viernes, 18 de diciembre de 2009

PRIMERA EPÍSTOLA DE CLEMENTE A CORINTIOS.

Clemente fue discípulo de Pedro, y más tarde Obispo de Roma. Clemente de Alejandría se considera un apóstol; Jerónimo afirma que fue un hombre apostólico, y Rufino que era casi un apóstol. Eusebio llama a ésta la maravillosa Epístola de San Clemente, y dice que se leía públicamente en las asambleas de la iglesia primitiva. Se incluye en una de las antiguas colecciones de las Escrituras Canónicas. Su veracidad ha sido muy cuestionada, especialmente por Folio, patriarca de Constantinopla en el siglo IX, que alega que Clemente habla de mundos allende el océano; que no ha escrito nada digno de la divinidad de Cristo; y que para probar la posibilidad de una resurrección futura, explica la fabulosa historia del resurgimiento del fénix de sus propias cenizas. A la última alegación, el arzobispo Wake responde que la mayoría de los Padres antiguos han utilizado el mismo ejemplo para probar el mismo particular; y pregunta si San Clemente creía en realidad que existía esa ave, y que resurgía de las cenizas de su cuerpo después de ser quemado, ¿qué tiene de malo, bien dar crédito a algo tan asombroso, o, creyéndolo, utilizarlo tal como él lo hace? Esta es la traducción del arzobispo a partir de la antigua copia griega de la Epístola, que se encuentra al final del famoso Manuscrito Alejandrino de la Septuaginta y el Nuevo Testamento, presentados por Cirilo, patriarca de Alejandría, al Rey Carlos I, ahora en el Museo Británico. El arzobispo, en el prefacio a su traducción, considera una gran bendición que esta "Epístola" fuera al fin felizmente encontrada, para aumentar y reafirmar tanto nuestra fe, como nuestra caridad.

CAP. I

Los elogia por su excelente orden y Piedad en Cristo, antes de su cisma.

La iglesia de Dios que1 está en Roma, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, escogida2, santificada3 por la voluntad de Dios, a través de Jesucristo nuestro Señor: que la gracia y la paz de Dios Todopoderoso, sean multiplicadas por Jesucristo en vosotros4.

2 Hermanos, los5 repentinos e inesperados peligros y calamidades que han caído sobre nosotros nos han hecho, nos tememos más lentos en nuestras consideraciones sobre aquellas cosas que nos consultasteis:

3 6Como también esa vil y detestable sedición, tan7 impropia de los elegidos de Dios, que unos cuantos hombres embaucadores y obstinados han fomentado en vosotros hasta tal punto de locura que contra vuestro venerable y conocido nombre, tan digno de ser apreciado por todos los hombres, de ese modo se blasfema.

4 ¿Y quién que haya estado8 alguna vez entre vosotros no ha experimentado la firmeza de vuestra fe9, y su prosperidad: y admirado la templanza y moderación de vuestra religión en Cristo, y declarado en el extranjero la magnificencia de vuestra hospitalidad, y os ha creído felices con vuestro conocimiento completo y verdadero del Evangelio?

5 Pues lo hacíais todo sin pensar a quién y caminabais10 según las leyes de Dios; sometidos a aquellos que os gobernaban, y dándoles los honores oportunos a los11 ancianos de vuestra comunidad.

6 Obligabais a los jóvenes a pensar aquellas cosas que eran modestas y serias.

7 A las mujeres las exhortabais a actuar siempre con una conciencia intachable, correcta y pura; amando a sus maridos, como corresponde: y a que, manteniéndose dentro de los12 limites de la debida obediencial3, ordenaran sus casas con seriedad y con toda14 discreción,

8 15 Teníais todos una mente humilde, no16 alardeabais de nada: Deseando antes estar sojuzgados que gobernar17; dar que recibir18; satisfechos con lo que Dios os había concedido;

9 Y escuchando diligentemente su palabra, se19 agrandaron vuestras entrañas, teniendo su20 sufrimiento siempre ante vuestros ojos,

10 Así os fue concedida una paz solída21, bendita y provechosa; y un deseo insaciable de hacer el bien; y una efusión plena del Espíritu Santo a todos vosotros.

11 Y llenos de22 buenos designios, extendisteis vuestras manos con gran23 disposición, y con confianza religiosa, a Dios Todopoderoso; rogándole que fuera misericordioso con vosotros, si en algún momento habíais pecado, sin pretenderlo, contra él.

12 Luchabais día y noche por toda la hermandad; para que" con compasión y una conciencia limpia, todos sus integrantes fueran salvados.

13 Erais sinceros, y no cometíais ofensas los unos hacia los otros; ni declarabais injurias conscientes; toda sedición y cisma era una abominación para vosotros.

14 Todos lamentabais los pecados de vuestros vecinos, asumiendo sus defectos como vuestros.

15 Erais25 amables los unos con los otros sin rencillas; estabais siempre dispuestos a hacer una buena obra, Y acompañados con una conversación virtuosa y religiosa en general, hacíais todas las cosas en temor de Dios; cuyos26 mandamientos llevabais escritos en las tablas de vuestros corazones.

CAP, II.

Cómo comenzaron sus discordias.

OS fue dado todo el honor y la posibilidad de expansión; Y se cumplió lo que está escrito37, mi querido comió y bebió, engordó y se cubrió de grasa, y se rebeló.

2 De ahí vino la emulación, y la envidia, y las luchas, y la sedición; las persecuciones y los28 disturbios, la guerra y la cautividad.

3 Así, aquellos que no eran conocidos, se levantaron contra los honorables; los que no tenían reputación, contra los respetados; los ignorantes contra los sabios; los jóvenes contra los ancianos.

4 Por tanto la honorabilidad y la paz se han alejado de vosotros, porque todos habéis abandonado el temor de Dios, y os habéis vuelto ciegos en vuestra fe; ni seguís por los preceptos de Dios, no vivís de acuerdo con Cristo:

5 Sino que cada uno29 sigue sus propios deseos infames: Sintiendo una envidia vil e injusta, por la que la muerte se introdujo por primera vez en el mundo.

CAP.III.

Envidia y emulación el origen de todos los disturbios y conflictos. Ejemplos de los daños que han ocasionado.

PORQUE así está escrito30 y aconteció que pasado el tiempo Caín le llevó el fruto de la tierra como ofrenda al Señor, Y Abel también ofrendó los primogénitos de su rebaño, y la grasa de los mismos;

2 Y el Señor mostró respeto hacia a Abel y hacia su ofrenda. Pero hacia Caín y a su ofrenda, no mostró respeto. Y Caín quedó muy apesadumbrado y cayó su semblante.

3 Y el Señor le dijo a Caín, ¿Por qué estás tan apesadumbrado? ¿Y por qué ha caído tu semblante?31Si ofreces bien, pero no divides bien, ¿no has pecado acaso? Silencio: hágase sobre ti32 su voluntad, y tú gobernaras sobre él.

4 Y Caín le dijo a Abel, su hermano, Salgamos al campo. Y aconteció que en cuanto llegaron al campo, Caín se lanzó contra su hermano Abel, y lo mató,

5 Veis, hermanos, cómo la envidia y la emulación provocó33 la muerte de un hermano. Por34 ella nuestro padre35 Jacob huyó de su hermano Esaú.

6 Fue eso lo que hizo que36 José fuera perseguido incluso hasta la muerte, y que mera sometido- La envidia obligó a37 Moisés a huir de Faraón, rey de Egipto, cuando oyó que sus propios compatriotas le preguntaban38, ¿Quién te ha nombrado juez y dirigente nuestro? ¿Me matarás igual que hiciste ayer con el egipcio?

7 Por envidia, Aarón y Miriam fueron39 expulsados del campamento por el resto de la congregación siete días.

8 40La emulación41 envió a Datan y a Abiram vivos a la42 tumba, porque se levantaron contra Moisés, el siervo de Dios.

9 Por eso David43 no sólo era odiado por los extranjeros, sino que era incluso perseguido por Saúl, rey de Israel.

10 Pero44 para no insistir en ejemplos antiguos, procedamos con aquellos45 personajes ilustres cercanos a nosotros; y tomemos los valientes ejemplos de nuestros propios tiempos.

11 Por celos y envidia, los46 pilares47 más fíeles y honorables de la iglesia han sido perseguidos hasta la muerte más dolorosa,

12 Permitidnos presentar a vuestro juicio a los santos Apóstoles; Pedro por una envidia injusta padeció no uno ni dos, sino muchos48 sufrimientos49; Hasta que al fin, siendo martirizado, fue al lugar de gloria que le era propio.

13 50Por la misma causa recibió Pablo de un modo parecido la recompensa a su paciencia. Siete veces51 estuvo encadenado; fue azotado, apedreado; predicó tanto en el este como en el oeste52; dejando a su paso la declaración de su fe;

14 Y habiendo enseñado así al mundo entero justicia, para lo cual viajó incluso hasta los limites del oeste: al final fue martirizad o "por orden de los gobernadores,

15 Y se marchó del mundo, y fue hasta su lugar sagrado; convertido en el modelo de paciencia más eminente de todos los tiempos.

16 A estos54 santos apóstoles se unen muchos otros que, habiendo padecido por envidia muchos dolores y torturas de un modo parecido55, han dejado un glorioso ejemplo entre nosotros.

17 Por56 ella no se ha perseguido sólo a los hombres, sino también a las mujeres57: y después de sufrir58 muchos castigos dolorosos y crueles, han terminado el curso de su fe con firmeza; y a pesar de la debilidad de su cuerpo, han recibido una gloriosa recompensa.

18 59Eso ha desequilibrado incluso las mentes de mujeres, de sus maridos; y cambiado lo que una vez dijo nuestro padre Adán60; Esto es ahora hueso de mi hueso, y carne de mí carne.

19 En una palabra, la envidia y los conflictos han derribado61 ciudades enteras, y erradicados grandes naciones de la faz de la tierra.

CAP. IV.

7 Los exhorta a vivir según las reglas, y arrepentirse de sus divisiones, y serán perdonados.

ESTAS cosas, queridos hermanos, Las62 escribimos, no sólo para63 vuestra instrucción, sino también para vuestro recuerdo.

2 Pues todos nos encontramos en64 las mismas listas, y ha sido65 preparado el mismo combate para todos nosotros.

3 Por tanto, dejemos a un lado todas las preocupaciones vanas y vacías; y alcanzar las gloriosas y venerables leyes de nuestra santa profesión,

4 66Consideremos qué es bueno, y aceptable, y agradable a los ojos de aquél que nos ha creado.

5 Observemos fijamente la sangre de Cristo, y veamos cuan preciosa es su sangre a los ojos de Dios: que, derramada para nuestra salvación67, ha obtenido la gracia del arrepentimiento para todo en mundo.

6 Busquemos68 en Iodos los siglos que nos han precedido; para ver que nuestro Señor ha dado oportunidad69 en cada uno de ellos para el arrepentimiento a todo aquel que70 se convirtiera a él.

7 Noé71 predicó el arrepentimiento; y todos los que le escucharon frieron salvados72. Jonás denunció la destrucción de los ninevitas:

8 Y arrepentidos de sus pecados, clamaron a Dios con sus plegarias: y73 fueron salvados, aunque eran extraños a la alianza de Dios.

9 De ahí encontramos que todos los ministros de la gracia de Dios han hablado, por el Espíritu Santo, de arrepentimiento. E incluso el Señor de todos mismo ha74 declarado un juramento respecto a él;

10 Como75 que vivo, dice el Señor, no le deseo la muerte a un pecador76, sino que se arrepienta. Y complementa esta sabia frase, diciendo77: Aparta de tu iniquidad, oh, casa de Israel.

11 Dile76 a los hijos de mi pueblo, Aunque vuestros pecados llegaran de la tierra al cielo, y aunque fueran más rojos que la escarlata, y más negros que la arpillera; si os volvéis hacia mí con todo vuestro corazón, y me llamáis padre, os escucharé como a un pueblo sagrado.

12 Y en otro lugar habló de esta manera79: Lavaos, purificaos; apartad80 la maldad de vuestras acciones de mi vista; dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien; procurad la Justicia, liberad a los oprimidos, juzgad a los huérfanos de padre, defended a la viuda.

13 Venid y pensemos juntos, dijo el Señor: aunque vuestros pecados sean como la escarlata, serán tan blancos como la nieve; aunque sean rojos como el carmesí81 serán como la lana.

14 Si mostráis voluntad y obediencia, comeréis los bienes de la tierra; pero si os negáis y os rebeláis, seréis devorados por la espada; porque así ha hablado el Señor.

15 Estas cosas estableció Dios por su voluntad todopoderosa, deseando que todos sus amados se arrepintieran.

CAP.V.

1 Les da ejemplos de hombres santos, cuya piedad está recogida en las Escrituras.

POR tanto obedezcamos su excelente y gloriosa voluntad; e82 implorando su misericordia y bondad, arrodillémonos ante él, y83 convirtámonos a su misericordia; dejando a un lado toda84 vanidad, y disputas, y envidia, que llevan a la muerte.

2 Admiremos a aquellos que han velado mejor por su excelente gloria. Tomemos a Enoc como ejemplo; quien fue encontrado justo en su obediencia, fue85 transportado, y86 de su muerte no se supo.

3 Noé87 después de probar que era fiel, predicó por sus ministerios las88 regeneración al mundo; y el Señor salvó gracias a él a todas las criaturas vivientes, que entraron89juntas en el arca.

4 Abraham90, al que llamaban amigo de Dios, fue considerado de la misma manera fiel; en tanto que obedeció las91 órdenes de Dios.

5 Por obediencia92 se marchó de su propio país, y abandonó a su familia y la casa de su padre: y así, abandonando un pequeño país, y una endeble afinidad y una casa reducida, heredar las promesas de Dios.

6 Y Dios le dijo lo siguiente93; deja tu país, tu familia y la casa de tu padre, y márchate a una tierra que yo le mostraré.

7 Y te haré una gran nación, y te bendeciré, y haré grande tu nombre, y serás bendecido. Y bendeciré a los que te bendigan, y maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán bendecidas todas las familias de la tierra.

8 Y de nuevo, cuando se separó de Lot, Dios le dijo94; Levanta la vista, y mira desde el lugar en que te encuentras hacia el norte y hacia el sur, y hacia el este y95 hacia el oeste, puesto que toda la tierra que ves, te la entregaré, y a tu simiente para siempre.

9 Y haré tu simiente como el polvo de la tierra, de modo que si un hombre puede numerar el polvo de la tierra, tu simiente sea también numerada.

10 Y dijo también: y96 Dios hizo salir a Abraham, y le dijo; Mira ahora hacia el cielo, y cuenta las estrellas, si eres capaz de contarlas: así: será tu simiente.

11 Y Abraham creyó a Dios, y le fue contado como Justicia.

12 Por su fe y hospitalidad97, un hijo le fue dado en la vejez; y por obediencia lo ofreció como sacrificio a Dios, en la montaña que Dios le indicó.

CAP. VI.

1 Y concretamente los que han destacado por su bondad y caridad hacia sus vecinos.

POR su98 hospitalidad y devoción fue Lot salvado de Sodoma, cuando toda la tierra que la rodeaba fue99 destruida por el fuego y la lava;

2 El Señor puso así de manifiesto, que no abandonará a aquellos que confían en él; sino que100 aplicará a los desobedientes castigo y corrección.

3 Y su mujer, que tenía otra mentalidad101, y no seguía esta misma obediencia, fue, por esta razón102, puesta como ejemplo, convertida en una estatua de sal hasta este día.

4 Para que todos los hombres sepan que los hipócritas y los que no confían en el poder de Dios, estan103 llamados a ser condenados, y será una señal para los tiempos venideros.

5 Por104 su fe y hospitalidad fue salvada Rajab, la ramera. Pues cuando Josué, el hijo de Nun, envió a los espías a registrar Jericó y el rey de Jericó supo que habían mandado a espías a su país105; envió a sus hombres a prenderlos para matarlos,

6 Rajabl06, sin embargo, siendo como era hospitalaria, los recibió, y los escondió bajo los tallos de lino. en el altillo de su casa,

7 Y cuando los107 mensajeros enviados por el rey se dirigieron a ella, y le preguntaron, y le dijeron108 Han venido unos hombres para espiar en el país, entréganoslos, pues así lo ha ordenado el rey. Ella respondió109. Los dos hombres que buscáis estuvieron aquí, pero se marcharon enseguida, y ya no están110: y no los delató.

8 Entonces les dijo a los111 espías112, Sé que el Señor vuestro Dios113 ha puesto esta ciudad en vuestras manos; y el temor a vosotros ha caído sobre todos aquellos que aquí viven. Así, cuando la hayáis tomado, me114 salvaréis a mí y la casa de mi padre.

9 Y le respondieron, diciéndole, Será como nos has dicho115. Por tanto, cuando sepas que estamos cerca, reúne a toda tu familia bajo tu techo, y se salvarán: pero todos aquellos que se encuentren fuera de tu casa, serán destruidos.

10 Y116 le dieron aún otro signo; que colgara en el exterior de su casa un paño escarlata117; como señal de que por la sangre de nuestro Señor, todos aquellos que creyeran y tuvieran esperanza en Dios, recibirían la redención. Veis, queridos míos, que no sólo había fe, sino también profecía en esta mujer.

CAP. VII.

1 Qué normas son dadas para este propósito.

COMPORTÉMONOS, por tanto, con humildad, hermanos, dejando de lado toda la soberbia, y la inmodestia, la insensatez y la ira: Y hagamos como está escrito.

2 Pues así dijo el Espíritu Santo118; Que el sabio no-se glorié de su sabiduría, ni el fuerte de su fuerza, ni el rico de su riqueza; que aquél que sé glorié, sé glorié del Señor, de buscarle, y de actuar con derecho y justicia.

3 Sobre todo recordando las palabras del Señor Jesús, que habló119respecto a la equidad y a la resignación120, diciendo,

4 Sed121 misericordiosos y obtendréis misericordia; perdonad, y seréis perdonados; lo que hagáis se os hará a vosotros; como deis, se os dará: como juzguéis, seréis juzgados; haced el bien a los demás y Dios será amable con vosotros: con la medida con que midáis, con la misma seréis medidos.

5 Rijámonos por este mandamiento, y por estas normas, para que sigamos siempre con obediencia estas santas palabras; siendo humildes:

6 Puesto así lo dicen122 las Sagradas Escrituras123; miraré incluso al que es pobre y humilde, al que tiembla ante mi palabra.

7 Es, por tanto, justo y124 honorable, hombres y hermanos, que mostremos obediencia hacia Dios, en vez de seguir a aquellos que125 por soberbia y sedición, se han convertido en los cabecillas de una despreciable emulación.

8 Pues no supondría un daño ordinario, sino un gran peligro, darnos precipitadamente a la voluntad de los hombres que126 promueven luchas y sediciones, y alejamos de lo correcto.

9 Seamos amables con los demás, imitando la compasión y la dulzura de aquel que nos creó.

10 Pues está escrito127. Los misericordiosos heredarán la tierra; y aquellos que no tengan maldad permanecerán en ella128: pero los transgresores desaparecerán de su faz,

11 Y también dijo129. He visto al maligno con un gran poder, extendiéndose como el cedro del Líbano. Pasé y he aquí que no estaba; Busqué en su puesto, pero no pude encontrarlo,

12 Conservad la inocencia, y haced lo que es correcto, pues algo quedará para los hombres de paz.

13 Aferrémonos, por tanto, a aquellos que mantienen130 religiosamente la paz; y no a aquellos que131 sólo fingen desearla.

14 Pues él dijo en un momento dado132. Esas personas me honran con sus labios, pero su corazón está lejos de mí.

15 Y también'33, bendicen con la bocal34, pero maldicen en el corazón.

16 Y también dijo135, Le amaron con la boca, y con la lengua le mintieron. Pues sus corazones no estaban con él, ni eran fieles a su alianza.

17 Que136 todos los labios mentirosos se vuelvan mudos, igual que las lenguas arrogantes. Que han dicho137, con nuestra lengua dominaremos; nuestros labios son nuestros, quien es el Señor que nos manda.

18 Por la opresión de los pobres, por los suspiros de los necesitados, me alzaré dijo el Señor; le pondré a salvo, trataré con él con confianza.

CAP. VIII.

Les aconseja que sean humildes; y que sigan el ejemplo de Jesús y de los hombres santos de todos los tiempos.

PUES Cristo es de los humildes, y no de los que se ensalzan sobre su rebano. El cetro de la majestad de Dios, nuestro Señor Jesucristo, no vino138 mostrando soberbia y arrogancia139, aunque podría haberlo hecho; sino con humildad, como el Espíritu Santo había anunciado respecto a él.

2 Pues esto dijo. Señor140, ¿quién ha creído nuestras palabras, y a quién le ha sido revelada la mano del Señor? Porque crecerá ante él como un tallo nuevo, como raíz en tierra seca.

3 No tiene ni forma ni gracia, y cuando lo veamos, no tendrá belleza que le deseemos.

4 Es despreciado y rechazado por los hombres; un hombre triste y familiarizado con la pena.

5 Y escondimos, por así decirlo, nuestras caras de él; me despreciado, y no lo valoramos.

6 Con seguridad soportó nuestras penas, y resistió nuestra tristeza: y creímos que estaba angustiado, azotado por Dios y afligido.

7 Pero estaba herido por nuestras transgresiones; estaba magullado por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz cayó sobre él; y por sus azotes estamos curados.

8 Todos nosotros como ovejas nos hemos descarriado; hemos marchado cada una por su camino, y el Señor ha puesto en él la iniquidad de todos nosotros.

9 Estuvo oprimido, y mortificado, y aún así no abrió la boca: fue llevado como un cordero al matadero; e igual que una oveja se queda muda ante su esquilador, él no abrió la boca.

10 Fue tomado de prisión, y de la justicia; ¿Y quién declarará su generación? Pues fue exterminado de la tierra de los vivos, por las faltas de mi pueblo fue damnificado.

11 E hizo su tumba con los injustos, y con los ricos en su muerte; aunque no había llevado a cabo nada con violencia, ni había ninguna mentira en su boca.

12 Pero quiso el Señor castigarte, le impuso penas: cuando le hagas a su alma una ofrenda por los pecados, verá su simiente, prolongará sus días: y la voluntad del Señor prosperará en su mano.

13 Verá las tribulaciones de su alma y estará satisfecho; por su conocimiento justificará mi honorable siervo a muchos: pues él soportará sus iniquidades.

14 Por lanío compartiré una porción de él con los poderosos, y él compartirá el botín con los fuertes; porque ha dejado salir su alma hasta la muerte; y fue contado entre los transgresores, y soporta el pecado de muchos e intercedió por los transgresores.

15 Y también dijo141, Soy un gusano en vez de un hombre, una deshonra para los hombres, y despreciado por el pueblo. Todo el que me ve se burla y se ríe de mí; me escupen, sacuden la cabeza, y dicen: Confió en que el Señor le liberaría, que lo libere pues se deleitó en él.

16 ¿Veis, queridos míos, qué modelo se nos ha dado? Pues si el Señor se humilló de ese modo, ¿qué debemos hacer los que estamos142 bajo el yugo de su gracia?

17 Sigamos a aquellos que iban con pieles de cabra y de oveja; predicando la venida de Cristo.

18 Estos143 fueron Elías, y Elíseo, y Ezequiel, los profetas144. Y añadiremos a éstos otros que han recibido el mismo testimonio.

19 Hubo muchos testigos de la existencia de Abraham: y le llamaban el amigo de Dios. Y él, observando incondicionalmente la gloria de Dios, dijo con toda humildad145. Soy polvo y ceniza,

20 Y también de Job está escrito146. Que era justo e integro, fiel: servia a Dios v se abstenía de todo mal. Pero acusándose a él mismo, dijo147, Ningún hombre está libre de lo impuro, ni aunque viviera un solo día.

21 Moisés era considerado fiel en toda la casa de Dios: y por su comportamiento148 el Señor castigó a Israel con azotes y plagas.

22 Y este hombre, pese a tener grandes honores, no se ensalzaba a sí mismo; sino que cuando el oráculo de Dios le fue revelado en la zarza, dijo149, ¿Quién soy yo para que me envíes? Tengo la voz débil y la lengua torpe.

23 Y añadió110. Soy como el humo del caldero.

24 ¿Y qué podemos decir de David, del que tantos testimonios tenemos en las Sagradas Escrituras? A quien Dios le dijo151 He encontrado un hombre con mi mismo corazón, David, hijo de Jesé, con mi aceite sagrado le he ungido.

25 Y sin embargo, le dijo a Dios152, Apiádate de mí, oh. Dios, por tu bondad; por tus muchas y amables bendiciones, borra mis fallas.

26 ¡Límpiame completamente de mi iniquidad, y purifícame de los pecados!

Pues reconozco mis faltas, y tengo siempre presente mi pecado.

27 Contra ti únicamente he pecado, y hecho el mal ante tus ojos, así es justa tu sentencia e irrevocable tu veredicto.

28 Pues fui formado en la iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.

29 Y tú deseas la verdad en el interior; y en el interior me enseriarás la sabiduría.

30 Expíame con hisopo y quedaré limpio, purifícame y quedaré más blanco que la nieve.

31 Haz que oiga la alegría y el júbilo, que los huesos que has roto se alegren.

32 Apaña la mirada de mis pecados, y borra todas mis iniquidades,

33 Crea en mí un corazón limpio, oh. Dios; haz renacer en mi un espíritu puro.

34 No me alejes de tu presencia, y no te lleves al espíritu santo de mí.

35 Devuélveme la alegría de tu salvación, y que tu espíritu libre me sostenga.

36 Entonces les enseñaré a los pecadores tus caminos, y volverán a ti.

37 Libérame de la sangre derramada, oh. Dios, tú. Dios de mi salvación, y mi lengua cantará bien fuerte tu bondad,

38 Oh Señor, abre mis labios, y mi boca proclamará tus alabanzas.

39 No deseas los sacrificios, no te los haré; no te complacen los holocaustos.

40 Los sacrificios que ofrezco a Dios son un espíritu arrepentido, un corazón arrepentido y contrito, oh. Dios, no los desprecies.

CAP. IX.

De nuevo los convence de que reparen sus divisiones.

ASÍ han quedado la humildad y el 153temor de Dios de 154estos grandes y excelentes hombres 155recogidos en las Escrituras: con su obediencia lograron que no sólo nosotros, sino las generaciones precedentes fueran mejores; y todos los que han recibido sus santos oráculos156 con temor y verdad.

2 Vistos, así, tantos y tan grandes y gloriosos157 ejemplos158, volvamos a esa paz que era el tema que nos ocupaba al principio;

3 Alabemos al Padre y Creador del mundo entero; y aferrémonos a sus gloriosos e insuperables dones y regalos de paz,

4 Consideremos159 y observemos con los ojos de nuestro160 entendimiento su resignación; y pensemos lo generoso y paciente que es con su creación,

5 Los cielos, moviéndose a su voluntad. Están sometidos a él en paz.

6 Noche y día siguen el camino que les ha asignado, sin molestarse el uno al otro.

7 El sol y la luna, y las diferentes161 compañías y constelaciones de 3as estrellas, siguen el162 curso que les ha asignado en armonía, sin desviarse lo más mínimo de ellos.

8 La fructífera tierra produce comida en abundancia en la estación oportuna, tanto para hombres como para las bestias y a todos los animales que hay en ella, según su voluntad163; sin discutir, ni alterar ninguna de las cosas que él ordenó.

9 Asimismo las inconmensurables e insondables riadas de las profundidades obedecen sus órdenes;

10 Y164 la165 confluencia del vasto mar, unida por su mandato en diversos grupos, no sobrepasa los límites que él le ha impuesto;

11 Sino que tal como él161 indicó, así permanece. Puesto que dijo167. Hasta aquí llegarás, y tus aguas quedarán en tu interior.

12 El océano, imposible de cruzar para la humanidad, y los mundos que hay allende él, están gobernados por las mismas órdenes de su gran patrón.

13 Primavera, verano, otoño e invierno, dan lugar pacíficamente los unos a los otros.

14 Los distintos166 periodos de los vientos cumplen sus169 acciones en sus estaciones, sin molestarse unos a otros.

15 Las fuentes corrientes, hechas tanto por placer como por salud, nunca dejan de brollar para mantener la vida de los hombres.

16 Incluso las criaturas más pequeñas170 viven juntas en paz y armonía las unas con las otras.

17 Todo esto ha ordenado el Gran Creador y Señor de todo, observar la paz y la armonía; aplicable a todos,

18 Pero especialmente a nosotros, que recurrimos a su misericordia a través de nuestro Señor Jesucristo; que mantenga su gloria y majestad por los siglos de los siglos. Amén.

CAP.X.

Les exhorta a ser obedientes, en consideración a la bondad de Dios, y a su presencia en lodos los lugares.

TENED cuidado, queridos míos, pues sus muchas bendiciones no171 nos salvarán de la condena; a menos que sigamos su camino, haciendo172 unánimemente lo que es bueno y agradable a sus ojos.

2 El173 espíritu del Señor es una vela, que busca lo más profundo de las entrañas.

3 Consideremos, por tanto, cómo nos es de cercano; y que ninguno de nuestros pensamientos, o razonamientos que guardamos para nosotros mismos174, le son desconocidos.

4 Es justo, por tanto, que no abandonemos nuestro rango, haciendo lo contrario a su voluntad,

5 Es preferible ofender a unos cuantos insensatos desconsiderados, que se alaban y glorian175 por su propia soberbia. en vez de a Dios,

6 Reverenciemos a nuestro Señor Jesucristo, cuya sangre fue derramada por nosotros.

7 Honremos a nuestros superiores; respetemos a los ancianos que hay entre nosotros; e instruyamos a los jóvenes en la disciplina y el temor del señor.

8 Que nuestras esposas176 nos induzcan a hacer lo que es bueno.

9 Que muestren un encantador hábito de pureza en todas sus conversaciones; con una sincera177 muestra de docilidad.

10 Que el178 dominio de sus lenguas179 quede manifiesto por su silencio.

11 Que muestren caridad por igual a todas las personas que temen religiosamente a Dios.

12 Que vuestros hijos180 crezcan en las enseñanzas de Cristo:

13 Y que aprendan especialmente qué gran poder ejerce la humildad en Dios; cuánto sirve una caridad santa y pura con él; cuan excelente y grande es su temor; y cómo181 salvará a todo el que se dirija a él con la mente santa y pura.

14 Pues él busca los pensamientos y consejos del corazón; cuyo aliento está en él, y cuando desee puede llevárselo.

CAP. XI.

De fe, y en concreto qué debemos creer respecto a la resurrección.

PERO todas estas cosas182 deben ser confirmadas por la fe de Cristo; pues eso nos dice él a través del Espíritu Santo.

2 Acercaos183, hijos, y escuchadme, y os enseñaré el temor del Señor. ¿Qué hombre desea la vida y quiere ver días buenos?

3 Alejad vuestra lengua de la maldad, y que vuestros labios hablen sin malicia,

4 Huid del mal y haced el bien; buscad la paz y mantenedla.

5 Los ojos del Señor vigilan a los hombres justos, y sus oídos están abiertos a sus plegarias.

6 Pero la vista del Señor se aparta de aquellos que hacen el mal, para eliminar su recuerdo de la tierra.

7 El justo lloró, y el Señor le oyó, y le libró de todos sus problemas,

8 Muchos son los problemas de los injustos; pero a aquellos que confían en el Señor, les acompaña la misericordia.

9 Nuestro Padre caritativo y misericordioso se apiada de los que le temen; y con amor y amabilidad otorga sus gracias a aquellos que se dirigen a él con sencillez.

10 Por tanto, no184 vacilemos, ni alberguemos ninguna duda en nuestros corazones, de sus excelentes y gloriosos dones.

11 Que185 se mantenga lejos lo que está escrito186, Infelices tos hipócritas y los de corazón indeciso.

12 Hemos oído a los que cuentan esas cosas, y nuestros padres nos las han dicho, Pero he aquí que nos hemos hecho mayores, y ninguna de esas cosas nos ha ocurrido,

13 ¡Oh, necios!187 Pensad en los árboles: tomad la vid como ejemplo. Primero se le caen las hojas; luego brota; después le salen las hojas; más tarde florece; entonces surgen las uvas ácidas; y después les sigue el fruto maduro. Observad en qué poco tiempo el fruto del árbol llega a la madurez.

14 En verdad os digo que dentro de poco, su voluntad de pronto se cumplirá,

15 Las Sagradas Escrituras mismas atestiguan, Quel88 Está en camino y no tardará, y que el Señor vendrá sin tardanza a este templo, junto con los189 santos a los que buscáis.

16 Consideremos, queridos míos, cómo el Señor nos muestra continuamente que habrá una resurrección futura; de la que ha hecho de nuestro Señor Jesucristo los primeros frutos, resucitándolo de entre los muertos.

17 Contemplemos190, queridos míos, la resurrección que se produce191 continuamente ante nuestros ojos,

18 Noche y Día suponen una resurrección para nosotros. La noche yace, y el día se levanta: de nuevo, el día se marcha, y vuelve la noche.

19 Consideremos ahora los frutos de la tierra. Todos ven cómo la semilla se siembra. El sembrador192 va y la deja en la tierra; y la semilla que cuando fue sembrada cayó en tierra seca y desnuda, con el tiempo se disuelve,

20 Y de la disolución, el gran poder de la providencia del Señor le da vida de nuevo; y de una semilla surgen muchas, y dan fruto.

CAP. XII.

Más pruebas de la resurrección.

VEAMOS ahora esa maravillosa193 clase de resurrección que se da en los países orientales; es decir, en Arabia.

2 Existe cierta ave llamada Fénix; de la cual no hay más de una al mismo tiempo: y que vive quinientos años, Y cuando se acerca el momento en que debe morir, se construye un nido de incienso, y mirra, y otras especias en el que, cuando llega su hora, se introduce y muere.

3 Y su carne putrefacta nutre a un gusano, al que, alimentado con el jugo del ave muerta, le surgen plumas; y cuando ha crecido hasta llegar al estado perfecto, coge el nido donde yacen los huesos de sus padres, y lo lleva de Arabia a Egipto, a una ciudad llamada Heliópolis;

4 Y volando en pleno día, a la vista de todos los hombres, lo deja sobre el altar del sol, y regresa al lugar de donde partió,

5 Los sacerdotes buscan entonces en los archivos de tiempo; y comprueban que ha vuelto al cabo de quinientos años exactamente.

6 ¿Y194 debemos pensar que es raro y extraordinario que el Señor de todo resucite a aquellos que le sirvieron con devoción con una fe firme y segura, si incluso en un ave nos muestra la grandeza de su poder para cumplir su promesa?

7 Pues dice en cierto lugar. Me resucitarás y yo me confesaré ante ti.

8 Y también191. Me acosté y dormí, y me desperté, porque tú estás conmigo.

9 Y también, dice Job196, Tú levantarás esta carne mía, que ha sufrido todo eso.

10 Teniendo así esta esperanza197,aferrémonos a aquél que es fiel a todas sus promesas, y justo en todos sus juicios; Que nos mandó que no mintiéramos; ¿cómo iba a mentir él mismo?

11 Pues nada es imposible para Dios, excepto mentir.

12 Que su fe se despierte de nuevo en nosotros; consideremos que todas las cosas le son cercanas.

13 Por la palabra de su198 poder hizo todas las cosas; y por199 la misma palabra puede (cuando quiera) destruirlas.

14 ¿Quién osaría decirle, qué haces? ¿O quién iba a resistir el poder de su fuerza?200

15 Se201 harán cuando y como quiera todas las cosas; y nada de lo que él haya resuelto desaparecerá.

16 Todas las cosas están abiertas ante él; nada se le puede esconder.

17 Los102 cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento manifiesta su destreza en sus obras. Día tras día pronuncia un discurso, noche tras noche muestra el conocimiento.

No hay discurso ni lengua en que no se oiga su voz.

CAP. XIII.

Es imposible escapar a la venganza de Dios, si continuamos en pecado.

CONSIDERANDO que Dios lo ve y lo oye todo; temámosle, y apañémonos de las malas obras que proceden de los malos deseos; y gracias a su misericordia puede que nos203 libre de204 la condena venidera.

2¿Adónde podría cualquiera de nosotros huir de su poderosa mano? ¿O qué mundo recibirá cualquiera de los que se huyen de él?

3 Pues así dicen las Escrituras en cierto lugar205, ¿Adonde huiré de tu espíritu? ¿Dónde me esconderé de tu presencia?

4 Si asciendo al cielo, allí estás; si voy a los confines de la tierra, allí está tu mano derecha: si yazgo en la oscuridad, tu Espíritu está allí.

5 ¿Adonde irá cualquiera, o adonde huirá de aquel que todo lo abarca?

6 Dirijámonos entonces a él con alegría en el206 alma, elevando hacia él manos castas y puras; amando a nuestro Padre misericordioso, que nos ha hecho207 partícipes de su elección.

7 Porque así está escrito208, Cuando el Altísimo dividió las naciones, cuando separó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de las naciones según el número de sus ángeles211; su pueblo Jacob se convirtió en la porción del Señor, e Israel en la parte de su descendencia,

8 Y en otro lugar dice210. He aquí que el Señor tomó para sí una nación, en medio de las naciones, como el hombre toma los primeros frutos de su flor211; y el Santísimo surgirá de esa nación.

CAP. XIV.

Cómo debemos vivir para complacer a Dios.

POR tanto, nosotros, como parte del Santo, hagamos todas aquellas cosas que pertenecen a la santidad:

2 Evitemos pronunciar cualquier mala palabra los unos contra los otros; huyamos de todos los abrazos indecentes e impuros, y de la bebida, las lujurias juveniles, las abominables concupiscencias, el detestable adulterio y la soberbia execrable.

3 Puesto212 que Dios, dice él, resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes,

4 Acerquémonos, por tanto, a los que213 Dios ha otorgado Su gracia.

5 Y acordemos ser humildes y comedidos; librémonos de todas las murmuraciones y detracciones; y justifiquémonos con nuestros214 actos, no con nuestras las palabras.

6 Pues él dijo215. ¿Supone aquél que habla y oye muchas cosas, y el que tiene facilidad de palabra, que es justo?216Bendito el que nace de una mujer y vive tan solo unos cuantos días: pues217 no utiliza el habla,

7 Que nuestras alabanzas sean para Dios, no para nosotros; pues Dios odia a aquellos que218 se elogian a ellos mismos.

8 Que el testimonio de nuestras buenas acciones nos venga dado por otros, como les fue dado a los hombres santos que nos han precedido,

9 La irreflexión, la arrogancia y la confianza son propias de los que Dios detesta: sin embargo, la justicia, la humildad y la templanza lo son de los benditos.

10 Acerquémonos pues a su bendición, y219 consideremos de qué modo podemos llegar a ella,

11 Examinemos220 lo que ha ocurrido desde el principio.

12 ¿Por qué fue bendecido nuestro padre Abraham? ¿No fue acaso porque mediante la fe alcanzó la justicia y la verdad?

13 Isaac, convencido221 de lo que sabia que iba a suceder, se ofreció con alegría como sacrificio. Jacob abandonó humildemente su propio país, huyendo de su hermano, y se dirigió a Labán y le sirvió; y así le fue concedido el cetro de las doce tribus de Israel.

14 Se ve claramente cuál fue la grandeza de322 este regalo, si tomamos las penas por separado para considerar todas sus partes.

15 Pues de él proceden los sacerdotes y levitas, que cuidaban el altar de Dios.

16 De él procede nuestro Señor Jesucristo, de su carne.

17 De él proceden los reyes, príncipes y gobernantes de Judá,

18 Y el resto de sus223 tribus tuvieron menor gloria: Dios había prometido222 tu simiente (dice) será como las estrellas del cielo.

19 Todas fueron, por tanto glorificadas, no por ellas mismas, ni por sus obras, o por su honorabilidad, sino por la voluntad de él.

20 Y nosotros, llamados por la misma voluntad en Jesucristo, no nos justificamos por nosotros mismos, ni por nuestra sabiduría, o conocimiento, o piedad, o por las obras que hemos llevado a cabo225 en la santidad de nuestros corazones:

21 Sino por la fe con la que Dios Santísimo ha justificado a todos los hombres desde el principio; Al que glorificamos por los siglos de los siglos. Amén.

CAP. XV.

Nos justificamos mediante la fe; pero eso no debe disminuir nuestra preocupación por vivir bien, ni nuestra complacencia por ello.

¿QUÉ haremos entonces, hermanos? ¿Seremos perezosos para hacer el bien y dejaremos de lado nuestra caridad? Dios prohíbe que hagamos cualquiera de esas cosas.

2 Al contrario, apresurémonos con toda la disposición y seriedad a llevar a cabo cualquier buena obra. Pues incluso el Creador y Señor de todas las cosas se alegra de sus propias obras.

3 Con su poder226 Supremo creó tos cielos, y con su inconmensurable sabiduría los adornó.

4 También separó la tierra del agua que la rodea; y la fijó como una torre segura, sobre los cimientos de su propia voluntad.

5 Por su propia voluntad ordenó a todas las criaturas vivientes que hay en ella que existieran.

6 Y lo mismo con el mar, y todas las criaturas que hay en él; habiéndolas creado primero, las encerró allí con su poder.

7 Y por encima de todo, con sus manos santas y puras, moldeó al hombre, la más excelente y, en su opinión, realmente la más grande de todas las criaturas, la personificación de su propia imagen.

8 Y dijo Dios227, Haré el hombre a mi imagen, con nuestra apariencia, Y Dios creó al hombre, macho y hembra los creó.

9 Y terminadas todas estas cosas, observó todo lo que había hecho, y los bendijo, diciendo228. Creced y multiplicaos.

10 Vemos como todos los hombres justos han sido ornados con buenas obras: por lo que el mismo Señor, ornándose a sí mismo con sus obras, se alegra.

11 Tomando, por tanto229, tal ejemplo230, cumplamos sin demora su voluntad; y con toda nuestra fuerza, llevemos a cabo la obra de la justicia.

CAP. XVI.

Esto reforzado con los ejemplos de los santos ángeles, y de la suma grandeza de la recompensa que Dios ha preparado para nosotros.

EL buen trabajador recibe confiado el pan de su231 labor; pero el flojo y perezoso no puede mirar a la cara al que le ha puesto a trabajar.

2 Debemos, por tanto, estar preparados y dispuestos para hacer el bien; pues de él provienen todas las cosas.

3 Y así nos avisó232. He aquí que cuando el Señor llega, lleva con él su recompensa, justo delante de él, para darla a cada uno, según sus obras.

4 Nos advierte por tanto de antemano, con lodo su corazón respecto a esto, que no debemos ser perezosos ni negligentes a la hora de hacer233 el bien.

5 Que nuestras alabanzas, por tanto, y nuestra confianza sean para234 Dios: sometámonos a su voluntad.

Consideremos a todos sus ángeles, cuan preparados están para gobernar bajo su voluntad.

6 Como dicen las escrituras235, miles de miles le servían y diez mil veces diez mil le asistían236, Y gritaban, diciendo, Santo, santo, santo es el Señor de Sabaoth237; Toda la tierra está llena de su gloria.

7 Así, unámonos todos a una en armonía unos con los otros; Como una sola voz, pidámosle de todo corazón, que nos haga participes de sus grandes y gloriosas promesas.

8 Pues ha dicho238, Ningún ojo ha visto, ni oído escuchado, ni ha sabido el corazón del hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le esperan.

CAP. XVII.

1 Alcanzaremos esta recompensa con la fe y la obediencia, que debemos mantener en un cumplimiento disciplinado de los deberes de los diferentes ciases, sin envidias ni discusiones. 24 La necesidad de distintos órdenes entre los hombres. 33 Ninguno de nosotros tiene nada, excepto lo que recibió de Dios: al que por tanto debemos en todas ocasiones obedecer agradecidos.

QUE maravillosos y benditos, queridos míos, son los dones de Dios.

2 ¡Vida en inmortalidad! ¡Alegría en la justicia! ¡Verdad en toda convicción! ¡Fe en la confianza! ¡Templanza en la santidad!

3 Y todo esto lo ha concedido239 Dios a nuestro entendimiento:

4 Entonces, ¿cuáles son esas cosas que ha preparado para los que le esperan?

5 El Creador y Padre de los240 espíritus, el Santísimo: sólo él conoce tanto su241 magnitud, como su belleza,

6 Esforcémonos por tanto sinceramente, para encontramos entre aquellos que le esperan, y recibir así la242 recompensa que ha prometido.

7 Pero, queridos míos, ¿cómo lo haremos?243 Debemos dedicar nuestras mentes con fe a Dios, y buscar todas aquellas cosas que le resultan agradables y aceptables.

8 Debemos244 actuar de acuerdo con su santa voluntad; Y seguir el camino de la verdad, alejando de nosotros toda injusticia e iniquidad, Junto con toda codicia, conflictos, malos modos, engaños, murmuraciones, calumnias y todo odio hacia Dios, orgullo y soberbia; vanagloria y ambición;

9 Pues aquellos que actúan de este modo son detestables a los ojos de Dios; y no sólo los que así obran, sino también245 todos los que aprueban a los que lo hacen.

10 Pues así dicen las Escrituras246, Pero a los injustos, Dios les dijo, ¿Cómo osas predicar mis preceptos, o tomar mi alianza en tu boca? Si odias la instrucción, y pasas por alto mis palabras.

11 Cuando ves a un ladrón, lo consientes; y has colaborado con adúlteros, Has dado tu boca al mal, y tu lengua forja mentiras. Te sientas y hablas en contra de tu hermano; difamas al hijo de tu propia madre.

12 Todo esto has hecho y yo guardé silencio; Pensaste que yo era exactamente igual que tú: pero voy a reprenderte, y los presentaré en orden ante ti.

13 Ahora piensa en esto, tú que olvidas a Dios, no sea que te rompa en pedazos y no quede nada que salvar.

14 Todo aquel que ofrece sus alabanzas, me glorifica: y al que elija el camino recto, le mostraré la salvación de Dios.

15 De esta manera, queridos míos, encontraremos a347 nuestro Salvador, el justo Jesucristo, el sumo sacerdote de todas nuestras ofrendas, el defensor y asistente de nuestra debilidad.

16 Por él admiramos248 los más altos cielos; y vemos, como en un espejo, su excelente e inmaculado semblante.

17 Por él se abren los ojos de nuestro corazón; por él nuestra ignorancia y oscuro entendimiento se alegran de ver su maravillosa luz.

18 Por él nos dejó Dios probar el conocimiento de la inmortalidad249: porque siendo el resplandor de su gloria, es muy superior a los ángeles, pues por herencia obtuvo un nombre más excelso que el suyo.

19 Porque así está escrito250, el que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego:

20 Pero de su hijo, esto dice el Señor251, Tú eres mi Hijo, hoy te he engendrado.

21 Pídemelo252, y te daré a los infieles como herencia, y poseerás de un confín a otro de la tierra.

22 Y también le dijo253, Siéntate a mi derecha hasta que haga de tus enemigos mi escabel.

23 ¿Pero quiénes son sus enemigos, sino los injustos y aquellos que oponen su voluntad a la voluntad de Dios?

24 Marchemos254 por tanto, hombres y hermanos, con fervor, cumpliendo sus santas leyes.

25 Pensemos en los que luchan bajo las órdenes nuestros gobernantes terrenales: Con qué disciplina, qué disposición, y qué obediencia cumplen exactamente todo aquello que les ordenan.

26 No todos son255 generales, ni256 coroneles; ni257 capitanes, ni258 oficiales inferiores:

27 Sino que todos, en sus respectivos rangos, cumplen lo que el rey, y aquellos que tienen autoridad sobre ellos, les ordena.

28 Los que son grandes, no pueden subsistir sin los que son pequeños; ni los pequeños sin los grandes.

29 Pero debe haber una mezcla en todas las cosas, y entonces se le sacará utilidad y también provecho.

30 Tomemos259, por ejemplo, nuestro cuerpo: la cabeza sin los pies no es nada, y tampoco lo son los pies sin la cabeza.

31 E incluso los miembros más pequeños de nuestro cuerpo son tanto necesarios como útiles para el cuerpo entero.

32 Pues todos funcionan juntos, y260 están sometidos a un mismo uso, a saber, la conservación de todo el261 cuerpo.

33 Que todo nuestro cuerpo sea, por tanto, salvado en Jesucristo; y que cada uno se someta a su prójimo262, de acuerdo con el lugar que ocupe según el263 don de Dios.

34 Que el hombre fuerte no desprecie al débil; y que el débil muestre reverencia al fuerte.

35 Que el hombre rico reparta para cubrir las necesidades de los pobres: y que los pobres bendigan a Dios, por haberles concedido uno, por el que sus carestías quedarán cubiertas.

36 Que el sabio demuestre su sabiduría, no con palabras, sino con buenas obras.

37 Que el humilde no dé testimonio de sí mismo, sino que deje que otro dé testimonio de él.

38 Que el que es puro en la carne, no se enorgullezca de ello, puesto que264 recibió de otro el don de la continencia.

39 Consideremos, por tanto, hermanos265, de qué estamos hechos; como quién, y qué tipo de hombres, vinimos al mundo, como si saliéramos de un sepulcro, y de una total oscuridad.

40 El que nos hizo, y nos formó, nos trajo a su propio mundo266; dotándonos de sus bienes, incluso antes de que naciéramos.

41 Así, habiendo recibido de él todas estas cosas, debemos darle las gracias en todo; sea a él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

cap. XVIII.

Les exhorta a hacerlo todo con orden en la Iglesia, como única manera de complacer a Dios.

LOS hombres ignorantes e insensatos267 que no tienen ni prudencia ni educación puede que se burlen y se rían de nosotros; engrandeciéndose por su propia presunción;

2 ¿Pero268 qué puede hacer un mortal? ¿O qué fuerza tiene si fue creado del polvo?

3 Porque está escrito, no había forma alguna ante mis ojos; únicamente oía un269 sonido y una voz.

4 ¿Y270 entonces? ¿Es puro el hombre a los ojos del Señor? ¿Es intachable en sus acciones?

5 Es cierto, no confía en sus siervos; y a sus ángeles los acusa de locura,

6 Sí, el cielo no es puro a sus ojos, tanto más los que viven en casas de arcilla; de la que nosotros mismos fuimos creados.

7 Los trató como a una polilla: y no duraron de la mañana hasta la noche.

Porque no fueron capaces de salvarse y perecieron; les echó su aliento y murieron, porque no tenían sabiduría alguna.

8 Pregunta271 ahora si hay alguien que te conteste; ¿a cuál de entre los ángeles sigues?

9 Pues la ira mató a los ignorantes, y la envidia exterminó a los errados,

10 He visto a los ignorantes echar raíces, pero he aquí que su asentamiento fue enseguida destruido.

11 Sus hijos no estaban protegidos272, murieron a las puertas de aquellos que eran inferiores a ellos; y ningún hombre los273 ayudó.

12 Pues lo que había preparado para ellos, los justos se lo comieron174: Y no serán librados del mal.

13 Viendo entonces estas cosas que nos son manifiestas, nos correspondería mirar en las profundidades del conocimiento divino y hacer con orden todo aquello que nuestro Señor nos ha mandado.

14 Y especialmente, que presentemos nuestras ofrendas y los servicios a Dios en el tiempo adecuado: pues ha dispuesto que éstos se hagan, no275 precipitada y desordenadamente, sino en unas ciertas épocas y a horas determinadas.

15 Y ha establecido, por su voluntad y autoridad supremas, dónde y qué personas deben realizarlos; y así todas las cosas hechas con piedad y agrado, serán aceptables para276 él,

16 Por tanto, aquellos que presentan sus ofrendas en el momento adecuado, son felices y aceptados: porque al obedecer de ese modo los mandamientos del Señor, están libres de pecado,

17 Y el mismo cuidado deben tener las personas que le sirven.

18 Pues277 el sumo sacerdote tiene sus propios servicios; y a los sacerdotes se les ha asignado su lugar; y a los levitas les pertenecen sus propios servicios: y los seglares están confinados dentro de los límites de lo que se ordena a los seglares.

19 Que cada uno de vosotros, hermanos, bendiga a Dios, por tanto, en la época adecuada, con una278 buena conciencia, y con toda seriedad, sin exceder las normas del servicio que se le ha asignado.

20 Los sacrificios diarios no se ofrecen en todos los sitios; ni las ofrendas de paz, ni los sacrificios para pecados y faltas; sino únicamente en Jerusalén: Y no en cualquier lugar de la ciudad, sino sólo en el altar del templo; y la ofrenda debe ser previamente examinada con diligencia por el sumo sacerdote y el otro ministro antes mencionado.

21 Así pues, aquellos que hacen cualquier cosa que no esté acorde con Su voluntad son castigados con la muerte.

22 Pensad279, hermanos, que cuanto mayor es el conocimiento que Dios nos ha concedido, mayor es, el peligro al que nos exponemos.

CAP. XIX.

Los órdenes de Ministros en la Iglesia de Cristo establecidos por los Apóstoles siguiendo el mandato de Cristo. 7 y el ejemplo de Moisés. 16 Por tanto aquellos que han sido debidamente escogidos para el ministerio, de acuerdo con su orden, no pueden ser expulsados sin pecar gravemente.

LOS Apóstoles nos han predicado respecto al Señor Jesucristo; Jesucristo respecto a Dios.

2 Cristo, por tanto, fue enviado por Dios, los Apóstoles por Cristo; así todos fueron debidamente280 enviados, según la voluntad de Dios.

3 Y habiendo recibido sus órdenes, y absolutamente seguros por la resurrección de nuestro Señor Jesucristo281; y convencidos por la palabra de Dios, con la182 plenitud del Espíritu Santo, se marcharon al extranjero, anunciando que el reino de Dios estaba próximo.

4 Y predicando así por países y ciudades283, nombraron a los primeros frutos de su conversión obispos y ministros sobre los que más tarde creyeran, puestos antes a prueba por el Espíritu.

5 No era esto nada nuevo: teniendo en cuenta que mucho antes ya se había escrito sobre obispos y diáconos.

6 Porque así dicen las Escrituras, en cierto lugar284: nombraré a los285 supervisores de la justicia, y a sus ministros en la fe.

7 Y qué hay de extraño en que ellos, a quienes les fue asignado ese trabajo por Dios a través de Cristo, nombraran a esos oficiales, como antes hemos dicho: sí incluso aquel fiel y bendito siervo en toda su casa. Moisés286, expuso en las Sagradas Escrituras todas aquellas cosas que le ordenaron,

8 A quien también el resto de los profetas siguieron, dando testimonio unánime de aquellas cosas que él indicaba.

9 Pues él, viendo que287 surgiría una emulación entre las tribus en lo que al sacerdocio respectaba, y que había conflictos respecto a cuál de ellas le seria otorgado aquel glorioso nombre; ordenó que sus doce capitanes le llevaran288doce varas; con el nombre de cada una de las tribus escrito en su vara.

10 Y las cogió y las ató todas juntas, y las selló con los sellos de los doce príncipes de las tribus; y las dejó en el tabernáculo del testimonio; sobre el altar de Dios,

11 Y cuando hubo cerrado la puerta del tabernáculo y sellado sus llaves, del mismo modo289 que había hecho con las varas; les dijo, Hombres y hermanos, aquella tribu cuya vara florezca, esa tribu ha escogido Dios para llevar a cabo el oficio de sacerdote, y290 velar por él en las cosas santas.

12 Y cuando llegó la mañana, convocó a todo Israel, seiscientos mil hombres; y les mostró a los príncipes sus sellos; y abrió el tabernáculo del testimonio; y sacó las varas.

13 Y la vara de Aarón no sólo era la única que había florecido, sino que también había dado fruto.

14 ¿Qué pensáis, queridos míos? ¿Qué Moisés no sabía de antemano291 lo que ocurriría?

15 Ciertamente: pero para que no se produjeran divisiones, ni tumultos en Israel, lo hizo de este modo, que el nombre del único y verdadero Dios fuera glorificado, y honrado por los siglos de los siglos. Amén.

16 Del mismo modo nuestros Apóstoles sabían por nuestro Señor Jesucristo que se generarían disputas292 por el nombramiento de ministros.

17 Y por tanto, sabiendo esto perfectamente con anterioridad, nombraron a las personas como hemos explicado, e293 indicaron cómo, cuando murieran, otros escogidos y aprobados los sucederían en su ministerio.

18 Por lo que no podemos pensar que sean expulsados de su ministerio los que o bien fueron designados por ellos, o más tarde escogidos por otros hombres eminentes, con el consentimiento de toda la iglesia, y los que con toda humildad e inocencia han servido al rebaño de Cristo, en paz, y sin interés propio, y fueron durante mucho tiempo elogiados por todos.

19 Pues cometeríamos un gran pecado si expulsáramos de su294 ministerio a aquellos que295 cumplen sus deberes sin faltas y con santidad.

20 Benditos aquellos sacerdotes que habiendo terminado su camino antes de estos tiempos han obtenido una perfecta y fructífera disolución: pues no tienen miedo, de que cualquiera pueda echarles del lugar que tienen en este momento asignado,

21 Pero sabemos que habéis expulsado a algunos, que mantenían una buena reputación entre vosotros, del ministerio, que habían ornado con su inocencia.

CAP. XX,

Les exhorta a lapa: a partir de ejemplos extraídos de las Sagradas Escrituras, 20 especialmente de la exhortación de San Pablo a ellos.

MANTENÉIS discusiones, hermanos, y sentís celos por cosas que no pertenecen a la salvación.

2 Examinad las Sagradas Escrituras, que son las verdaderas palabras del Espíritu Santo, Sabéis que no hay nada injusto o falso escrito en ellas.

3 Allí no encontraréis que los justos fueran expulsados nunca por otros hombres buenos.

4 Fueron296 perseguidos, pero por los malvados e injustos.

5 Fueron encerrados en prisión: pero fueron encarcelados por los impuros.

6 Fueron apedreados; pero los pecadores los apedrearon,

7 Fueron asesinados; pero por hombres execrables, y por aquellos que sentían una envidia injusta contra ellos.

8 Y297 todas estas cosas, las soportaron gloriosamente.

9 Pues, ¿Qué podemos decir, hermanos? ¿Fue lanzado Daniel a298 la guarida de los leones por hombres temerosos de Dios? Y a Ananias, Azarías y Misael, ¿los299 echaron al homo de300 fuego incandescente hombres301 que veneraban y glorificaban al Altísimo? Dios no lo permita,

10 ¿Qué tipo de personas hicieron estas cosas? Fueron hombres abominables, llenos de toda maldad; que estaban indignados de tal modo, que torturaron así a los que con un propósito santo y sin falta adoraban a Dios: sin saber que el Altísimo protege y defiende a lodos cuya conciencia pura sirve a su302 santo nombre: a quien sea la gloria por los siglos de los siglos, Amén.

11 Pero aquellos que con plena convicción han soportado estos sufrimientos303; se han convertido en partícipes de la gloria y el honor: y304 son exaltados y elevados por Dios en su memoria en todos los tiempos. Amén.

12 Así, nos corresponde también, hermanos305, seguir estos ejemplos; porque está escrito. Afórrate a los que son santos; porque los que así lo hagan, serán santificados.

13 Y también en otro lugar dijo306, Con el puro, puro serás, (y307 con el elegido, elegido serás), pero con el perverso, perverso308 serás.

14 Acerquémonos por tanto a los inocentes y justos; pues esos son los elegidos de Dios.

15 ¿Cómo es que se producen conflictos- y enfados, y divisiones, y cismas, y guerras, entre nosotros?

16 ¿Acaso309 no tenemos todos un solo Dios, y un solo Cristo?310 ¿Acaso no nos han dado un espíritu de gracia a todos nosotros? ¿Acaso no creemos todos en Cristo?

17 ¿Porqué desgarramos, entonces, y rompemos en pedazos los miembros de Cristo, y provocamos sediciones contra nuestro propio cuerpo? ¿Y hemos llegado a tal nivel de locura que hemos olvidado que311 somos miembros los unos de los otros?

18 Recordad las palabras de nuestro Señor Jesús312, que dijo, Ay de aquél (de quien provienen las ofensas)313. Más le valdría no haber nacido, que ofender a uno de mis elegidos. Más le valdría que le ataran una piedra de molino al cuello y lo echaran al mar, antes que ofender a uno de mis pequeños.

19 Vuestro cisma ha pervertido a muchos, desanimado a muchos: ha provocado falta de confianza en muchos, y pena a Iodos nosotros. Y aún así vuestra sedición continúa viva.

20 Tomad la epístola de San Pablo el Apóstol114; ¿Qué os escribió al empezar a predicar el Evangelio entre vosotros?

21 En verdad os reprendió115 mediante el espíritu respecto a él, y Cefas, y Apolo, porque ya entonces habíais empezado a crear316 partes y facciones entre vosotros.

22 No obstante vuestra parcialidad os condujo entonces a un pecado mucho menor: puesto que os317 apoyasteis en Apóstoles, hombres de una reputación318 demostrada en la iglesia; y en otro, que había sido probado y aprobado por ellos.

23 Pero considerad, os lo rogamos, quiénes son los que os llevan ahora por el mal camino; mermando la319 reputación de aquél amor fraternal320 tan eminente entre vosotros.

24 Es una lástima, queridos míos, ay, una gran lástima, impropia de vuestra321 profesión Cristiana, ver que la iglesia más firme y322 antigua de los corintios, vaya, por una o dos personas, a rebelarse contra sus sacerdotes.

25 Y esta información no nos ha llegado sólo a nosotros, sino también a aquellos que no están de acuerdo con nosotros.

26 En tanto que vuestra locura ha blasfemado contra el nombre del Señor; e incluso vosotros mismos estáis en peligro por ella.

27 Apresurémonos por tanto a323 poner fin a esta sedición; y arrodillémonos ante el Señor, y reguémosle con lágrimas que se324 reconcilie favorablemente con nosotros, y nos lleve de nuevo a un camino correcto y325 santo de amor fraternal.

28 Pues esa es la puerta de la justicia, que se abre a la vida: y está escrito326, Abridme las puertas de la justicia; entraré a alabar al Señor. Esta es la puerta del Señor, los justos pueden entrar.

29 Aunque hay muchas puertas abiertas, esta puerta de la justicia es la puerta de Cristo en que benditos son aquellos que entran y dirigen su camino en la santidad y la justicia, llevando a cabo todas las cosas sin desconcierto,

30 Que el hombre sea fiel, que sea poderoso al manifestar su conocimiento; que sea sabio a la hora de hacer un juicio exacto de las palabras; que sea puro en todas sus acciones.

31 Pero cuanto más327 por encima de otros debido a estas cosas parezca estar, más humilde deberá ser; y procurar el provecho de todas las personas, y no el suyo propio.

CAP. XXI.

1 El valor que le da Dios al amor y la unidad: los efectos de una caridad verdadera, 8 que es el don de Dios, y se debe obtener con la plegaria

AQUEL que tenga el amor que está en Cristo, que siga sus mandamientos,

2 Pues ¿quién puede expresar la328 obligación del amor de Dios? ¿Qué hombre puede declarar, y es digno de ello, la excelencia de su belleza?

3 La altura a la que lleva la caridad es inefable.

4 La caridad nos329 une a Dios330; la caridad cubre muchos de los pecados331: la caridad todo lo tolera, es paciente en todas las cosas.

5 No hay nada vil ni sórdido en la caridad; la caridad no se exalta; no admite divisiones; no es sediciosa; si no que todo lo hace en paz y armonía.

6 Por caridad fueron todos los elegidos de Dios hechos perfectos: Sin ella nada es grato ni aceptable a los ojos de Dios.

7 Por caridad332 nos unió el Señor a él: mientras que por el amor que nos profesaba, nuestro Señor Jesucristo entregó su propia sangre por nosotros, por voluntad de Dios; su carne por nuestra carne; su alma, por nuestras almas.

8 Veis, queridos míos, qué grande y maravillosa es la caridad: y que no hace falta ninguna expresión para declarar su perfección,

9 ¿Pero quién es digno de ser caritativo? Únicamente Dios puede decidirlo.

10 Reguémosle, por tanto, e implorémosle, que nos haga dignos de ella; para que podamos vivir en caridad; sin culpa, sin inclinaciones humanas, sin hacer distinción entre las personas.

11 Todos los siglos del mundo, desde Adán, hasta el día de hoy han pasado; pero aquellos que han sido hechos perfectos en el amor, han obtenido, por la gracia de Dios, un lugar entre los justos; y se pondrá de manifiesto en el333 juicio del reino de Cristo.

12 Porque está escrito334. Entra en tus aposentos un momento, hasta que mi furia e indignación hayan pasado: Y recordaré el buen día y os levantaré de vuestras tumbas,

13 Felices335 seremos entonces, queridos míos, si hemos cumplido los mandamientos de Dios, en la unidad del amor; y así, mediante el amor, los pecados nos serán perdonados,

14 Porque así está escrito336, Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades han sido perdonadas, y sus pecados cubiertos. Bienaventurado aquel a quien el Señor no culpa de ningún pecado, y en cuya boca no hay engaño.

15 Esta bendición se cumple en aquellos escogidos por Dios a través de nuestro Señor Jesucristo, con él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

CAP. XXII.

1 Exhorta a los que han participado en las discordias a arrepentirse, y volver a la unidad, confesando su pecado a Dios, 7 que refuerza con el ejemplo de Moisés, 10 y de muchos otros de entre los infieles, 23 y de Judith y Esther entre los judíos.

ROGUEMOS, por Tanto, todos los que han pecado debido a las337 proposiciones del enemigo, el perdón de Dios.

2 Y aquellos que han sido los338 cabecillas de la sedición y las facciones entre vosotros339, que se fijen en el fin común de nuestra esperanza.

3 Porque los que340 se deben al temor y la caridad, preferirían someterse ellos mismos a juicio antes que sus vecinos: Y escogerían ser condenados, antes que la caridad buena y justa entregada a nosotros, sufriera.

4 Pues es bueno que un hombre confiese si ha pecado,

5 Y341 que no endurezca su corazón, igual que se endurecieron los corazones de aquellos que se alzaron contra Moisés, el siervo de dios; cuyo castigo fue ejemplar342 para todos los hombres; pues bajaron vivos a la tumba, y la muerte se los tragó.

6 Faraón343 y sus huestes, y todos los legisladores de Egipto, también sus carros y sus jinetes, no fueron ahogados en el fondo del Mar Rojo, y murieron por otro motivo, que por haber endurecido sus locos corazones, después de todas las señales dadas en la tierra de Egipto por Moisés, el siervo de Dios,

7 Queridos míos, Dios no mendiga nada; ni pide nada de nosotros, excepto que le confesemos nuestros pecados.

8 Porque esto dijo el344nto David345e confesaré ante el Señor, y le complacerá más que la ofrenda de un novillo con cuernos y pezuñas. Que lo vean los pobres y se alegrarán.

9 Y también dijo346. Ofrécele a Dios el sacrificio de la alabanza y cumple las promesas que haces al Altísimo. E invócame cuando tengas problemas, y yo te liberaré, y tú me glorificarás347. El sacrificio de Dios es un corazón arrepentido,

10 Ya conocéis, queridos míos, conocéis muy bien las Sagradas Escrituras; y habéis examinado a fondo los oráculos de Dios: llamemos pues a vuestra memoria,

11 Pues cuando Moisés subió al monte y permaneció allí cuarenta días y cuarenta noches en ayuno y mortificado; Dios le dijo346. Levántate, Moisés, y baja deprisa de aquí, porque tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto, se ha pervertido: No han tardado en desviarse del camino que yo les había marcado, y han construido imágenes.

12 Y el Señor le dijo. He hablado contigo349 varias veces, y te he dicho que me he fijado en este pueblo, y he aquí que es un pueblo obstinado; déjame destruirlo, y eliminar su nombre del cielo. Y haré de ti una nación importante y maravillosa, mucho350 más grande que esta.

13 Pero Moisés contestó. No hagas eso, Señor; Perdona sus pecados a este pueblo: o si no quieres, bórrame a mí también del libro de los vivos. ¡Oh, admirable caridad! ¡Oh, perfección insuperable! El siervo le habla con libertad a su Señor; Le ruega o bien que perdone al pueblo, o que le351 destruya junto con ellos.

14 ¿Quién de entre vosotros es generoso? ¿Quién compasivo? ¿Quién tiene algo de caridad? Que diga, si esta sedición, estas disputas y estos cismas son por culpa mía, estoy dispuesto a marcharme; a irme adondequiera que os plazca; y a hacer lo que quiera que352 me ordenéis: Sólo permitid que el rebaño de Cristo viva en paz, con los ancianos que los dirigen.

15 Aquél que haga esto, conseguirá un gran honor del Señor; y 353 no habrá lugar que no esté preparado para recibirle354; Pues es del Señor la tierra y todo lo que hay en ella.

16 Todo esto, aquellos que siguen a Dios sin nada de lo que arrepentirse, lo han hecho y están siempre dispuestos a hacerlo.

17 Es355 más, incluso los gentiles nos han dado ejemplos de esto.

18 Porque así leemos. Cuántos reyes y príncipes, en tiempos de la peste, advertidos por sus oráculos, se han entregado a la muerte: para que su sangre librara a su356país de la destrucción.

19 Otros357han renunciado a sus ciudades, para terminar con las sediciones,

20 Sabemos cuántos de entre nosotros se han dejado encadenar para liberar así a otros de sus cadenas.

21 Otros se han vendido como esclavos para alimentar a358 sus hermanos con el precio pagado por ellos.

22 E incluso muchas mujeres, fortalecidas por la gracia de Dios, han llevado a cabo actos gloriosos propios de hombres en tales ocasiones.

23 La bendita359 Judith, cuando su ciudad fue sitiada, pidió a los ancianos que le permitieran ir al campo de360 sus enemigos: y salió, exponiéndose al peligro, por amor a su tierra y a su pueblo, que estaba sitiado; y el Señor entregó a Holofernes a las manos de una mujer.

24 Y361 Esther, perfecta en su fe, no se expuso a un peligro menor, para liberar a las doce tribus de Israel, en peligro de destrucción. Pues, mediante el ayuno y la mortificación, rogó al Gran Creador de todas las cosas, el Dios de los362 espíritus; al contemplar la humildad de su alma, liberó al pueblo, por el bien del cual se puso en peligro.

CAP. XXIII.

Los beneficios de la reprensión y el consejo mutuos. Les ruega que sigan aquello que aquí les es dado.

POR tanto reguemos por aquellos que han caído en363 pecado. Que con humildad y moderación, se sometan no a nosotros, sino a la voluntad de Dios.

2 Pues asi364 tendrán un recuerdo perfecto y fructífero, con misericordia, tanto en nuestras plegarias a Dios, como al mencionarlos nosotros ante sus365 santos.

3 Recibamos las reprimendas, de las que ningún hombre debe lamentarse.

4 Queridos míos, las reprobaciones y reprensiones que nos hacemos unos a los otros, son buenas, y muy provechosas: puesto que nos acercan más a la voluntad de Dios.

5 Porque así dicen las Sagradas Escrituras366, El Señor me reprendió, pero no me entregó a la muerte367. Porque el Señor alecciona a los que ama, y azota a todos los hijos que acepta.

6 Que368 los justos, dice, me instruyan en la misericordia y me reprendan; pero que el aceite de los pecadores no unja mi cabeza.

7 Y también dice369. Feliz el hombre a quien Dios reprende; no rechaces la lección del Todopoderoso.

8 Pues él te hace daño y te venda la herida; te magulla y te cura con su mano.

9 Te librará de seis problemas; y en el séptimo no te afectará ningún mal, En el hambre te redimirá de la muerte; y en la guerra del poder de la espada.

10 Te ocultarás del azote de la lengua; tampoco tendrás miedo de la destrucción cuando llegue la hora.

11 Te reirás de los injustos y pecadores; no tendrás miedo de las bestias de la tierra. Los animales salvajes vivirán en paz contigo.

12 Serás consciente de que tu casa deberá estar en paz; y la morada de tu tabernáculo no incurrirá en ninguna falta, También serás consciente de que tu simiente será grande y tu descendencia como la hierba de la tierra.

13 Irás a la tumba como el grano maduro, recogido a su debido tiempo; igual que el grano madura en su estación.

14 Veis, queridos míos, como los que el Señor alecciona, tienen defensa. Pues es un buen instructor y nos reprende con su santa disciplina.

15 Por tanto, vosotros que sentaron las bases de esta sedición, entregaos a vuestros370 sacerdotes; y recibid instrucción del arrepentimiento, poniendo de rodillas vuestros corazones.

16 Aprended a ser sumisos, a dejar a un lado toda la soberbia y la arrogancia de vuestras lenguas.

17 Pues es mejor que seáis pequeños, y aceptados, en371 el rebaño de Cristo, que creeros mejores que los demás, y ser expulsados de su372 rebano.

18 Pues así habla la siempre excelente y virtuosa sabiduría373. He aquí que os inundaré con el verbo de mi espíritu, os daré a conocer mi palabra,

19 Porque os llamé y no me oísteis, desplegué mis palabras y no las tuvisteis en cuenta.

20 Y no habéis hecho caso de mi consejo, ni a ninguna de mis reprobaciones. Me reiré de vuestra calamidad, y me burlaré cuando tengáis miedo,

21 Cuando sintáis miedo y estéis desolados, cuando llegue vuestra destrucción como un torbellino, cuando sintáis aflicción y la angustia.

22 Entonces me llamaréis, pero yo no os escucharé: los injustos me buscarán, pero no me encontrarán. Porque odiaban el conocimiento y no buscaron el temor del Señor.

23 No escucharon mi consejo: despreciaron todas mis lecciones. Por tanto comerán del fruto de su propio camino; y se llenarán de su propia maldad,

CAP. XXIV.

1 Les encomienda u Dios. Espera escuchar con prontitud que esta epístola ha causado un buen efecto sobre ellos. 4 Conclusión.

DIOS, inspector de todas las cosas374, Padre de los Espíritus y Señor de la carne, que ha escogido a nuestro Señor Jesucristo, y a nosotros a través de Él, para ser su pueblo particular;

2 Concede a todas las almas de hombres que clame su glorioso y santo nombre, fe, temor, paz, resignación, paciencia, templanza, santidad y sobriedad, Todo ello complace375 a sus ojos; a través de nuestro Sumo Sacerdote y Protector Jesucristo, a quien sea la gloria y majestad, y poder, y honor, ahora y por siempre. Amén.

3 Los mensajeros que os hemos enviado, Claudio, Efebo y Valerio Bito. Junto con Fortunato, enviádnoslos de vuelta con toda prontitud en paz, y con alegría, para que nos pongan al corriente lo antes posible de vuestra paz y armonía, que tanto hemos deseado y por la que tanto hemos rezado: y para que podamos alegrarnos de vuestro buen orden.

4 Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros, y con todos los que son llamados por Dios en cualquier lugar a través de él: A quienes sean el honor y la gloria, y la piedad y la majestad, y el dominio eterno, por376 Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén.

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