miércoles, 16 de diciembre de 2009

NO CANÓNICOS LIBRO DE SABIDURÍA

INDICE DEL LIBRO DE SABIDURÍA

La sabiduría y el destino del hombre

Error de los impíos.

Los impíos en el Juicio.

Fin dichoso de los Justos y castigo de los impíos.

6 II Salomón y la búsqueda de la sabiduría. Los reyes deben buscar la sabiduría

La sabiduría se deja hallar,

Salomón va a describir la Sabiduría.

7 Salomón era sólo un hombre.

Aprecio de Salomón por la Sabiduría.

Llamamiento a la inspiración divina.

Elogio de la Sabiduría,

La Sabiduría esposa ideal para Salomón.

La Sabiduría, indispensable a los soberanos.

Salomón va a pedir la Sabiduría.

9 Oración para alcanzar la Sabiduría.

10 La sabiduría en la historia. Desde Adán hasta Moisés.

El Éxodo.

El milagro del agua. Primera antítesis.

Moderación divina hacia Egipto.

Motivos de esta moderación.

Moderación de Dios hacia Canaán.

Motivos de esta moderación.

Vuelta a los egipcios. Su castigo progresivo,

13 Critica de la idolatría. Divinización de la naturaleza.

El culto a los ídolos.

Origen del culto a los ídolos.

Consecuencias del culto a los ídolos,

15 Israel no es idólatra.

Locura de los fabricantes de ídolos.

Locura de los egipcios: su idolatría universal.

16 Segunda antítesis: las ranas.

Tercera antítesis: langostas y serpiente de bronce.

Cuarta antítesis: el granizo y el maná.

17 Quinta antítesis: tinieblas y columna de fuego.

Sexta antítesis: noche trágica y noche liberadora.

Amenaza de exterminio en el desierto.

19 Séptima antitesis: el mar rojo.

Egipto más culpable que Sodoma.

Una nueva armonía.

Conclusión.

CAPITULO 1 La sabiduría y el destino del hombre

1Amad la justicia, los que gobernáis el mundo tened buenos sentimientos para con el Señor y buscadlo con corazón sincero,

2 pues se deja encontrar por los que no le exigen pruebas y se manifiesta a los que no-desconfían de él.

3 Los pensamientos retorcidos apartan de Dios, y su poder, puesto a prueba confunde a los insensatos.

4En efecto, la sabiduría no entra en alma artera, ni habita en cuerpo esclavo del pecado

5 pues el santo espíritu educador huye del engaño, se aleja de los pensamientos vacíos y se siente confundido ante el ataqué de la injusticia.

6 La sabiduría es un espíritu filántropo que no deja impunes los labios blasfemos; pues Dios es testigo de sus interioridades, observador veraz de su corazón y escucha cuanto dice su lengua.

7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra, lo contiene todo y conoce cada voz.

8 Por eso, quien pregone calumnias no podrá esconderse, ni evitar la acusación de la justicia.

9 Los planes del impío serán investigados y el rumor de sus palabras llegará hasta el Señor como prueba de sus delitos.

10 El oído atento lo escucha todo y no se le escapa el rumor de murmuraciones.

11 Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles y preservad vuestra lengua de la calumnia; porque no hay confidencia emitida en vano, y la boca calumniadora da muerte al alma.

12 No persigáis la muerta con vuestra vida perdida ni os busquéis la ruina con las obras de vuestras manos;

13 porque Dios no hizo la muerte ni se alegra con la destrucción de los vivientes,

14 Él lo creó todo para que subsistiera: las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas veneno de muerte ni el abismo reina sobre la tierra,

15 porque la justicia es inmortal. La vida según los impíos.

16 Pero los impíos invocan a la muerte con gestos y palabras; haciéndola su amiga, se perdieron; se aliaron con ella y merecen ser sus secuaces.

CAPITULO 2

1 Razonando erróneamente, se decían: «Corta y triste es nuestra vida; la muerte del hombre no tiene remedio y de nadie consta que haya vuelto de la tumbad 2 Nacimos por azar y pasaremos como si no hubiéramos existido. El soplo de nuestro aliento es humo, y el pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón.

3 Cuando ella se apague, el cuerpo se convertirá en ceniza y el espíritu se desvanecerá como aire ligero.

4 Con el tiempo nuestro nombre caerá en el olvido y nadie se acordará de nuestras obras; nuestra vida pasará como rastro de nube, se disipará como niebla acosada por los rayos del sol y agobiada por su calor.

5 Nuestro tiempo es una sombra fugaz y nuestra muerte, irrevocable, porque se ha puesto el sello y nadie regresa.

6 Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de la realidad con impaciencia juvenil;

7 embriaguémonos de vinos exquisitos y perfumes, que no se nos escape la flor primaveral;

8 coronémonos de rosas antes que se marchiten;

9 que ninguno de nosotros se pierda nuestra orgía, dejemos por todas partes huellas de la alegría; que ésta es nuestra suerte y nuestra herencia.

10 Oprimamos al pobre que es justo, no tengamos compasión de la viuda ni respetemos las canas llenas de años del anciano.

13 Que nuestra fuerza sea norma de la justicia, porque la debilidad se demuestra inútil.

12 Pongamos trampas al justo, que nos fastidia y se opone a nuestras acciones; nos echa en cara nuestros delitos y reprende nuestros pecados de juventud.

13 Presume de conocer a Dios y se presenta como hijo del Señor.

14 Es un reproche contra nuestras convicciones y su sola aparición nos resulta insoportable,

15 pues lleva una vida distinta a los demás y va por caminos diferentes.

16 Nos considera moneda falsa y nos evita como a apestados; celebra el destino de los justos y presume de que Dios es su padre.

17 Ya veremos si lleva razón. comprobando cuál es su desenlace:

18 pues si el justo es hijo de Dios, él lo rescatará y lo librará del poder de sus adversarios.

19 Lo someteremos a humillaciones y torturas para conocer su temple y comprobar su entereza.

20 Lo condenaremos a una muerte humillante, pues, según dice. Dios lo protegerá. »

Error de los impíos.

21 Así piensan, pero se equivocan, pues los ofusca su maldad.

22 No conocen los secretos de Dios, ni esperan recompensa para la virtud, ni valoran el premio de una vida intachable.

23 Porque Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su mismo ser;

24 pero la muerte entró en el mundo por envidia del diablo, y la experimentan sus secuaces. Comparación de la suerte de los justos y de los impíos.

CAPITULO 3

1En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios y ningún tormento les afectará.

2 Los insensatos pensaban que habían muerto; su tránsito les parecía una desgracia

3 y su partida de entre nosotros, un desastre; pero ellos están en la paz.

4 Aunque la gente pensaba que eran castigados, ellos tenían total esperanza en la inmortalidad.

5 Tras pequeñas correcciones, recibirán grandes beneficios, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí;

6 los probó como oro en crisol y los aceptó como sacrificio de holocausto.

7 En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como el fuego en un rastrojo.

8 Gobernarán naciones, dominarán pueblos y el Señor reinará eternamente sobre ellos.

9 Los que confían en él comprenderán la verdad y los fíeles a su amor permanecerán a su lado, pues la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos.

10 Los impíos, en cambio, serán castigados por sus razonamientos, por despreciar al justo y apartarse del Señor.

11 Desdichado el que desprecia la sabiduría y la educación; vana es su esperanza, baldíos sus esfuerzos, e inútiles sus obras.

12 Sus mujeres son necias, sus hijos perversos, y su posteridad maldita.

Más vale la esterilidad que una posteridad impía.

13 Dichosa la estéril intachable la que no conoce lecho nupcial de pecado; pues obtendrá fruto en el juicio de los justos.

14 Y también el eunuco que no actúa perversamente, ni alberga malos pensamientos contra el Señor; por su fidelidad recibirá especial recompensa y una herencia envidiable en el templo del Señor.

15 Pues el fruto del buen trabajo proporciona fama, y la raíz de la sensatez es inquebrantable.

16 Los hijos de adúlteros, en cambio, no alcanzarán la madurez, la descendencia de unión ilegítima desaparecerá.

17 Aunque vivan muchos años, no serán apreciados y al final su vejez será deshonrosa. ,

18 Y si mueren prematuramente, no tendrán esperanza, ni consuelo en el día del juicio,

19 pues es penoso el final de la gente perversa.

CAPITULO 4

1 Más vale no tener hijos y tener virtud, pues su recuerdo es inmortal y es reconocida por Dios y por los hombres:

2 presente, la imitan; ausente, la añoran; y en la eternidad desfila en triunfo coronada, pues venció en la lucha de premios intachables.

3 En cambio, la familia numerosa de los impíos será inútil; sus retoños bastardos no echarán raíces profundas ni tendrá base sólida.

4 Aunque sus ramas verdeen temporalmente, será sacudida por el viento a causa de su caducidad y arrancada de raíz por el huracán enfurecido.

5 Sus ramas aún tiernas se troncharán, su fruto será inútil, inmaduro para comerlo, y nada se aprovechará.

6 Pues los hijos nacidos de uniones ilícitas son testigos de la maldad de los padres a la hora de su examen. La muerte prematura del justo.

7 El justo, aunque muera prematuramente, tendrá descanso,

8 pues la ancianidad venerable no consiste en larga vida ni se mide por los años.

9 Que las canas del hombre son la prudencia y la edad avanzada, una vida intachable.

10 Fue amado, porque agradaba a Dios; fue trasladado, porque vivía entre pecadores.

11 Fue arrebatado para que la maldad no pervirtiera su inteligencia o el engaño sedujera su alma;

12 pues la fascinación del mal ensombrece el bien y el frenesí del deseo pervierte al espíritu ingenuo.

13 Madurando en poco tiempo, completó una larga vida,

14 y como su alma era agradable al Señor, se apresuró a escapar de la maldad. La gente lo ve y no lo entiende; no les cabe esto en la cabeza:

15 que la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos, y su salvación, a sus santos.

16 El justo que muere condena a los impíos que viven, y la juventud prematuramente realizada, a la longevidad del malvado.

17 Ven la muerte del sabio, pero no comprenden su propósito, ni por qué el Señor lo ha puesto a salvo.

18 Lo ven y lo desprecian, pero el Señor se reirá de ellos. ,

19 Más tarde serán cadáveres sin honra, objeto de ultraje entre los muertos para siempre. Pues los estrellará de cabeza y sin rechistar los removerá de sus cimientos; quedarán totalmente asolados y sumidos en el dolor; y su recuerdo se perderá.

Los impíos en el Juicio.

20 Acudirán asustados a dar cuenta de sus pecados y sus propios delitos los; acusarán a la cara.

CAPITULO 5

1Entonces el justo aguantará firme y lleno de confianza frente a los que lo oprimieron despreciaron sus sufrimientos.

2 Al verlo, quedarán sobrecogidos de espanto, desconcertados por la increíble salvación.

3 Y, cambiando dé opinión, con el espíritu angustiado, se dirán:

4 Éste es aquel de quien hace tiempo nos reíamos, a quien convertimos, insensato, en blanco de nuestros insultos. Su vida nos parecía una locura, y su muerte, una deshonra.

5 ¿Cómo es que ha sido incluido entre los hijos de Dios y comparte su herencia con los santos?

6 Ciertamente extraviamos el camino de la verdad, no nos iluminó la luz de la justicia, ni salió el sol para nosotros.

7 Nos cansamos de andar por sendas de maldad y perdición, atravesamos desiertos intransitables, pero no reconocimos el camino del Señor.

8 ¿De qué nos ha servido nuestro orgullo? ¿Qué nos han reportado las riquezas de que presumíamos?

9 Todo aquello pasó como una sombra, como noticia que vuela;

10 como nave que surca las aguas agitadas sin dejar ver el rastro de su travesía ni la estela de su quilla sobre las olas;

11o como pájaro que vuela por el aire sin dejar ninguna huella de su vuelo: con su aleteo bate el aire ligero, lo corta con agudo chillido, se abre camino agitando las alas y después no descubre la señal de su paso;

12 o como flecha disparada al blanco; el aire rasgado vuelve a soldarse al instante sin dejar conocer su trayectoria.

13Lo mismo nosotros: apenas nacidos, desaparecemos; sin poder mostrar ningún signo de virtud, nos consumimos en nuestra maldad.

14 En efecto la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el viento, como frágil escarcha arrastrada por el huracán; se disipa como el humo con el viento; pasa como el recuerdo del huésped de un solo día.

Fin dichoso de los justos y castigo de los impíos.

15 Los justos, en cambio, viven para siempre; encuentran su recompensa en el Señor y el Altísimo cuida de ellos.

16Por eso recibirán un reino distinguido y una hermosa diadema de manos del Señor; pues con su diestra los protegerá y los escudará con su brazo.

17 Tomará la armadura de su celo y armará a la creación para vengarse de sus enemigos;

18 vestirá la coraza de la justicia, se pondrá por casco un juicio imparcial,

19 empuñará como escudo su santidad invencible,

20 afilará la espada de su cólera implacable, y el universo luchará a su lado contra los insensatos.

21 Partirán certeros los disparos de los rayos, como de arco bien tendido, volarán de las nubes al blanco,

22 una catapulta disparará furiosa granizada; las aguas del mar se embravecerán contra ellos y los ríos los anegarán sin piedad;

23 un viento poderoso se levantará contra ellos y los barrerá como un huracán. Así la iniquidad asolará toda la tierra y la maldad derrocará los tronos de los poderosos.

6 II Salomón y la búsqueda de la sabiduría. Los reyes deben buscar la Sabiduría.

1Escuchad, reyes, y entended. Aprended, gobernantes de los confines de la tierra.

2 Estad atentos los que domináis multitudes y presumís de tener muchos pueblos.

3 Pues recibisteis el poder del Señor y la soberanía del Altísimo; él investigará vuestras acciones y examinará vuestros proyectos.

4 Porque, siendo ministros de su reino, no juzgasteis rectamente, ni guardasteis la ley, ni actuasteis de acuerdo con la voluntad de Dios,

5 terrible y repentino caerá sobre vosotros, pues un juicio implacable aguarda a los grandes.

6 Porque al más humilde se le perdona por piedad, pero los poderosos serán poderosamente examinados.

7 El Señor de todos no retrocede ante nadie, ni la grandeza le intimida; que él mismo hizo a pequeños y grandes y de todos cuida por igual;

8 pero a los poderosos les aguarda una investigación rigurosa.

9 A vosotros, pues, soberanos, se dirigen mis palabras para que aprendáis sabiduría y no pequéis.

10 Porque los que guarden santamente las cosas santas, serán santificados, y los que las aprendan encontrarán defensa.

11 Así, pues, ansiad mis palabras; anheladlas y recibiréis instrucción.

La sabiduría se deja hallar.

12 La sabiduría es radiante e inmarcesible. Se deja ver fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan.

13 Se adelanta a manifestarse a los que la desean.

14 Quien madruga para buscarla, no se cansa, pues la encuentra sentada a su puerta.

15 Meditar sobre ella es sensatez consumada, quien se desvela por ella pronto se ve libre de preocupaciones.

16 Pues ella misma va buscando a los que son dignos de ella se les muestra benévola por los caminos y sale al encuentro de todos sus pensamientos.

17 Su verdadero comienzo es el afán de instrucción, el interés por la instrucción es amor,

18 el amor es la observancia de sus leyes y la atención a las leyes es garantía de inmortalidad

19 y la inmortalidad acerca a Dios;

20 por tanto, el afán de la sabiduría conduce al reino.

21 Así que, si queréis tronos y cetros, soberanos de los pueblos, apreciad la sabiduría y reinaréis eternamente.

Salomón va a describir la Sabiduría.

22 Os voy a explicar la esencia y el origen de la sabiduría; no os ocultaré secretos, sino que rastrearé sus huellas desde su origen y pondré de manifiesto su conocimiento sin eludir la verdad.

23 No compartiré el camino con la envidia corrosiva, pues nada tiene que ver con la Sabiduría.

24 En la abundancia de sabios está la salvación del mundo y en un rey sensato, el bienestar del pueblo.

25Así, pues, dejaos instruir por mis palabras y sacaréis provecho.

7 Salomón era sólo un hombre.

También yo soy un hombre mortal como todos, descendiente del primero formado de la tierra. En el vientre materno se modeló mi carne;

2 durante diez meses fui cuajado en su sangre, a partir de la simiente viril y del placer unido al sueño.

3 Al nacer, también yo respiré el aire común, caí en la tierra que a todos nos recibe y mi primera voz, como la de todos, fue el llanto.

4 Me crié entre pañales y cuidados.

5 Pues ningún rey comenzó de otro modo su existencia;

6 que son iguales para todos la entrada 2 en la vida y la salida.

Aprecio de Salomón por la Sabiduría.

7 Por eso supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.

8 La preferí a cetros y tronos y en su comparación tuve en nada la riqueza.

9 No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y ante ella la plata es como el barro.

10 La quise más que a la salud y a la belleza preferí tenerla como luz, porque su claridad no anochece.

11Con ella me vino a la vez todos los bienes e incalculables riquezas en sus manos.

12 Yo disfruté de todos, porque la Sabiduría los trae, aunque ignoraba que ella fuera su origen.

13 Sin engaño la aprendí y sin envidia la comparto; y no escondo sus riquezas,

14 porque es un tesoro inagotable para los hombres, y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios, recomendados por los dones que ofrece la instrucción.

Llamamiento a la inspiración divina.

15 Que Dios me conceda hablar con conocimiento y tener pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la sabiduría y quien dirige a los sabios.

16 En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras, toda prudencia y toda habilidad práctica.

17 Él me concedió el verdadero conocimiento de los seres, para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos,

18 el principio, el fin y el medio de los tiempos, la alternancia de los solsticios y la sucesión de las estaciones,

19 los ciclos anuales y la posición de las estrellas.

20 la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades de las plantas y las virtudes de las raíces.

21 Llegué a conocer cuanto está oculto y manifiesto, porque la sabiduría, artífice de todo, me lo enseñó.

Elogio de la Sabiduría.

22 Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo,

23 libre, bienhechor, filántropo, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo lo controla y penetra en todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles.

24 Pues la sabiduría es más móvil que cualquier movimiento y, en virtud de su pureza, atraviesa y penetra todo.

23 Es un soplo del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente; por eso, nada contaminado le afecta.

26 Es reflejo de la luz eterna, espejo inmaculado de la actividad de Dios e imagen de su bondad.

27 Aun siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo; y entrando en las almas santas en cada generación hace amigos de Dios y profetas,

28 pues Dios sólo ama a quien convive con la sabiduría.

29 Ella es más bella que el sol y supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale ganando,

30 porque la luz deja paso a la noche pero a la sabiduría no la, domina el mal.

CAPITULO 8

1 Se propaga decidida de uno al otro confín y gobierna todo con acierto.

La Sabiduría esposa ideal para Salomón.

2 Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me empeñé en hacerla mi esposa, enamorado de su belleza.

3 Su intimidad con Dios ennoblece su linaje, pues el dueño de todo la ama.

4 Está iniciada en el conocimiento de Dios y es la que elige sus obras.

5 Si la riqueza es un bien apetecible en la vida, ¿qué cosa es más rica que la sabiduría, que todo lo hace?

6 Si la inteligencia trabaja, ¿quién sino la sabiduría es el artífice de cuanto existe?

7 Si alguien ama la justicia, las virtudes son su especialidad, pues ella enseña templanza y prudencia, justicia y fortaleza; para el ser humano no hay en la vida nada más provechoso.

8 Si alguien anhela una gran experiencia, ella conoce el pasado y adivina el futuro; comprende dichos agudos y resuelve enigmas, conoce de antemano signos-y prodigios y la oportunidad de momentos y tiempos.

La Sabiduría, indispensable a los soberanos.

9 Así, pues decidí tomarla por compañera, consciente de que sería mi consejera en la dicha y mi alivio en las preocupaciones y penas.

10 Gracias a ella obtendré gloria entre la gente y. aunque joven, el aprecio de los ancianos.

11 Apareceré agudo en el juicio y seré la admiración de los poderosos.

12 Cuando calle, esperarán; cuando hable, prestarán atención; y si me alargo hablando, se llevarán la mano a la boca.

13 Gracias a ella alcanzaré la inmortalidad y legaré perpetuo recuerdo a la posteridad.

14 Gobernaré a los pueblos y someteré naciones.

15 Soberanos terribles se asustarán al oír hablar de mí. Me mostraré generoso con las multitudes y valiente en la guerra.

16 Al volver a casa, descansaré a su lado, pues su compañía no produce amargura ni su intimidad entristece, sino que contenta y alegra.

Salomón va a pedir la Sabiduría.

17 Reflexionando sobre estas cosas, consideré en mi interior que la inmortalidad reside en emparentar con la Sabiduría,

16 que su amistad es un gran placer, que hay riqueza inagotable en el trabajo de sus manos, prudencia en su trato asiduo y prestigio en la conversación con ella; y me puse a dar vueltas, tratando de apropiármela.

19 Yo era un muchacho de buen natural, dotado de un alma buena,

20 o más bien. siendo bueno, vine a un cuerpo sin tara,

21 pero, comprendiendo que no la conseguiría, si Dios no me la daba,—y ya era un signo de sensatez saber de quién procedía tal don—acudí al Señor y le supliqué, diciéndole de todo corazón:

9 Oración para alcanzar la Sabiduría.

1 Dios de mis antepasados. Señor de misericordia, que hiciste todas las cosas con tu palabra,

2 y con sabiduría forma al hombre para que dominase sobre tus criaturas,

3 gobernase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu;

4 dame la Sabiduría entronizada junto a ti, y no me excluyas de entre tus hijos.

3 Porque soy siervo tuyo, hijo de tu esclava, un hombre débil y de vida efímera, incapaz de comprender el derecho y las leyes.

6 Pues, aunque uno sea perfecto entre los hombres, si le falta la sabiduría que viene de ti, será tenido en nada.

7 Tú me elegiste, como rey de tu pueblo para gobernar a tus hijos y a tus hijas;

8 tú me encargaste construir un templo en tu monte santo y un altar en la ciudad donde habitas, a imitación de la tienda santa que preparaste desde el principio,

9 Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras, que estaba a tu lado cuando hacías el mundo, que conoce lo que te agrada y lo que es conforme a tus mandamientos.

10 Envíala desde el santo cielo, mándala desde tu trono glorioso, para que me acompañe en mis tareas y pueda yo conocer lo que te agrada.

11 Ella, que todo lo sabe y comprende, me guiará prudentemente en mis empresas y me protegerá con su gloria.

12 Así mis obras serán aceptadas, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre.

13 Pues, ¿qué hombre puede conocer la voluntad de Dios? ¿Quién puede considerar lo que el Señor quiere?

14 Los pensamientos humanos son mezquinos y nuestros proyectos, caducos;

1:1 pues el cuerpo mortal oprime el alma y la tienda terrenal abruma la mente reflexiva.

16 Si a duras penas vislumbramos lo que hay en la tierra y con dificultad encontramos lo que tenemos a mano, ¿quién puede rastrear lo que está en los cielos?

17 ¿Quién puede conocer tu voluntad, si tú no le das la sabiduría y le envías tu espíritu santo desde el cielo?

18 Así se enderezaron los caminos de los habitantes de la tierra, los hombres aprendieron lo que te agrada y se salvaron gracias a la sabiduría.

10 La sabiduría en la historia. Desde Adán hasta Moisés.

1Ella fue la que protegió al primer hombre, padre del mundo; creado solo, lo rescató de su caída

2 y le dio poder para dominar todas las cosas.

3 De ella se apartó el criminal iracundo y pereció con su furor fratricida.

4 Cuando la tierra fue inundada por su culpa, la sabiduría la salvó conduciendo al justo en una humilde tabla.

5 En la perversión común de los pueblos confundidos, ella conoció al justo lo conservo intachable ante Dios y lo sostuvo firme a pesar del amor entrañable a su hijo.

6 Durante el exterminio de los impíos, ella salvó al justo cuando huía del fuego que caía sobre la Pentápolis.

7 De su maldad todavía quedan como testigos una tierra desolada y humeante y unas plantas con frutos malogrados; y, como monumento al alma incrédula, se levanta una estatua de sal.

8 Pues, al apartarse de la sabiduría, no sólo sufrieron la desgracia de ignorar el bien, sino que además legaron a la historia un recuerdo de su insensatez para que sus faltas no quedaran ocultas.

9 La sabiduría, sin embargo, sacó de apuros a sus servidores.

10 Al justo que huía de la ira de su hermano ella lo guió por caminos rectos, le mostró el reino de Dios y le dio a conocer las cosas santas; le dio prosperidad en sus trabajos y multiplicó el fruto de sus esfuerzos;

11lo asistió contra la avaricia de sus opresores y lo enriqueció;

12 lo defendió de sus enemigos, lo protegió de los que le tendían trampas y, tras duro combate, le dio la victoria, para enseñarle que la piedad triunfa sobre todo.

13 Ella no abandonó al justo vendido, sino que lo libró del pecado;

14 bajó con él a la cisterna y no lo dejó solo en la prisión, hasta entregarle el cetro real y el poder sobre sus tiranos; demostró la falsedad de sus ofensores y le concedió gloria eterna.

El Éxodo.

15 Ella libró de la nación opresora a un pueblo santo y a un linaje intachable.

16 Entró en el alma del servidor del Señor y combatió a reyes temibles, con prodigios y señales.

17 Recompensó a los santos por sus fatigas y los condujo por un camino maravilloso, fue para ellos sombra durante el día resplandor de estrellas durante la noche.

18 Les abrió paso a través del mar Rojo y los condujo entre aguas caudalosas,

19 mientras sumergió a sus enemigos y luego los sacó a flote desde el fondo del abismo.

20 De este modo los justos despojaron a los impíos, cantaron himnos, Señor, a tu santo Nombre y alabaron a coro tu mano vencedora,

21 porque la sabiduría abrió la boca de los mudos y soltó las lenguas infantiles.

CAPITULO 11

1Ella llevó felizmente a término sus acciones por medio de un santo profeta.

2 Atravesaron un desierto inhóspito y acamparon en parajes intransitables.

3 Hicieron frente a sus enemigos y rechazaron a sus adversarios.

El milagro del agua. Primera antítesis.

4 Tuvieron sed y te invocaron: bebieron agua de una roca escarpada, en la dura piedra remediaron su sed. Pues lo que sirvió de castigo para sus enemigos, se convirtió en auxilio de su propia necesidad.

6 En lugar de la fuente de un río perenne, enturbiado con sangre sucia,

7 en castigo por un decreto infanticida, les diste sin esperarlo agua abundante,

8 mostrándoles con la sed de entonces cómo habías castigado a sus adversarios.

9 Pues cuando sufrían una prueba —aunque corregidos con cariño—, conocían cómo eran castigados los impíos, juzgados con cólera;

10 pues a ellos los probaste como padre que corrige, pero a los otros los castigaste como rey justiciero que condena.

11Los ausentes y los presentes se consumían por igual,

12 pues los embargaba una doble tristeza y un lamento al recordar el pasado:

13 cuando se enteraban de que sus propios castigos redundaban en beneficio de los otros, reconocían al Señor.

14 Al que antes habían abandonado expósito y rechazado con burlas, al final de los acontecimientos lo admiraron, tras pasar una sed distinta de la de los justos.

Moderación divina hacia Egipto.

15 Por sus pensamientos insensatos y malvados, que los desorientaron, haciéndoles adorar a reptiles irracionales y a viles animales, tú les enviaste como castigo una multitud de animales irracionales,

16 para que comprendieran que en el pecado va la penitencia.

17 Pues bien podía tu mano omnipotente —que había creado el mundo de materia informe—enviar contra ellos manadas de osos o leones intrépidos. Por eso corriges poco a poco;

18 o fieras enfurecidas, desconocidas y recién creadas, que lanzasen resoplidos de fuego, despidiesen humaredas apestosas o echasen chispas terribles por los ojos;

19 capaces, no ya de aniquilarlos con sus ataques, sino de exterminarlos con su aspecto terrorífico.

20 Y aun sin esto, podían haber sucumbido de un soplo, perseguidos por la Justicia o barridos por tu aliento poderoso. Pero tú regulaste todo con medida, número y peso.

Motivos de esta moderación.

21 Tú siempre puedes utilizar tu poder. ¿Quién va a resistir la fuerza de tu brazo?

22 El mundo entero es ante ti como un gramo en la balanza, como gota de rocío matutino sobre la tierra.

23 Pero te compadeces de todos porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.

24 Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si algo odiases, no lo habrías creado.

23 ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras? ¿Cómo se conservaría, si no lo hubieras llamado?

26 Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas. Señor, amigo de la vida, pues tu aliento incorruptible

CAPITULO 12

1Pues tu aliento incorruptible está en todas ellas

2 Por eso corriges poco a poco a los que caen y los reprendes recordándoles sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor.

Moderación de Dios hacia Canaán.

3 A los antiguos habitantes de tu tierra santa

4los aborreciste por sus abominables acciones, prácticas mágicas y ritos sacrílegos.

5A esos crueles asesinos de niños, devoradores de entrañas en banquetes de carne y de sangre humanas, a estos iniciados en bacanales.

6 padres asesinos de seres indefensos, decidiste exterminarlos por medio de nuestros antepasados,

7 para que la tierra que más apreciabas recibiera una digna colonia de hijos de Dios.

8 Pero también de éstos, por ser hombres, tuviste compasión y les enviaste avispas, como avanzadilla de tu ejército, para exterminarlos poco a poco.

9Aunque podías haber sometido los impíos a los justos en batalla campal o haberlos aniquilado de una vez con feroces fieras o con una orden fulminante,

10 castigándolos poco a poco les diste ocasión de arrepentirse, a sabiendas de que eran de mala ralea, de malicia innata, y de que su mentalidad no cambiaría nunca, pues era una raza maldita desde su origen.

Motivos de esta moderación.

11Tampoco por temor a nadie indultabas sus pecados.

12 Pues ¿quién podría decirte: ¿Qué has hecho? ¿Quién se opondría a tu sentencia? ¿Quién te citaría a juicio por destruir naciones creadas por ti? ¿Quién se enfrentaría a ti como defensor de hombres injustos?

13 Pues fuera de ti no hay Dios que cuide de todo, a quien tengas que; dar cuenta de la justicia de tus juicios;

14 ni rey ni soberano que pueda desafiarte defendiendo a los que has castigado.

15 Puesto que eres justo, todo lo gobiernas con justicia y consideras incompatible con tu poder el condenar a quien no merece castigo.

16Tu poder es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace ser compasivo con todos,

17Demuestras tu poder ante los que desconfían de la plenitud de tu fuerza y confundes la osadía de los que la conocen.

18 Dueño de tu poder, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque haces valer tu poder cuando quieres.

Lecciones de Dios a Israel.

19 Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser filántropo.y diste a tus hijos esperanza plena, pues tras el pecado das lugar al arrepentimiento.

20 Pues si a los enemigos de tus hijos, reos de muerte, los castigaste con tanto miramiento y clemencia, dándoles tiempo y lugar para apartarse de su maldad,

21 con cuánta consideración no habrás juzgado a tus hijos, con cuyos padres hiciste juramentos y alianzas de grandes promesas.

22 Así, nos educas castigando a nuestros enemigos con moderación para que, al juzgar, recordemos tu bondad y, al ser juzgados, esperemos misericordia.

Vuelta a los egipcios. Su castigo progresivo,

23 Por eso, a los que vivían de manera insensata e inicua los atormentaste con sus propias abominaciones;

24 pues se habían extraviado muy lejos por los caminos del error, tomando por dioses a los animales más viles y despreciables, dejándose engañar como niños inconscientes.

25 como a niños sin razón, les enviaste un castigo de risa.

26 Pero los que no escarmentaron con correcciones ridículas iban a experimentar un castigo digno de Dios.

27 Pues ellos mismos, atormentados e irritados por aquellos que tenían por dioses y ahora eran su castigo, abrieron los ojos y reconocieron como Dios verdadero a aquel que antes se negaban a conocer. Por eso, les sobrevino el peor de los castigos,

13 Crítica de la idolatría. Divinización de la naturaleza.

Son necios por naturaleza todos J los hombres que han desconocido a Dios y no fueron capaces de conocer al que es a partir de los bienes visibles, ni de reconocer al Artífice, atendiendo a sus obras;

2 sino que tuvieron por dioses, señores del mundo, al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros del cielo.

3 Si, cautivados por su belleza, los tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja su Señor, pues los creó el autor de la belleza.

4 Y si admiraron su poder y energía, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es quien los hizo;

5 pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se descubre, por analogía, a su Creador.

6 Sin embargo, éstos merecen mas reproche, pues tal vez andan extraviados buscando a Dios y queriendo encontrarlo,

7 Dan vueltas a sus obras, las investigan y se dejan seducir por su apariencia, pues es hermoso lo que ven.

8 Pero, con todo, ni siquiera éstos son excusables;

9 porque, si fueron capaces de saber tanto, que pudieron escudriñar el universo, ¿cómo no encontraron antes a su Señor?

El culto a los ídolos.

10 Son, pues, unos desgraciados, con la esperanza puesta en cosas muertas, quienes llamaron dioses a las obras de manos humanas: oro y plata labrados con arte, a copias de animales o a una piedra inútil, esculpida por manos antiguas.

11 Un carpintero tala un árbol apropiado, monda con destreza toda su corteza, lo trabaja con finura y fabrica un objeto útil para usos comunes.

12 Con los desechos de su obra se prepara una comida con la que se sacia.

13 Y el desecho de todo, que no sirve para nada, un palo torcido y lleno de nudos, lo coge y lo talla en sus ratos de ocio, lo modela con la destreza adquirida y saca la imagen de una figura humana

14 o la copia de cualquier vil animal. Lo embadurna de minio, pinta su cuerpo de rojo y recubre todos sus defectos.

15 Luego le prepara un nicho digno y lo coloca en la pared asegurándolo con hierros.

16 Para que no se le caiga, toma sus precauciones, sabiendo que no puede valerse por sí mismo, pues es una imagen y necesita ayuda.

17 Cuando le reza por la hacienda, las bodas y los hijos, no se avergüenza de hablar con algo inanimado. Y pide salud a un enfermo

18 vida a un muerto, ayuda al más inepto, un viaje feliz al que no puede andar;

19 y para las ganancias, empresas y éxitos de sus tareas pide vigor al más torpe de manos.

CAPITULO 14

1Otro, dispuesto a embarcar para cruzar el mar bravío, invoca a un madero más frágil que la nave que lo lleva.

2 A ésta la inventó el afán de lucro y la construyó la sabiduría como artífice;

3 pero es tu providencia. Padre, quien la guía, pues también en el mar abriste un camino y una senda segura entre las olas,

4 demostrando así que puedes salvar de todo peligro para que hasta el inexperto pueda embarcarse.

5 No quieres que las obras de tu Sabiduría queden estériles; por eso, los hombres confían sus vidas a un insignificante madero, cruzan el oleaje en una balsa y arriban Sanos y salvos.

6 Ya en los comienzos, cuando los soberbios gigantes perecían, la esperanza del mundo se refugió en una balsa que, pilotada por tu mano, legó al mundo una semilla de vida.

7 Bendito, pues, el madero con el que se hace justicia:

8 pero malditos el ídolo manufacturado y el que lo hizo; el uno por hacerlo, y el otro porque, siendo corruptible, es considerado dios.

9 Dios aborrece igualmente al impío y su impiedad,

10 y la obra será castigada junto con su autor.

11 Por eso los ídolos de las naciones también serán juzgados, porque se convirtieron en abominación entre las criaturas de Dios, ocasión de tropiezo para las almas de los hombres y una trampa para los pies de los insensatos.

Origen del culto a los ídolos.

12 La invención de los ídolos fue el comienzo de la infidelidad, y su descubrimiento, la corrupción de la vida.

13 Pero no existían desde el principio, ni existirán para siempre.

14 Entraron en el mundo por la vanidad de los hombres y, por eso, su fin inmediato está decidido.

15 Un padre, afligido por un luto prematuro, hace una imagen del hijo malogrado, y al que ayer era hombre muerto, hoy lo honra como un dios y encarga a sus subordinados misterios y ritos.

16 Luego la impía costumbre se consolida con el tiempo y se observa como ley.

17 Las estatuas también recibían culto por decreto de los soberanos. Y, como la gente que vivía lejos no los podía venerar en persona, representaban su figura lejana haciendo una imagen visible del rey venerado, para adular con fervor al ausente como si estuviera presente.

18 La ambición del artista contribuyó a extender este culto incluso entre quienes no lo conocían;

19 pues éste, queriendo complacer seguramente al soberano, alteró con su arte el parecido para embellecerlo,

20 y la multitud, seducida por el encanto de la obra, tomaron entonces por objeto de culto al que poco antes honraba como hombre.

21 Y esto se convirtió en trampa para los vivientes, pues los hombres, esclavos de la desgracia o de la tiranía, dieron el nombre incomunicable a piedras y maderos.

Consecuencias del culto a los ídolos,

22 Luego, no les bastó con errar en el conocimiento de Dios, sino que, debatiéndose en duro conflicto por la ignorancia, llamaron paz a tan graves males.

23 Así, celebrando iniciaciones infanticidas, misterios secretos, o delirantes orgías de ritos extravagantes.

24 ya no mantienen puros ni vidas ni matrimonios, sino que se matan a traición unos a otros o se humillan con adulterios.

25Todo es un caos de sangre y muerte, robo y fraude, corrupción, deslealtad, desorden, perjurio,

26 confusión de los buenos, olvida de la gratitud, contaminación de las almas, inversión de sexos, desorden matrimonial, adulterio y libertinaje.

27 Porque el culto a los ídolos sin nombre es principio, causa y fin de todos lo males.

28Pues o se divierten frenéticamente, o profetizan mentiras, o viven en la injusticia, o perjuran con ligereza.

29 Como confían en ídolos sin vida, no temen que el jurar en, falso les pueda perjudicar.

30 Pero un doble castigo les aguarda: por hacerse una idea falsa de Dios, al entregarse a los ídolos, perjurar injustamente y con engaño, despreciando la santidad.

31 Porque no es el poder de aquellos por los que juran, sino el castigo de los que pecan quienes persigue siempre las transgresiones de los malvados.

15 Israel no es idólatra.

Pero tú, Dios nuestro, eres bueno y fiel, eres paciente y todo lo gobiernas con misericordia.

2 Aunque pequemos, somos tuyos, pues reconocemos tu poder; pero no pecaremos, porque sabemos que te pertenecemos.

3 Conocerte a ti es justicia consumada y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.

4 No nos confundieron las malas artes de invención humana, ni el trabajo estéril de los pintores, figuras plasmadas en colores variados,

5 cuya contemplación despierta la pasión de los insensatos, que codician la figura inanimada de una imagen muerta.

6 Son amigos del mal y dignos de tales esperanzas quienes las crean, quienes las codician y quienes las adoran.

Locura de los fabricantes de ídolos.

7 Un alfarero amasa laboriosamente la tierra blanda y modela diversos cacharros para nuestro uso. De la misma arcilla vuelve a modelar indistintamente vasijas destinadas a usos nobles e innobles: el alfarero es quién decide la distinta utilidad de cada una.

8 Luego, malgastando energías, modela un dios falso de la misma arcilla el que poco antes nació de la tierra y habrá de volver pronto allí de donde fue sacado, cuando le reclamen la deuda de la vida.

9 Pero no le preocupa que ha de morir, ni que tiene una vida efímera; si no que compite con orfebres y plateros, imita a los que forjan el bronce y presume de modelar falsificaciones.

10 Su corazón es ceniza, su esperanza, más vulgar que la tierra. su vida, más despreciable que el barro,

11 porque desconoce al que le modeló, al que le infundió un alma activa y le insufló un aliento vital.

12 Piensa que nuestra existencia es un Juego, y la vida, un mercado concurrido, diciendo: «Hay que sacar partido de donde sea, incluso del mal.»

13 Pero éste más que nadie sabe que peca, al fabricar con material terreno frágiles vasijas y estatuas de ídolos.

Locura de los egipcios: su idolatría universal.

14 Pero los más insensatos de todos y más ingenuos que el alma de un niño son los enemigos que oprimieron a tu pueblo;

10 pues tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles, que no pueden valerse de los ojos para ver, ni de la nariz para respirar, ni de los oídos para oír, ni de los dedos de sus manos para tocar, ni de sus pies torpes para andar.

16 Porque los hizo un hombre, los modeló quienes tienen el espíritu prestado; y ningún hombre puede modelar un dios semejante a él.

17 Siendo mortal, produce con sus manos impías un ser muerto, pero él vale más que los objetos que adora, ya que él tiene vida, pero éstos jamás.

18 Adoran además a los bichos más repugnantes, que superan en estupidez a todos los demás

19 y ni siquiera poseen la belleza de los animales cuyo aspecto atrae, pues quedaron excluidos de la aprobación y bendición de Dios.

16 Segunda antítesis: las ranas.

Por eso, fueron justamente castigados por semejantes seres y atormentados por plagas de bichos.

2 En lugar de este castigo, favoreciste a tu pueblo y, para calmar su hambre, les preparaste como alimento un manjar exquisito: codornices;

3 para que aquellos, con ganas de comer, perdiesen el natural apetito, asqueados de los bichos que les enviabas; mientras éstos, tras una privación pasajera, saboreaban un manjar exquisito.

4 Pues era preciso que aquellos opresores sufrieran un hambre irremediable, mientras a éstos bastaba con mostrarles cómo eran atormentados sus enemigos.

Tercera antítesis: langostas y serpiente de bronce.

5 Incluso cuando les sobrevino la furia terrible de las fieras y perecían mordidos por serpientes sinuosas, tu cólera no duró hasta el final.

6 Como escarmiento, se vieron molestados por poco tiempo, pues tenían un signo de salvación para recordar los mandamientos de tu Ley;

7 y el que lo miraba se curaba, no por lo que contemplaba, sino por ti, salvador de todos.

8 Con esto convenciste a nuestros enemigos de que tú eres quien libra de todo mal:

9 ellos morían por las picaduras de langostas y moscas, sin encontrar remedio para su vida, pues merecían ser castigados por tales bichos.

10 Pero contra tus hijos nada pudo los dientes de serpientes venenosas, pues tu misericordia acudió a sanarlos.

11 Las mordeduras, pronto curadas, les recordaban tus palabras, para que no cayeran en profundo olvido y se vieran excluidos de tus beneficios.

12 No los curó hierba ni cataplasma, sino tu palabra, Señor, que todo lo sana.

13 Pues tú tienes poder sobre la vida y la muerte, haces bajar a las puertas del abismo y haces subir.

14 El hombre, en cambio, puede matar con su maldad, pero no puede devolver el espíritu que se fue, ni liberar al alma del abismo.

Cuarta antítesis: el granizo y el maná.

15 Es imposible escapar de tu mano.

16 Los impíos que no querían conocerte fueron castigados con la fuerza de tu brazo; los persiguieron lluvias insólitas, granizadas y aguaceros implacables, y el fuego los devoró.

17 Y lo más sorprendente era que el fuego ardía mas en el agua, que todo lo apaga, pues el cosmos es defensor de los justos.

18 Unas veces las llamas amainaban para no abrasar a los animales enviados contra los impíos y para que al verlos, comprendieran que los impulsaba el juicio de Dios.

19 Otras veces, aun en medio del agua, ardían más intensamente que el fuego para destruir los frutos de una tierra injusta.

20 A tu pueblo, por el contrario, lo alimentaste con manjar de ángeles y les mandaste desde el cielo un pan preparado sin fatiga, que producía gran placer y satisfacía todos los gustos.

21 Este sustento mostraba tu dulzura para con tus hijos, pues se adaptaba al gusto del que lo tomaba y se transformaba en lo que cada uno quería.

22Nieve y hielo resistían al fuego sin fundirse, para que supieran que el fuego destruía las cosechas de sus enemigos, ardiendo entre el granizo y resplandeciendo entre la lluvia.

23 En cambio, se olvidaba de su propio poder, para que los justos pudieran alimentarse.

24 Porque la creación, sirviéndote a ti, su Creador se endurece para castigar a los injustos y se modera para favorecer a los que confían en ti.

25 Por eso, también entonces, adoptando todas las formas, servía a tu generosidad que a todos sustenta, conforme al deseo de los necesitados,

26 para que aprendieran tus hijos queridos, Señor que no es la variedad de frutos lo que alimenta al hombre, sino que es tu palabra la que mantiene a los que creen en ti,

27 Porque lo que el fuego no llegaba a consumir se derretía simplemente al calor de un tenue rayo de sol,

28 para que supieran que hay que adelantarse al sol para darte gracias e ir a tu encuentro al rayar el alba,

29 pues la esperanza del ingrato se derrite como escarcha invernal y se escurre como agua inútil.

17 Quinta antítesis: tinieblas y columna de fuego.

Grandes e inexplicables son tus juicios; por eso las almas ignorantes se extraviaron.

2 Cuando los impíos creían que podían oprimir a la nación santa, quedaron prisioneros de las tinieblas y encerrados en una larga noche, recluidos en sus casas, fugitivos de la eterna providencia.

3 Cuando creían que permanecerían ocultos con sus secretos pecados bajo el oscuro velo del olvido» se vieron dispersos, presa de terrible espanto y sobresaltados por apariciones.

4El rincón que los escondía no los libraba del miedo, pues también allí retumbaban ruidos escalofriantes y se aparecían sombríos fantasmas de rostros lúgubres.

5 El fuego era incapaz de alumbrar y el brillo resplandeciente de las estrellas no alcanzaba a iluminar aquella horrible noche.

6 Sólo les lucía una llamarada aterradora que ardía por sí misma; y, cuando desaparecía la visión, quedaban aterrados, considerando aún más horrible lo que habían visto.

7 Las artes mágicas resultaron ineficaces y su pretendido saber quedó en ridículo,

8 pues los que prometían expulsar miedos y sobresaltos del alma enferma, enfermaban ellos mismos con temores absurdos.

9 Y aunque nada inquietante los atemorizase, sobresaltados por el paso de los bichos y el silbido de los reptiles,

10 se morían de miedo y se negaban a mirar hasta el aire inevitable.

11 Pues la maldad es cobarde y se condena a sí misma: acosada por la conciencia, imagina siempre lo peor.

12 Y el miedo no es otra cosa que el abandono de los recursos de la razón:

13 cuanto menor es la propia confianza; mayor parece la causa desconocida del tormento.

14 Durante aquella noche verdaderamente imposible, surgida de las profundidades del impotente abismo, adormecidos en el mismo sueño,

15 o bien eran perseguidos por apariciones fantasmales o desfallecían por el abandono del alma, pues les sobrevino un miedo repentino e inesperado.

16 Así, cualquiera que caía en tal situación, quedaba atrapado, encadenado en aquella prisión sin hierros;

17 ya fuera labrador o pastor, o un obrero que trabajara en solitario, sufría sorprendido por la ineludible fatalidad,

18 pues todos estaban atados a una misma cadena de tinieblas, El silbido del viento, el canto melodioso de las aves en las frondosas ramas, la cadencia del agua que corría impetuosa,

19 el estruendo de las rocas desprendidas, la carrera invisible de animales que retozan, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que retumba en las oquedades de los montes los dejaba paralizados de terror.

20 El mundo entero resplandecía con luz radiante, entretenido sin trabas en sus quehaceres;

21 pero sólo sobre ellos se extendía una noche insoportable, imagen de las tinieblas que les esperaban. Aunque ellos eran para sí mismos más insoportables que las tinieblas.

CAPITULO 18

Sin embargo, una magnífica luz brillaba para tus santos. Los egipcios, que oían su voz sin distinguir su figura los felicitaban por no haber padecido como ellos;

2 les daban las gracias porque no se vengaban de los agravios recibidos y les pedían perdón por su conducta hostil.

3 Tú, en cambio, preparaste una columna de fuego, como guía para el viaje desconocido y como sol inofensivo para la gloriosa travesía.

4 Bien merecían verse privados de luz y prisioneros de las tinieblas quienes tuvieron encarcelados a tus hijos, que habían de dar al mundo la luz incorruptible de la Ley.

Sexta antítesis: noche trágica y noche liberadora.

5 A los que habían decretado matar a los niños de los santos, salvándose uno solo, abandonado, les arrebataste en castigo una multitud de hijos y los hiciste perecer juntos en las aguas impetuosas.

6 Aquella noche fue previamente anunciada a nuestros padres, para que se animasen, sabiendo bien en qué juramentos habían creído.

7 Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y la destrucción de los enemigos,

8 pues con lo que castigaste a los adversarios nos glorificaste, llamándonos a ti.

9 Los santos hijos de los buenos ofrecían sacrificios en secreto y establecían unánimes esta ley divina: que los santos compartirían los mismos bienes y peligros, cantando previamente las alabanzas de los antepasados.

10 Les respondía el grito disonante de los enemigos y cundían los lamentos de los que lloraban a sus hijos.

11 El esclavo y el amo sufrían idéntico castigo, y el plebeyo padecía la misma pena que el rey.

12 Todos por igual tenían cadáveres incontables con un mismo tipo de muerte. No había vivos suficientes para enterrarlos, porque en un instante pereció lo mejor de su raza.

13 Los que no creían en nada a causa de las artes mágicas, ante la muerte de los primogénitos acabaron por reconocer que aquel pueblo era hijo de Dios.

14 Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera. :

13 tu palabra omnipotente se lanzó desde los cielos, desde el trono real, cual guerrero implacable, sobre la tierra condenada, empuñando la espada afilada de tu decreto irrevocable;

16 y cuando se detuvo, todo lo llenó de muerte; tocaba el cielo mientras pisaba la tierra.

17 Entonces les sobresaltaron de repente sueños y visiones terribles, les sobrevinieron terrores imprevistos;

18 tendidos por todas partes y medio muertos, daban a conocer la causa de su muerte,

19 pues sus sueños perturbadores se lo habían predicho para que no pereciesen sin conocer la razón de su desgracia.

Amenaza de exterminio en el desierto.

20 También alcanzó a los justos la prueba de la muerte y una multitud pereció en el desierto, pero no duró mucho la cólera;

21 pues un hombre irreprochable se apresuró a salir en su defensa con las armas de su ministerio: la oración y el incienso expiatorio. Se enfrentó a la ira y puso fin a la desgracia, demostrando que era tu servidor.

22 Y venció la indignación no con su fuerza corporal, ni con el poder de las armas, sino que sometió al ejecutor del castigo con la palabra, recordando los juramentos y las alianzas hechos a los antepasados.

23 Cuando los muertos yacían amontonados, unos sobre otros se puso en medio, detuvo a la cólera y le cerró el paso hacia los que aún vivían.

24 Llevaba el mundo entero sobre su vestido talar, los nombres gloriosos de los padres en cuatro hileras de piedras talladas y tu majestad en la diadema de su cabeza.

23 Ante esto, el exterminador retrocedió atemorizado, pues era suficiente una sola prueba de tu cólera.

19 Séptima antítesis: el mar Rojo.

Pero sobre los impíos se abatió y hasta el fin una ira despiadada, pues Dios sabía de antemano lo que les iba a suceder:

2 que, tras dejarlos marchar y despedirlos con prisas, cambiarían de parecer y saldrían a perseguirlos.

3 Cuando todavía estaban ocupados en los funerales y llorando sobre las tumbas de los muertos, concibieron otro proyecto insensato y persiguieron como fugitivos a los que habían despedido con súplicas.

4 A tales extremos los empujaba su merecido destino, haciéndoles olvidar el pasado, para que consumaran el castigo que aún faltaba a sus tormentos

5 y, mientras tu pueblo emprendía un viaje maravilloso. encontraran ellos una muerte insólita

6 Porque toda la creación, obediente a sus órdenes, se transformó de nuevo en su misma naturaleza para resguardar sanos y salvos a tus hijos.

7 Vieron la nube que daba sombra al campamento, la tierra firme que emergía de lo que antes era agua, un camino abierto en el mar Rojo y una llanura verde en las olas impetuosas.

8 por donde tus protegidos pasaron en masa, contemplando prodigios admirables.

9 Pastaban como caballos y retozaban como corderos, alabándote a ti. Señor, su libertador.

10 Todavía recordaban lo sucedido en su destierro: cómo la tierra, en vez de la generación animal, produjo mosquitos y cómo el río, en vez de peces, vomitó una multitud de ranas.

11Más tarde vieron también un modo nuevo de nacer las aves: cuando, urgidos por el apetito, pidieron manjares delicados

12 y, para satisfacerlos, salieron codornices del mar.

Egipto más culpable que Sodoma.

13 Los castigos recayeron sobre los pecadores, precedidos, como aviso, de la furia de los rayos, pues padecían justamente por sus propias maldades y por haber albergado el odio más feroz contra los extranjeros.

14 Hubo quienes no recibieron a unos visitantes desconocidos, pero éstos esclavizaron a extranjeros bienhechores.

15 Pero aún hay más pues a aquellos se les pedirá cuentas por haber recibido hostilmente a los extranjeros;

16 pero éstos, después de recibir con fiestas a los que ya participaban de sus mismos derechos, los maltrataron con terribles trabajos.

17 Y también fueron atacados por la ceguera, como aquellos que, a las puertas del justo, envueltos en profunda oscuridad, buscaban el vano de sus puertas.

Una nueva armonía.

18 Los elementos intercambiaban sus propiedades como los sonidos del arpa cambian la cadencia del ritmo manteniendo el mismo tono, como puede deducirse claramente a la vista de lo sucedido;

19 pues los seres terrestres se tornaban acuáticos y los que nadan se pasaban a la tierra, El fuego aumentaba en el agua su propia virtud y el agua olvidaba su poder extintor.

21 Las llamas, por el contrario, no consumían las carnes de los débiles animales que se movían entre ellas ni derretían aquella especie de manjar, divino parecido a la escarcha y fácil de derretir.

Conclusión.

22 En todo, Señor, engrandeciste y glorificaste a tu pueblo, y no dejaste de asistirlo nunca y en, ningún lugar.

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