te considerarán merecedor de un entierro. Sino que daremos tu cuerpo a los pájaros del aire y las bestias de la tierra,

9 José respondió. Ese discurso es equiparable al del soberbio Goliat, que ultrajó a Dios viviente al hablar en contra de David. Pero vosotros, escribas y maestros, sabéis que Dios dijo por boca del profeta. Mía es la venganza. Y os devolveré42 el mismo mal con que vosotros me habéis amenazado.

10 El Dios que habéis colgado en la cruz puede librarme de vuestras manos, Toda vuestra maldad os será retomada.

11 Pues el gobernador, al lavarse las manos, dijo. Soy inocente de la sangre derramada de este hombre justo. Pero vosotros respondisteis y gritasteis. De su sangre nos hacemos responsables nosotros y nuestros hijos. Así. Como habéis dicho, que muráis para siempre.

12 Los ancianos de los judíos, al oír estas palabras, montaron en cólera; apresaron a José y lo encerraron en una cámara sin ventanas; cerraron la puerta y sellaron el cerrojo;

13 Anas y Caifas apostaron un guardia delante de ella y quedaron con los sacerdotes y levitas que se reunirían después del sabbath, y decidirían a qué muerte debían condenar a José.

14 Hecho esto, los dirigentes. Anas y Caifas, ordenaron que les llevaran a José.

Aquí hay una porción del Evangelio perdida u omitida, que no podemos proporcionar.

CAP.X.

1 José escapa. 2 Los soldados relatan la resurrección de Cristo. 18 Ven a Cristo rezando en Galilea. 21 Los judíos se arrepienten de su crueldad hacia él.

CUANDO toda la asamblea oyó esto, se sorprendieron y quedaron atónitos, pues encontraron el mismo sello en el cerrojo de la cámara, pero no encontraron a José.

2 Entonces Anas y Caifas entraron y, mientras todos se admiraban de que José se hubiera ido, he aquí que uno de los soldados que guardaban el sepulcro de Jesús explicó a la asamblea43,

3 Que mientras guardaban el sepulcro de Jesús, hubo un terremoto; y vimos cómo un ángel del Señor apartaba rodando la piedra del sepulcro y se sentaba sobre ella44;

4 Y su rostro resplandecía como un rayo, y sus ropas como la nieve; y nos quedamos como muertos por el miedo, 5 Y oímos cómo un ángel decía a las mujeres que había junto al sepulcro de Jesús, No temáis; sé que buscáis a Jesús crucificado; ha resucitado, tal como predijo.

6 Venid y ved el lugar donde yacía; y marchad inmediatamente, y contadles a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que se presentará a vosotros en Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo.

7 Entonces los judíos llamaron a todos los soldados que vigilaban el sepulcro de Jesús, y les dijeron, ¿Quiénes son esas mujeres con las que habló el ángel? ¿Por qué no las capturasteis?

8 Los soldados respondieron, No sabemos quiénes eran aquellas mujeres; además, nos quedamos como muertos por el miedo ¿cómo íbamos a capturar a aquellas mujeres?

9 Los judíos replicaron, Como que el Señor vive, que no os creemos.

10 Los soldados respondieron diciendo a los judíos, si visteis y oísteis que Jesús había obrado todos aquellos milagros y no le creísteis, ¿cómo vais a creernos a nosotros? Como habéis dicho, Como que el Señor vive, porque el Señor en verdad vive.

11 Hemos oído que encerrasteis a José, el que enterró el cuerpo de Jesús, en una cámara, con un cerrojo sellado; y cuando la abristeis, no le encontrasteis allí,

12 Mostradnos a José, a quien encerrasteis bajo vigilancia en la cámara, y nosotros os mostraremos a Jesús, al que guardábamos en el sepulcro.

13 Los judíos respondieron, diciendo, Os mostraremos a José, mostradnos a Jesús, pues José está en su ciudad, Arimatea.

14 Los soldados respondieron, si José está en Arimatea, Jesús en Galilea, oímos que el ángel se lo decía a las mujeres.

15 Los judíos, al oír esto, sintieron miedo, y dijeron entre ellos. Si todo esto se hiciera público de algún modo, entonces todo el mundo creería en Jesús.

16 Entonces reunieron una gran suma de dinero y se la ofrecieron a los soldados, diciéndoles, Decidle a la gente que los discípulos de Jesús fueron de noche, mientras vosotros dormíais, y robaron el cuerpo de Jesús; y si esto llega a oídos de Pilato, el gobernador, nosotros os defenderemos y le convenceremos,

17 Así, los soldados aceptaron el dinero y contaron lo que los judíos les habían indicado; y su historia se extendió entre toda la gente.

18 Sin embargo, cierto sacerdote llamado Fineas, Ada, un maestro, y un levita llamado Ageo, los tres fueron de Galilea a Jerusalén y les contaron a los sumos sacerdotes, y a todos los que estaban en las sinagogas, lo siguiente:

19 Hemos visto a Jesús, al que crucificasteis. hablando con sus once discípulos, sentado en medio de ellos en el Monte de los Olivos, diciéndoles45,

20 Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a todas las naciones, bautizadlos en el nombre del Padre, y del Hijo; y del Espíritu Santo; y todo aquél que crea y sea bautizado, se salvará.

21 Y cuando hubo dicho esto a sus discípulos, vimos cómo ascendía al cielo.

22 Cuando los sumos sacerdotes, y los ancianos y levitas escucharon todas estas cosas, les dijeron a estos tres hombres, Glorificad al Dios de Israel, y confesadle si todo eso que decís que habéis visto y oído es verdad.

23 Y su respuesta fue. Como que el Señor de nuestros padres vive, el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob, que hemos oído a Jesús hablando con sus discípulos, y que lo hemos visto ascender al cielo, pues os hemos contado la verdad.

24 Y los tres hombres aún añadieron las siguientes palabras. Si no fuera cierto que oímos a Jesús y que le vimos ascender al cielo, estaríamos cometiendo un pecado,

25 Los sumos sacerdotes se levantaron enseguida y, sosteniendo el libro de la ley en sus manos, se dirigieron a estos hombres, diciéndoles, De ahora en adelante no volveréis a explicar todo lo que nos habéis contado respecto a Jesús,

26 Y les dieron una gran suma de dinero y mandaron a otras personas que los condujeran y acompañaran a su país, para que no hicieran, bajo ningún concepto, parada en Jerusalén,

27 Entonces los judíos se reunieron en asamblea y, expresando su más profunda preocupación, dijeron, ¿Qué es esto tan extraordinario que ha ocurrido en Jerusalén?

28 Pero Anas y Caifas los tranquilizaron, diciendo, ¿Por qué íbamos a creer a los soldados que guardaban el sepulcro de Jesús cuando nos dicen que un ángel apañó rodando la piedra de la entrada del sepulcro?

29 Tal vez sus propios discípulos les dijeron eso, y les ofrecieron dinero para que lo explicaran, y ellos mismos se llevaron el cuerpo de Jesús.

30 Además, considerad esto, que los extranjeros46 no merecen ningún crédito, pues también aceptaron la gran suma que les ofrecimos, y han confesado, siguiendo nuestras instrucciones. Pueden sernos leales a nosotros, o a los discípulos de Jesús.

CAP. XI.

1 Nicodemo aconseja a los judíos. 6 José es encontrado, 11 e invitado por los judíos a volver. 19 Explica cómo se produjo su milagrosa evasión.

ENTONCES Nicodemo se levantó y dijo, Tenéis razón, oh. Hijos de Israel, habéis oído lo que esos tres hombres han jurado por la Ley de Dios. A saber, Hemos visto a Jesús hablando con sus discípulos en el Monte de los Olivos, y lo vimos ascender al cielo.

2 Y las escrituras nos enseñan que el bendito profeta Elías fue elevado al cielo; y cuando los hijos de los profetas preguntaron a Eliseo ¿Dónde está tu padre Elías? Él les respondió, ha ascendido al cielo.

3 Y los hijos de los profetas le dijeron, Tal vez el espíritu le ha llevado a una de las montañas de Israel, puede que allí lo encontremos, Y le suplicaron a Elíseo, y caminó con ellos tres días, pero no le encontraron.

4 Así que escuchadme, oh, hijos de Israel, y enviemos hombres a las montañas de Israel, por si el espíritu se hubiera llevado a Jesús, pues puede que le encontremos allí, y así nos convenceremos.

5 Y el consejo de Nicodemo complació a todo el mundo; y enviaron hombres que buscaron a Jesús, aunque sin encontrarlo: y a la vuelta dijeron, Lo hemos recorrido todo, pero no hemos encontrado a Jesús, aunque sí hallamos a José en su ciudad, Arimatea.

6 Los dirigentes, al oír esto, y todo el mundo, se alegraron, y alabaron al Dios de Israel por haber encontrado a José, al que habían encerrado en una cámara y no habían encontrado.

7 Y cuando hubieron formado una gran asamblea, los sumos sacerdotes preguntaron, ¿Cómo podemos traer a José para hablar con él?

8 Y tomando un trozo de papel, le escribieron, diciéndole. Que la paz sea contigo, y con toda tu familia. Sabemos que hemos cometido una ofensa contra Dios y contra ti. Sírvete a hacernos una visita, a tus padres, pues estamos muy sorprendidos por cómo escapaste de prisión,

9 Sabemos que fue una medida maliciosa, la que tomamos contra ti, y que el Señor cuidó de li, y que el Señor mismo te liberó de nuestros designios, La paz sea contigo, José, honorable entre todas las personas.

10 Y escogieron a siete amigos de José, y les dijeron. Cuando veáis a José, saludadlo en paz. Y entregadle esta carta.

11 Por tanto, cuando los hombres vieron a José, le saludaron en paz y le entregaron la carta.

12 Y cuando José la hubo leído, exclamó, Bendito sea Dios, que me ha protegido bajo sus alas.

13 Y José los besó y los llevó a su casa. Y a la mañana siguiente, montó en su asno y fue con ellos a Jerusalén.

14 Y cuando todos los judíos supieron esto, salieron a recibirle, gritando, Que la paz sea contigo en tu venida, padre José.

15 A lo cual él respondía, Que la prosperidad del Señor sea con todos vosotros.

16 Y todos le besaban; y Nicodemo lo llevó a su casa, donde había preparado un gran banquete.

17 Pero al día siguiente, día de preparación, Anas, Caifas y Nicodemo le dijeron a José, Confiésate ante el Dios de Israel, y responde a todas las preguntas que te haremos;

18 Puesto que hemos estado muy preocupados, pues enterraste el cuerpo de Jesús y nosotros te encerramos bajo llave en una cámara, pero no te encontramos; y hemos tenido miedo desde entonces hasta este momento en que has aparecido ante nosotros. Cuéntanos, ante Dios, todo lo que pasó,

19 Entonces José respondió, Es cierto que me recluisteis en el día de preparación hasta la mañana.

20 Pero mientras rezaba en mitad de la noche, cuatro ángeles rodearon la casa, y vi a Jesús como la luz del sol, y caí al suelo, presa del miedo.

21 Pero Jesús se agachó y me tomó de la mano, me levantó del suelo y me cayó el rocío; y él, secándome la cara, me besó y me dijo. No temas, José, mírame, pues soy yo,

22¡Entonces le miré y exclamé, Rabboni Elías! Él replicó. No soy Elías, sino Jesús de Nazaret, cuyo cuerpo enterraste.

23 Yo le dije. Muéstrame la tumba en la que te dejé.

24 Entonces Jesús, tomándome de la mano, me condujo hasta el lugar donde le había dejado y me mostró las ropas de lino y el paño con el que le había cubierto la cabeza. En ese momento supe que era Jesús, y le adoré, y dije, Bendito el que viene en nombre del Señor.

25 Jesús, tomándome de nuevo de la mano, me llevó a Arimatea, a mi propia casa, y me dijo. Que la paz sea contigo; pero no salgas de tu casa hasta el cuadragésimo día; yo debo encontrarme con mis discípulos.

CAP. XII.

1 Los judíos, atónitos y confundidos. 17 Los dos hijos de Simeón, Carino y Lentio, despiertan de entre los muertos Iras la crucifixión de Cristo. 19 José propone buscarlos para que expliquen los misterios de su resurrección. 21 Los buscan y los encuentran, 22 los llevan a la sinagoga, 23 juran en privado guardar el secreto, 25 y se comprometen a escribir lo que habían visto.

CUÁNDO los sumos sacerdotes y los levitas escucharon todas estas cosas, quedaron atónitos y cayeron con las caras contra el suelo, como muertos, y gritándose unos a otros, preguntaron, ¿Qué es este signo tan extraordinario que se ha dado en Jerusalén? Conocemos al padre y a la madre de Jesús,

2 Y cieno levita dijo, conozco a muchos de sus parientes, personas religiosas, que ofrecen sacrificios y holocaustos al Dios de Israel, en el templo, con plegarias.

3 Y cuando el sumo sacerdote Simeón lo tomó en sus brazos, le dijo17, Señor, ahora dejas ir a tu siervo en paz, como prometiste; pues mis ojos han visto tu salvación, que has preparado para toda la gente; una luz que ilumine a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.

4 Simeón bendijo del mismo modo a María, madre de Jesús, y le dijo. Te digo, respecto a ese niño; Está destinado para la caída y el levantamiento de muchos, y como causa de polémica.

5 Sí, una espada atravesará tu alma, y los pensamientos de muchos corazones serán revelados.

6 Entonces dijeron todos los judíos, enviemos a esos tres hombres, que afaman haberlo visto hablando con sus discípulos en el Monte de los Olivos.

7 Después de esto, les preguntaron qué habían visto: y respondieron en armonía. En presencia del Dios de Israel afirmamos que vimos claramente a Jesús hablando con sus discípulos en el Monte de los Olivos y ascender al cielo.

8 Entonces Anas y Caifas los llevaron a lugares distintos y los interrogaron por separado; y unánimemente confesaron la verdad, diciendo que habían visto a Jesús.

9 Entonces Anas y Caifas dijeron "Nuestra ley dice, por boca de dos o tres testigos se establecerán todas las palabras48".

10 ¿Pero qué hemos dicho? El bendito Enoc complació a Dios, y fue trasladado por la palabra de Dios; y se conoce el lugar donde fue enterrado Moisés,

11 Sin embargo Jesús fue entregado a Pilatos, le azotaron, le coronaron de espinas, le escupieron, le atravesaron con una lanza, le crucificaron, murió en la cruz y fue enterrado, y el honorable José enterró su cuerpo en un sepulcro nuevo, y atestigua que lo vio vivo.

12 Y además estos hombres han declarado que lo vieron hablando con sus discípulos en el Monte de los Olivos y ascender al cielo.

13 Entonces José se levantó y se dirigió a Anas y Caifas, Debéis de estar muy sorprendidos de que os hayan dicho que Jesús está vivo y que ha subido al cielo.

14 En realidad es un hecho sorprendente que no fuera él el único que resucitó de entre los muertos, sino que también otros se levantaron de sus tumbas, como han visto muchos en Jerusalén49.

15 Y ahora escuchadme un momento: Todos conocemos al santo Simeón, el sumo sacerdote, que cogió a Jesús en brazos cuando era un niño en el templo,

16 Ese mismo Simeón tenia dos hijos, y todos asistimos a su muerte y su funeral.

17 Id y mirad sus tumbas, veréis que están abiertas, y han resucitado: y he aquí que se encuentran en la ciudad de Arimatea, dedicándose los dos a devotos oficios,

18 Algunos, de hecho, han oído el sonido de sus voces orando, pero no hablan con nadie, sino que continúan callados como muertos.

19 Vayamos a donde están y comportémonos con el debido respeto y prudencia hacia ellos. Y si podemos hacerlos jurar, tal vez nos cuenten algunos de los misterios de su resurrección,

20 Al oír esto los judíos, se alegraron mucho.

21 Entonces Anas y Caifas, Nicodemo, José y Gamaliel se dirigieron a Arimatea, pero no los encontraron en sus tumbas; y caminando por la ciudad los encontraron rezando de rodillas:

22 Y saludándolos con lodo el respeto y deferencia hacia Dios, los llevaron a la sinagoga en Jerusalén: y cuando hubieron cerrado las puertas, tomaron el libro de la ley del Señor,

23 Y dejándolo en sus manos, les hicieron jurar por Dios Adonai, y el Dios de Israel, quien habló a nuestros padres por la ley y los profetas, diciendo. Si creéis que aquel que os resucitó de entre los muertos fue Jesús, decidnos lo que habéis visto, y cómo resucitasteis de entre los muertos.

24 Carino y Lentio, los hijos de Simeón, temblaron al oír eso, y se mostraron inquietos, y se quejaron; y a la vez, levantando la vista al cielo, hicieron la señal de la cruz con los dedos en la lengua,

25 Y enseguida hablaron, diciendo, Dadnos a cada uno de nosotros un trozo de papel y os escribiremos todo lo que hemos visto. Y se sentaron y escribieron lo siguiente:

CAP. XIII,

1 Comienza el relato de Carino y Lentio. 3 Una gran luz en el infierno. 7 Llega Simeón y anuncia la venida de Cristo.

OH Señor Jesús y Padre, que eres Dios y la resurrección y vida de los muertos, permítenos explicar tus misterios, que vimos después de la muerte, pertenecientes a tu cruz; Pues nos hacen jurar por tu nombre.

2 Pues has prohibido a tus siervos que expliquen las cosas secretas que con tu poder divino llevaste a cabo en el infierno,

3 Cuando fuimos llevados con nuestros padres a las profundidades del infierno, en la oscuridad de las tinieblas, de pronto apareció el color del sol dorado, y una gran luz de color púrpura iluminó el lugar.

4 E inmediatamente, Adán, padre de toda la humanidad, y lodos los patriarcas y profetas se alegraron y dijeron, Esa luz es el autor de la luz eterna, que prometió convertimos a todos en luz eterna.

5 Entonces Isaías, el profeta, levantó la voz, diciendo50, Esta es la luz del Padre, y el Hijo de Dios, de acuerdo con mi profecía, cuando vivía en la tierra.

6 La tierra de Zabulón, y la tierra de Neftalih más allá del Jordán, un pueblo que caminaba en la oscuridad, vio una gran luz; y a aquellos que vivían en la región de la sombra de la muerte, les iluminó la luz. Y ahora ha venido y nos ha iluminado a nosotros, que vivíamos en la muerte.

7 Y mientras todos celebrábamos la luz que brillaba sobre nosotros, nuestro padre Simeón vino entre nosotros, y felicitando a toda la compañía, dijo, Glorificad al Señor Jesucristo el Hijo de Dios.

8 A quien tuve en mis brazos cuando era niño en el templo, e impulsado por el Espíritu Santo, le dije, y reconocí51, Que ahora mis ojos han visto tu salvación, que has preparado para toda la gente, una luz para iluminar a los gentiles y la gloria de tu pueblo Israel.

9 Todos los santos que se encontraban en la profundidad del infierno, al oír esto, se congratularon aún más.

10 Después vino un pequeño ermitaño, y todo el mundo le preguntó, ¿Quién eres?

11 A lo cual respondió. Soy la voz del que llora en el desierto, Juan el Bautista, y el profeta del Altísimo, que vino antes de su llegada para preparar el camino, para dar a conocer la salvación a su pueblo para el perdón de los pecados.

12 Y yo Juan. Cuando vi a Jesús acercarse a mí, empujado por el Espíritu Santo, dije, He aquí el cordero de Dios, he aquí el que quita el pecado del mundo.

13 Y le bauticé en el río Jordán, y vi al Espíritu Santo descender sobre él en forma de paloma, y oí una voz del cielo, que decía, Este es mi Hijo amado, de quien estoy muy contento.

14 Y mientras iba ante él, he bajado hasta aquí para informaros de que el Hijo de Dios os visitará próximamente y, como el amanecer desde las alturas, vendrá a nosotros, que estamos entre tinieblas y la sombra de la muerte.

CAP. XIV.

1 Adán hace que Set explique lo que oyó del arcángel Miguel cuando lo envió al Paraíso para que le rogara a Dios que le ungiera la frente por su enfermedad.

PERO cuando el primer hombre, nuestro padre Adán, oyó esto, que Jesús había sido bautizado en el Jordán52, llamo a su hijo. Set, y dijo,

2 Cuenta a tus hijos, los patriarcas y profetas, todo aquello que oíste de Miguel, el arcángel, cuando te envié a las puertas del Paraíso para que le rogaras a Dios que me ungiera la frente cuando estaba enfermo.

3 Entonces Set, acercándose a los patriarcas y profetas, dijo, Yo, Set, estaba rogando a Dios a las puertas del Paraíso cuando he aquí que el ángel del Señor, Miguel, se me apareció y me dijo, El Señor me ha enviado a ti; me ha mandado regir sobre los cuerpos humanos,

4 Y yo te digo, Set, no reces al Señor entre lágrimas, y ruégale el aceite del árbol de la misericordia, con el que ungir a tu padre Adán para eliminar su dolor de cabeza;

5 Porque no puedes por ningún medio obtenerlo hasta el último día y hora, es decir, hasta que hayan transcurrido cinco mil quinientos años,

6 Entonces vendrá Cristo, el más misericordioso Hijo de Dios, a la tierra para resucitar de nuevo el cuerpo humano de Adán, y asimismo resucitar los cuerpos de los muertos, y cuando venga, recibirá el bautismo en el Jordán:

7 Entonces con el aceite de su misericordia ungirá a todos aquellos que crean en él; y el aceite de su misericordia continuará en generaciones futuras, para aquellos que nazcan del agua y el Espíritu Santo hasta la vida eterna,

8 Y cuando en ese tiempo el más misericordioso Hijo de Dios, Jesucristo, venga a la tierra, conducirá a nuestro padre Adán al Paraíso, al árbol de la misericordia.

9 Cuando los patriarcas y profetas oyeron todo lo que Set había dicho, se alegraron más.

CAP. XV.

1 Discusión entre Satanás y el príncipe del infierno respecto a la esperada llegada de Cristo al infierno.

MIENTRAS todos los santos se congratulaban, he aquí que Satanás, el príncipe y capitán de los muertos, le dijo al príncipe del infierno53,

2 Prepárate para recibir al mismo Jesús de Nazaret, quien se vanaglorió de ser el Hijo de Dios, aunque era un hombre temeroso de la muerte, que dijo54, Mi alma está triste hasta la muerte.

3 Además me ha provocado muchos agravios, a mí y a muchos otros; pues a aquellos a quienes cegaba o lisiaba o a aquellos a quienes atormentaba con varios demonios, los curaba con su palabra; sí, y aquellos a quien traje muertos a ti, él por la fuerza te los arrebata.

4 A lo cual el príncipe del infierno respondió a Satanás, ¿Quién es ese príncipe tan poderoso, y aún así, un hombre que teme la muerte?

5 Pues todos los potentados de la tierra están sujetos a mi poder, a quienes sometiste con tu poder.

6 Pero si él es tan poderoso en su naturaleza humana, en verdad te digo, que es todopoderoso en su naturaleza divina, y ningún hombre puede resistirse a su poder.

7 Por tanto al decir que temía la muerte, pretendía atraparte y hacerte infeliz hasta la eternidad.

8 Entonces Satanás respondió, y le dijo al príncipe del infierno. ¿Por qué expresas tus dudas, y tienes miedo de recibir a ese Jesús de Nazaret, que es tamo adversario tuyo como mío?

9 En cuanto a mí, le tenté y desperté entre mi antiguo pueblo, los judíos, furia y rabia contra él.

10 Afilé la lanza para que sufriera; mezclé la hiel y el vinagre y ordené que lo bebiera; preparé la cruz donde lo crucificaron, y los clavos que atravesaron sus manos y sus pies; y ahora que su muerte está próxima, le traeré hasta aquí, donde estará sometido tanto a ti como a mí.

11 Entonces el príncipe del infierno respondió, y dijo. Me acabas de decir que me arrebató a los muertos por la fuerza.

12 Aquellos que permanecían aquí hasta que vivieran de nuevo en la tierra fueron llevados, por tanto, no por su propio poder, sino mediante plegarias elevadas a Dios, y su Dios todopoderoso me los arrebató.

13 ¿Quién es entonces ese Jesús de Nazaret que con su palabra me ha arrebatado a los muertos sin rezarle a Dios?

14 Quizá sea el mismo que me arrebató a Lázaro, después de llevar cuatro días muerto, cuando ya olía y estaba en descomposición, y del cual tenía posesión por ser una persona muerta, y aún así lo llevó de nuevo a la vida con su poder.

15 Satanás le replicó al príncipe del infierno, y dijo. Es la misma persona, Jesús de Nazaret.

16 Al oír lo cual el príncipe del infierno le dijo. Te imploro, por los poderes que nos pertenecen a ti y a mí, que no me lo traigas.

17 Puesto que cuando oí hablar del poder de su palabra, comencé a temblar de miedo, y todos mis impíos compañeros estaban a su vez agitados;

18 Y no pudimos detener a Lázaro55, pues sufrió una sacudida, y con todos los signos de malicia, se alejó en ese preciso instante de nosotros; y la misma tierra, en que se había alojado el cuerpo de Lázaro, inmediatamente lo devolvió a la vida.

19 Y ahora sé que él es el Dios Todopoderoso que pudo llevar a cabo todo esto, que es poderoso en sus dominios, y poderoso en su naturaleza humana, que es la de Salvador de la humanidad.

20 Por tanto, no traigas a esa persona aquí, pues liberará a todos los que tengo en prisión por su falta de fe y atados con las cadenas de sus pecados, y los conducirá a la vida eterna.

CAP. XVI.

7 La llegada cíe Cristo a las puertas del infierno, la confusión que eso provoca. 10 Desciende al infierno.

Y mientras Satanás y el príncipe del infierno discutían esto, de repente se oyó una voz como un trueno y ráfagas de aire, que decían", Abrid las puertas, oh, príncipes; abrios, oh, puertas eternas, para que entre el Rey de la Gloria.

2 El príncipe del infierno, al oír esto, le dijo a Satanás, Aléjate de mí, fuera de mi morada; ¿no eres un poderoso guerrero? Lucha con el Rey de la Gloria. ¿Qué vas a hacer con él?

3 Y le echó de su morada.

4 Y el príncipe ordenó a sus oficiales impíos. Cerrad las puertas de bronce de la crueldad, y aseguradlas con barras de hierro, y luchad con coraje para que no nos hagan cautivos.

5 Pero cuando toda la compañía de santos oyó esto, le gritaron furiosos al príncipe del infierno:

6 Abre las puertas para que entre el Rey de la Gloria.

7 Y el divino profeta David, levantó la voz y dijo", ¿No es cieno que profeticé cuando estaba en la tierra que los hombres alabarían al Señor por su bondad y por sus maravillosas obras a los hijos de los hombres?

8 Pues ha roto las puertas de bronce, y partido las barras de hierro por la mitad, Se los ha llevado por su iniquidad, y por su injusticia padecen.

9 Después de lo cual, otro profeta, a saber, Isaías, habló asimismo a todos los santos58, ¿Nos os lo profeticé ciertamente cuando estaba vivo en la tierra?

10 Los muertos vivirán, y resucitarán los que están en sus tumbas, y llenará de alegría a los que están en la tierra; pues el rocío del Señor les llevará la liberación.

11 Y en otro lugar dije, Oh, muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh, muerte, ¿dónde está tu aguijón?

12 Cuando los santos oyeron todo lo que Isaías había dicho, le ordenaron al príncipe del infierno59. Abre ahora mismo las puertas y aparta las barras de hierro; pues serás atrapado y quedarás sin poderes.

13 Entonces se oyó una voz fuerte, como de trueno, que dijo, Abrid las puertas, oh, príncipes; abrios, puertas del infierno, para que entre el Rey de la Gloria.

14 E1 príncipe del infierno, al oír de nuevo la misma voz, gritó, como si no lo supiera, ¿Quién es ese Rey de la Gloria?

15 David replicó al príncipe del infierno, y dijo. Entiendo las palabras de esa voz, porque las hablo por su espíritu. Y ahora, como he dicho antes, te digo, el Señor fuerte y poderoso, el Señor poderoso en la batalla: él es el Rey de la Gloria, y él es el Señor del cielo y de la tierra;

16 Ha bajado a oír las quejas de los prisioneros, y para liberar a los condenados a muerte60.

17 Y ahora, mugriento y apestoso príncipe del infierno, abre las puertas para que entre el Rey de la Gloria; pues él es el señor del cielo y de la tierra.

18 Mientras David decía esto, el Señor poderoso apareció en la forma de un hombre e iluminó aquellos lugares que habían estado siempre en la oscuridad.

19 Y partió por la mitad las cadenas que antes no se rompían; y con su poder invencible visitó a aquellos que permanecían en la profundidad de la oscuridad por su iniquidad y en la sombra de la muerte por sus pecados61.

CAP. XVII.

1 La muerte y los demonios aterrorizados por la venida de Cristo. 13 Pasa por encima de la muerte, atrapa al príncipe del infierno, y se lleva a Adán con él al cielo.

LA Muerte impía y sus crueles oficiales al oír esto quedaron presas del pánico en sus diversos reinos, al ver la claridad de la luz,

2 Y al propio Cristo aparecer en sus moradas; Gritaron diciendo, Nos has atrapado; parece que pretendas confundimos ante el Señor.

3 ¿Quién eres, tú que no tienes ningún signo de corrupción, sino una apariencia brillante, una prueba de tu grandeza, que sin embargo, pareces no notar?

4 ¿Quién eres tú, tan poderoso y tan débil, tan grande y tan pequeño, humilde y aun así soldado del más alto rango, que ordena en forma de sirviente o de soldado raso?

5 ¿El Rey de la Gloria, muerto y vivo, aunque sacrificado en la cruz?

6 ¿Qué yaces muerto en la tumba y has venido vivo a nosotros y en tu muerte todas las criaturas temblaron, y todas las estrellas se movieron, y tienes ahora libertad entre los muertos y provocas un alboroto entre nuestras legiones?

7 ¿Quién eres tú, que liberas a los cautivos que permanecían encadenados por el pecado original, y les concedes su antigua libertad?

8 ¿Quién eres tú, que alumbras con esa luz gloriosa y divina a aquellos cegados por la sombra del pecado?

9 Del mismo modo todas las legiones de demonios fueron presas del mismo horror- y con sumisión debido al miedo, gritaron diciendo,

10 ¿De dónde vienes, oh, tú Jesucristo, que eres un hombre tan poderoso y glorioso en majestad, tan brillante que no tienes mácula, y tan puro que no has cometido ningún crimen? Pues este inframundo de la tierra, sometido siempre hasta ahora a nosotros, y del que recibíamos tributo, nunca nos había enviado un muerto así, nunca había enviado unos presentes como estos a los príncipes del infierno.

11 ¿Quién eres tú, entonces, que con tanto coraje has entrado a nuestras moradas, y no sólo no temes amenazarnos con los más horribles castigos, sino que intentas rescatar a todos los demás de las cadenas con que los tenemos sujetos?

12 Tal vez eres ese tal Jesús, del que Satanás hablaba ahora mismo a nuestro príncipe, que por tu muerte en la cruz estás a punto de recibir el poder de la muerte.

13 Entonces el Rey de la Gloria, pasando por encima de la muerte, atrapó al príncipe del infierno, le arrebató todo su poder y se llevó a nuestro padre de la tierra. Adán, con él a su gloria.

CAP. XVIII.

1 Belcebú, príncipe del infierno, reprende duramente a Satanás por perseguir a Cristo y haberlo llevado al infierno. 4 Cristo concede a Belcebú el dominio sobre Satanás para siempre, como recompensa por llevarse a Adán y sus hijos.

ENTONCES el príncipe del infierno cogió a Satanás y mostrando gran indignación le dijo, ¡Oh, tú, príncipe de la destrucción, autor de la derrota y el destierro de Belcebú, el hazmerreír de los ángeles de Dios y resistido por todas las personas honradas! ¿Qué te ha llevado a actuar de ese modo?

2 Crucificaste al Rey de la Gloria y con su destrucción nos prometiste grandes beneficios, pero como un tonto, ignorabas las consecuencias.

3 Pues he aquí que ahora Jesús de Nazaret, con la luminosidad de su gloriosa divinidad, ha hecho huir los horribles poderes de las sombras y la muerte;

4 Ha destruido nuestras prisiones de arriba abajo, liberado a todos los cautivos, desatado a los encadenados, y todos los que gemían bajo el peso de sus suplicios ahora nos insultan y seguramente seremos vencidos por sus plegarias.

5 Nuestros dominios impíos han sido sometidos, y no queda ninguna parte de la humanidad bajo nuestro control, sino que por el contrario, nos desafían descaradamente;

6 Pese a que, antes, los muertos nunca osaban comportarse de un modo insolente hacia nosotros, ni podían, estando prisioneros, estar contentos en ninguna ocasión.

7 Oh, Satanás, príncipe de todos los injustos, padre de los impíos y los abandonados, ¿por qué intentas esta hazaña, si ves que nuestros prisioneros nunca habían tenido hasta ahora la más mínima esperanza de salvación y vida?

8 Ahora, sin embargo, ni tan sólo uno de ellos gime, ni hay el más mínimo rastro de lágrimas en sus caras.

9 Oh, príncipe Satanás, gran guarda de las regiones infernales, todos los beneficios que conseguiste gracias al árbol prohibido, y la pérdida del Paraíso, los has perdido ahora por la madera de la cruz;

10 Y toda tu felicidad se terminó cuando crucificaste a Jesucristo, el Rey de la Gloria.

11 Has actuado contra tus propios intereses, y los míos, como verás inmediatamente con los grandes tormentos y castigos infinitos que estás a punto de padecer.

12 Oh, Satanás, príncipe de toda maldad, autor de la muerte y fuente de toda soberbia, deberías haberte informado de los delitos de Jesús de Nazaret, y en ese caso te habrías dado cuenta de que no era culpable de ningún crimen merecedor de la muerte.

13 ¿Por qué te atreviste, sin razón o causa, a crucificarle, trayendo a nuestra región a una persona inocente y honrada, perdiendo así a todos los pecadores, impíos e injustos de todo el mundo?

14 Mientras el príncipe del infierno le decía esto a Satanás, el Rey de la Gloria le dijo a Belcebú, el príncipe del infierno, Satanás, el príncipe quedará sujeto a tu dominio para siempre, en el lugar de Adán y sus honrados hijos, que son los míos.

CAP. XIX

1 Cristo toma a Adán de la mano, el resto de los santos unen las manos y ascienden todos con él al Paraíso.

ENTONCES Jesús extendió la mano y dijo. Venid a mí, todos vosotros mis santos, que fuisteis creados a mi imagen, que fuisteis condenados por el árbol del fruto prohibido, y por el demonio y la muerte,

2 Vivid ahora por la madera de mi cruz; el demonio, el príncipe de este mundo ha sido vencido, y la muerte conquistada.

3 E inmediatamente todos los santos se unieron bajo la mano del altísimo Dios; y el Señor Jesús tomó a Adán de la mano y le dijo, Que la paz sea contigo, y con toda tu justa posteridad, que es la mía.

4 Entonces Adán, echándose a los pies de Jesús, se dirigió a él humildemente, entre lágrimas, y elevando la voz, dijo62,

5 Te ensalzaré, oh, Señor, porque me has elevado y no has permitido que mis enemigos se burlen de mí. Oh, Señor mi Dios, yo te llamé y tu me has curado,

6 Oh, Señor, tú has resucitado mi alma de la tumba; tú me has mantenido vivo. Para que no bajara al abismo.

7 Cantadle al Señor, vosotros sus santos, y dad las gracias en memoria de su santidad. Pues su furia dura tan solo un momento; en su favor está la vida.

8 Del mismo modo, lodos tos santos, postrados a los pies de Jesús, dijeron con una sola voz, Has venido, Oh, Redentor del mundo, y has cumplido realmente todo lo que anunciaste a través de la ley y de tus santos profetas.

9 Has redimido a los vivos por tu cruz, y has venido a nosotros para, mediante la muerte en la cruz, liberamos del infierno y con tu poder, de la muerte.

10 Oh, Señor, como has puesto los signos de tu gloria en el cielo, y has erigido el símbolo de tu redención, tu cruz en la tierra, erige. Señor el símbolo de la victoria de tu cruz en el infierno, como signo de que la muerte ha perdido su dominio.

11 Entonces el Señor, extendiendo la mano, hizo la señal de la cruz sobre Adán, y sobre todos sus santos.

12 Y tomando a Adán de la mano derecha, ascendió del infierno, y todos los santos de Dios le siguieron.

13 Entonces el profeta real David alzó con audacia la voz, y dijo63, Oh, cantadle al Señor una canción nueva, puesto que ha llevado a cabo cosas maravillosas; su mano derecha y su brazo sagrado le han llevado a la victoria.

14 El Señor ha dado a conocer su salvación, su justicia la ha mostrado abiertamente a los ojos de los infieles,

15 Y todos los santos respondieron, diciendo64. Este honor tienen todos sus santos, Amén, Alabad al Señor,

16 Después, el profeta Habacuc65 alzó la voz, y dijo. Viniste para la salvación de tu pueblo, sólo para la salvación de tu pueblo.

17 Y todos los santos respondieron66, Bendito el que viene en nombre del Señor; el Señor nos ilumina. Este es nuestro Dios por siempre jamás; reinará sobre nosotros por los siglos de los siglos, Amén.

18 Del mismo modo todos los profetas anunciaron las cosas sagradas de sus alabanzas, y siguieron al Señor.

CAP. XX.

1 Cristo entrega a Adán al arcángel Miguel. 3 Se encuentran a Enoc y Elías en el cielo, 5 y también al ladrón bendito, quien cuenta cómo llego al Paraíso.

ENTONCES el Señor tomando a Adán de la mano, se lo entregó a Miguel, el arcángel; que los condujo al Paraíso, lleno de misericordia y gloria;

2 Y dos hombres muy ancianos salieron a su encuentro y los santos les preguntaron, ¿Quiénes sois vosotros, que no habéis estado con nosotros en el infierno y vuestros cuerpos fueron destinados al Paraíso?

3 Uno de ellos respondió, y dijo, Yo soy Enoc, y fui transportado por la palabra de Dios67: y este hombre que está conmigo es Elías Tisbita, que fue transportado en un carro de fuego68.

4 Aquí hemos estado hasta ahora y no hemos probado la muerte, pero estamos a punto de volver pues ha de venir el Anticristo, armado con milagros y signos divinos, y nos enfrentaremos a él en la batalla, y nos asesinará en Jerusalén y seremos llevados vivos de nuevo a las nubes pasados tres días y medio69,

5 Y mientras los santos Enoc y Elías explicaban esto, he aquí que llegó otro hombre con un aspecto lamentable portando la señal de la cruz sobre sus hombros.

6 Y cuando los santos lo vieron, le preguntaron, ¿Quién eres? Pues tu semblante es el de un ladrón; y ¿por qué llevas una cruz sobre los hombros?

7 A lo que respondió. Decís la verdad, puesto que era un ladrón, que cometió todo tipo de maldades sobre la tierra.

8 Y los judíos me crucificaron con Jesús; y vi las cosas sorprendentes que ocurrieron en la creación durante la crucifixión del Señor Jesús.

9 Y creo que él es el Creador de todas las cosas, y el Rey Todopoderoso; y le rogué con estas palabras. Señor, acuérdate de mí cuando vayas a tu reino.

10 Él consideró enseguida mi súplica y me dijo. En verdad te digo que ese día estarás conmigo en el Paraíso70.

11 Y me dio esta señal de la cruz, diciendo, Lleva esto, y ve al Paraíso; y si el ángel que es el guardián del Paraíso no te admite allí, muéstrale la señal de la cruz, y dile: Jesucristo, que ha sido crucificado, me ha enviado aquí a ti.

12 Y cuando lo hice, y le dije al ángel que es el guardián del Paraíso todas esas cosas, y las oyó, abrió de inmediato las puertas, y me hizo entrar, y me situó a la derecha en el Paraíso.

13 Diciéndome, Quédate aquí un poco, hasta que Adán, el padre de toda la humanidad, venga con todos sus hijos, que son los santos y siervos justos de Jesucristo, el crucificado.

14 Al oír la explicación del ladrón, todos los patriarcas exclamaron con una sola voz. Bendito seas, oh. Dios Todopoderoso, Padre de la bondad eterna, y Padre de todas las bendiciones, que has demostrado tan gran aceptación a aquellos que fueron pecadores contra él, y los has traído a la misericordia del Paraíso, y los has situado entre tus grandes y espirituales provisiones, en una vida sagrada y espiritual, Amén.

CAP. XXI.

1 Carino y Lentio, a los que se les permite permanecer sólo tres días en la tierra, 7 entregan sus explicaciones, que coinciden milagrosamente; se desvanecen, 13 y Pílalo registra estas transacciones.

ESTOS son los divinos y sagrados misterios que vimos y oímos. Yo, Carino y Lentio tenemos prohibido revelar los otros misterios de Dios, según el arcángel Miguel nos ordenó,

2 Diciendo, debéis ir con mis hermanos a Jerusalén, y continuar con las plegarias, explicando y glorificando la resurrección de Jesucristo, mostrando que os resucitó de entre los muertos a la vez que él.

3 Y no debéis hablar con ningún hombre, sino sentaros como personas mudas hasta que llegue la hora en que el Señor os permita explicar los misterios de su divinidad.

4 El arcángel Miguel nos ordenó asimismo que fuéramos más allá del Jordán, a un país rico y excelente, donde hay muchos que resucitaron de entre los muertos con nosotros como prueba de la resurrección de Cristo.

5 Pues únicamente se nos permite estar tres días alejados de los muertos, que se levantaron para celebrar la pascua de nuestro Señor con nuestros padres, y portar nuestro testimonio por Cristo el Señor, y hemos sido bautizados en el santo río Jordán. Y ahora nadie los ve,

6 Esto es todo lo que Dios nos permite explicaros; así, alabadlo y honradlo, y arrepentios, y él tendrá misericordia de vosotros. Que la paz del Señor Dios Jesucristo sea con vosotros, Y el Salvador de todos nosotros Amén, Amén, Amén.

7 Y cuando hubieron acabado sus composiciones, que habían escrito en dos trozos de papel distintos. Carino dejó lo que había escrito en manos de Anas, y Caifas y Bamaliel.

8 Asimismo, Lentio entregó lo que había escrito en manos de Nicodemo y José; e inmediatamente se transformaron en dos figuras extraordinariamente blancas y no se vieron más.

9 Pero comprobaron que lo que habían escrito coincidía perfectamente, y que uno no contenía una letra más o menos que el otro,

10 Cuando la asamblea de los judíos oyó los sorprendentes relatos de Carino y Lentio, se dijeron unos a otros. En verdad todas estas cosas fueron obra de Dios, y bendito sea el Señor Jesús por los siglos de los siglos. Amén,

11 Y procedieron con gran preocupación, y miedo, y temblando, y se golpearon el pecho y se marcharon cada uno a su casa.

12 E inmediatamente todas las cosas que los judíos explicaban en sus sinagogas respecto a Jesús, le fueron contadas por José y Nicodemo al gobernador,

13 Y Pilato escribió todas esas transacciones, y colocó las explicaciones en los registros públicos de su palacio.

CAP. XXII.

1 Pilatos va al templo: convoca a dirigentes, y escribas y maestros. 2 Ordena que se cierren las puertas; pide el libro de, las Escrituras; y hace que los judíos le cuenten lo que realmente sabían respecto a Cristo. 14 Declaran que crucificaron a Cristo en la ignorancia, y que ahora sabían que era el Hijo de Dios, según el testimonio de las Escrituras: las cuales, después de ejecutaría, examinaron.

DESPUÉS de esto. Pílalo se dirigió al templo de los judíos, y convocó a todos los dirigentes y escribas y maestros de la ley, y fue con ellos a una capilla del templo.

2 Y después de ordenar que cerraran todas las puertas, les dijo. He oído que tenéis un gran libro en este templo; Es mi deseo que lo traigáis ante mí.

3 Y cuando trajeron el gran libro, portado entre cuatro ministros del templo y adornado con oro y piedras preciosas, Pilato les dijo. Yo os imploro, por el Dios de vuestros Padres que hizo y ordenó la construcción de este templo, que no me ocultéis la verdad.

4 Sabéis todo lo que hay escrito en este libro; decidme, por tanto, si habéis encontrado algo en las Escrituras sobre ese tal Jesús que crucificasteis, y en qué tiempo del mundo tenía que haber venido: mostrádmelo.

5 Y habiendo jurado Anas y Caifas, ordenaron a todos los demás que estaban con ellos salir de la capilla.

6 Y cerraron las puertas del templo y de la capilla, y le dijeron a Pilatos, Nos has hecho jurar, oh Juez, por la construcción de este templo, que te confesaremos lo que es cierto y verdadero.

7 Después de que crucificaramos a Jesús, sin saber que era el Hijo de Dios, sino suponiendo que llevaba a cabo sus milagros mediante algunas artes mágicas, convocamos a una gran asamblea en este templo.

8 Y mientras deliberábamos entre nosotros sobre los milagros que Jesús había obrado, encontramos muchos testimonios de nuestro propio país, que declararon que le habían visto vivo después de su muerte, y que le habían oído hablar con sus discípulos, y le vieron ascender a las alturas de los cielos y entrar en ellos;

9 Y vimos a dos testimonios, cuyos cuerpos resucitó Jesús de entre los muertos, que nos explicaron muchas cosas extrañas que hizo Jesús entre los muertos, de las cuales tenemos una explicación por escrito en nuestro poder.

10 Y es nuestra costumbre abrir este libro sagrado una vez al año ante una asamblea, y buscar en él el consejo de Dios.

11 Y encontramos en el primero de los setenta libros, donde Miguel, el arcángel, habla con el tercer hijo de Adán, el primer hombre, que al cabo de cinco mil quinientos años, Cristo, el más querido Hijo de Dios vendría a la tierra,

12 Y, es más, consideramos que tal vez él fuera el Dios de Israel mismo, que le dijo a Moisés, Construirás el arca de la alianza; dos codos y medio tendrá de largo, y un codo y medio de ancho, y un codo y medio de alto71.

13 Por esos cinco codos y medio para la construcción del arca del Antiguo Testamento, percibimos y supimos que al cabo de cinco mil años y medio (mil), vendría Jesucristo en el arca o tabernáculo de un cuerpo;

14 Y así nuestras escrituras atestiguan que él es el hijo de Dios, y el Señor y Rey de Israel.

15 Y puesto que después de su sufrimiento, nuestros grandes sacerdotes se sorprendieron por los signos que se derivaron de él, abrimos este libro para buscar todas las generaciones hasta la generación de José y María, madre de Jesús, suponiendo que él procedía del linaje de David;

16 Y encontramos el relato de la creación, y en qué tiempo hizo el cielo y la tierra, y el primer hombre Adán, y que de entonces hasta el diluvio, pasaron dos mil doscientos doce años.

17 Y del diluvio a Abraham, novecientos doce. Y de Abraham a Moisés, cuatrocientos treinta. Y de Moisés al rey David, quinientos diez,

18 Y de David a la cautividad de Babilonia, quinientos años. Y de la cautividad de Babilonia a la encamación de Cristo, cuatrocientos años.

19 La suma de todo lo cual da cinco mil y medio (mil)

20 Así parece que Jesús, al que crucificamos, es Jesucristo el Hijo de Dios, y Dios Todopoderoso y verdadero. Amén.

En nombre de la Santísima Trinidad, aquí terminan los Hechos de nuestro Salvador Jesucristo, que el emperador Teodosio el Grande encontró en Jerusalén, en el palacio de Poncio Pilato, entre los registros públicos, los hechos se sitúan en el decimonoveno año de Tiberio César, Emperador de los Romanos, y en el decimoséptimo año del gobierno de Herodes, hijo de Herodes rey de Galilea, en el octavo de las calendas de abril, que es el vigésimo tercer día del mes de marzo, en la CCII Olimpiada, cuando José y Caifas eran los dirigentes de los judíos; es una Historia escrita en hebreo por Nicodemo, de lo que ocurrió tras la crucifixión de nuestro Salvador.

Notas al EVANGELIO de NICODEMO, ANTERIORMENTE LLAMADO LOS ACTOS DE PONCIO PILATO.


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